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Fue a mediados de verano que el mensajero había llegado con noticias de la Capital.

Reo lo había visto llegar desde el mirador sur donde se encontraba con Seijūrō en ese momento.

"Son malas noticias", le había advertido a su humano y tenía razón.

Alguien había intentado asesinar a la emperatriz y con ese acto Kyōto estaba en esos momentos hirviendo en intriga, tensión y energía negativa. No era una situación nueva. La corte era viciosa, llegando a veces a comportarse como una jauría de perros salvajes cuando les dabas la espalda. Reo lo sabía bien, había vivido en ella mucho tiempo atrás.

Una catástrofe se dibuja en el horizonte con mayor claridad conforme las semanas pasaban.

Era deber de Seijūrō y su gente evitarlo.

Dado que habían nacido con los dones celestiales el Clan Shirogane con sus siete ramas estaban comprometidos con la misión de salvaguardar la tierra y al Hijo del Cielo de los males originados en el otro mundo, así como brindar apoyo en el soporte de los pilares de Kyōto que era el trono actual del Divino.

La carta del Maestro Kōzō señalaba que las protecciones que mantenían la Capital próspera y al Emperador resguardado de todo mal comenzaba a desgastarse más rápidamente de lo que podían ser levantadas por los practicantes. El ambiente de la corte y los dos años de hambruna y peste por los que acaban de pasar generaban suficiente negatividad en todo el país para desequilibrar el flujo de la energía, por lo que sin importar las fuertes barreras o purificaciones la energía se había ido acumulando a un punto peligroso.

Él podía sentirlo, en dirección a donde el sol nacía la oscuridad iba creciendo, no, oscuridad no, maldad.

La Ciudad-Capital era como un dique. Kyōto estaba asentada en tierra sagrada, consagrada y purificada constantemente. Un punto natural donde la energía era atraía, un cauce, y cada calle, edificio, esquina o templo en ese lugar fueron construidos para purificar y enviar de vuelta esa energía. Sin embargo como todo dique podía ser rebasado por el agua en una tormenta.

Si perdían Kyōto toda la isla caería envuelta en caos en cuestión de meses.

Todos lo sabían y todos estaban más de dispuestos a impedir que eso ocurriera.

El mensaje del Maestro Kōzō era muy claro. Uno de los Siete debía partir a Kyōto en dos lunas para ayudarlo con la ceremonia. El maestro creía que eso bastaría, sin embargo no había tiempo definido para el término de la misión, podían ser lunas completas o años.

Esas eran malas noticias para Seijūrō y para sus espíritus, malas noticias a él. No quería ir a Kyōto. Aunque el tiempo no tenía importancia para un espíritu, menos para un oni, dejar atrás a Chihiro no era una opción, como seguramente dejar atrás a Tetsuya no era opción para Seijūrō.

Pero su humano ya había estado antes en la corte del Emperador, la había conquistado y ganado el favor del Divino, lo más sensato sería pensar que lo enviaran, su poder y dominio sobre las artes era superior en cierta medida al resto. Seijūrō era la opción correcta.

No a mí, fue el fugaz y egoísta pensamiento de su humano aunque por fuera luciera imperturbable, también fue un pensamiento del cual se arrepintió de inmediato.

Sin embargo no fue a Seijūrō a quien Shūzō, nieto del Maestro Kōzō y heredero de la rama principal, llamó al frente.

No fue a Seijūrō y el mundo comenzó a perder color desde ese momento.

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⏰ Last updated: Apr 15, 2017 ⏰

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