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Recuerdo que siempre he sido fan de viajar. Los paseos escolares, las vacaciones a las afueras de Lisboa, e inclusive a pueblos cerca de mi ciudad. Por lo que, en cuanto supe que habían abierto las convocatorias de intercambios en mi escuela, fui de las primeras en llevar la documentación que requería.

—¿A dónde has pedido el intercambio, Gen? —preguntó mi mejor amiga Fabiana, con duda. Recogíamos las cosas en donde habíamos dormido la noche anterior a mi despedida. Pues me iría ese mismo día por la madrugada.

—Canadá —respondí con una enorme sonrisa. Estaba emocionada por vivir un año junto a una familia residente.

—¿Me dejarás sola el último año, Genoveva Coelho? —se tocó el pecho, como si le hubiese dicho que no quería volver a verla jamás en mi vida. A un lado de la rubia, mi mejor amigo Matt, se encontraba metiendo algunas cosas en su mochila.

—Fabiana, deja atrás el drama. Es mejor que se vaya ahora, y no después —rodó los ojos, y me miro con una sonrisa —te veré dentro de cuatro meses, guapa —se despidió con un abrazo, para después apresurar a la rubia a un lado mío.

—Te extrañaré horrores —extendió sus brazos hacía mi, y me envolvió en un caluroso abrazo.

—Yo también lo haré, Fab. No hagas nada estúpido sin mi aquí, por favor —murmuré dado a la facilidad de mi amiga por meterse en problemas. Soltó una risilla, y negó.

—No te prometo nada.

Desperté a las tres de la mañana, lista para emprender mi viaje hasta el aeropuerto de Lisboa. Mi padre me ayudo con ambas maletas, y las metimos al auto. El camino al aeropuerto fue mi mamá en listando cosas que debía llevar al nuevo país en el que viviría por un año, y yo contestando que dejara de preocuparse. 

No tuvimos que esperar tanto para que llamaran a mi vuelo, pues después de haber hecho los tramites correspondientes, llamaron a mi vuelo. Mi madre me miró con lágrimas en los ojos, sabía que las retenía porque odiaba verla llorar. Por otro lado, mi hermana mayor Telma me abrazo, y me hizo prometerle que me cuidaría.

—Recuerda lo mucho que vales, y que eres muy inteligente, Gen —acarició mi brazo, alejándose de mi con los ojos llorosos.

—Vamos a extrañarte mucho Gen —pronuncio mi padre, y mi mamá solo asintió.

—Y yo a ustedes —me acerque a ambos, abrazándolos fuertemente. Si bien, no quería llorar frente a mi familia, no pude hacer otra cosa, y varías lagrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas.

—Si no quieres ir, esta bien. Aún puedes arrepentirte —pronunció mi mamá rápidamente, por lo que reí negando —Llámanos todos los días, no te olvides que existimos.

—Les llamaré en cuanto esté en Canadá —sonreí tomando mis dos maletas, y mi maleta de mano.

Los pasajeros del vuelo 767 con destino a Toronto Canadá, favor de embarcar por la puerta 47.

—Te amamos hija —hablo mi papá por los tres.

—Y yo a ustedes. Hasta pronto familia —les sonreí por última vez, antes de perderme entre los demás estudiantes que irían de intercambio.

Estaba ansiosa. Ansiosa por conocer en persona a mi familia de acogida, nunca había estado en esta situación y me parecía abrumador el proceso.
Sinceramente no podía creer que estuviera en un vuelo con destino a Canadá.

El viaje duraría siete horas con escala en Newark, tendría que esperar en aquel aeropuerto durante dos horas, y entonces abordaría otro avión con destino a Toronto.
Por lo que me relaje y tome una siesta de aproximadamente tres horas.

Aún faltaba tiempo para llegar al aeropuerto Newark en Nueva Jersey, por lo que me dispuse a escuchar música y leer un libro. Teniendo dieciséis años me consideraba una persona culta y afortunadamente no me dejaba llevar mucho por las modas que imponían personas famosas.

Después de otras cuatros horas el avión comenzó a aterrizar y cuando estuvimos estabilizados tome mi mochila y salí del avión.

Ya quería llegar a Canadá, y esta escala solo hacia mi viaje más desesperante.

Me acomode en una de las múltiples sillas que había en aquella sala de espera y dejé mis maletas a un lado mío.
Saque el libro de Los niños de Irena y continúe mi lectura.

Después de una hora ya me encontraba cansada de leer. Guarde mi libro y decidí enviarle un mensaje a mis padres y a mi mejor amigo Matt.

Para: Dad

«Hola, estoy en el aeropuerto de Newark. Sigo viva, los amo ❤»

Para: Mattsaurio

«Hey Matt, estoy esperando en Newark. Quiero llegar ya a Canadá :( »

No ví a ningún remitente en línea, por lo que salí y entre a mis redes sociales.
Me encontraba en Instagram, cuando sentí una mirada un tanto pesada mirándome frente mío.
No quise voltear en ese momento, pero al cabo de cinco minutos, me obligue a ver a la persona tan incómodante y me encontré con un chico.

Era lindo, tenía que admitirlo.

—Hola —me saludo y me extrañe. Tenía un acento raro, parecía no hablar bien ingles.

—Hola —le sonreí cortés, y voltee mi vista al teléfono, pero él no se dió por vencido.

—Me llamo William —se levanto de su asiento y se sentó a un lado mío.

—Genoveva, mucho gusto —le ofrecí mi mano, mientras él la tomaba con una sonrisa en los labios.

—Que lindo nombre, ¿de dónde eres?

—Soy de Portugal —dije con orgullo, ganandome una mirada de asombro de su parte.

—Eu sou do Brasil —contesto con una sonrisa.

—Fala serio? —sonreí emocionada.

Ambos hablábamos portugués y eso me hacía extrañar de cierta manera mi país, inclusive aunque llevará tan solo ocho horas lejos de ahí. Tuvimos una charla sobre a qué país iríamos, William dijo que iría a Vancouver, y que estaba en la universidad. Mientras tanto, yo le conté que estaría un año completo en Toronto. Seguimos hablando hasta que tuvo que abordar su vuelo. Intercambiamos números telefónicos y después se marchó.

Mi celular vibró notificandome un mensaje.

De: Dad
«¡Con cuidado Gen!»

De: Mattsaurio
«Ya casi llegas, no llores. Te alcanzaré en cuatro meses más ❤»

No tenía idea de qué podría hacer ahora que William se había marchado.

¿Cómo será Canadá? ¿Haré amigos igual de estupendos como Matthew? Bueno no, Matthew no se comparaba con nadie.
Y lo más importante ¿cómo será mi familia de acogida?
Espero sentirme cómoda y llevarme bien con sus hijos. Que si no mal recordaba, eran cuatro.

Al pasar las tres horas, llamaron nuevamente a mi vuelo.

Tome ambas maletas y repetí el proceso de abordaje.

Cuando estuve abordo del avión, mis nervios se acumularon más. Estaba tan emocionada que no podía contener el nudo en la boca de mi estómago y  pensar que en tan sólo tres horas estaría pisando tierra de Toronto, me hacía perder los estribos.

No pude relajarme en ningún momento del viaje, yo sólo quería llegar ya, y conocer a los Mendes.

HOOOLAAAAAA, esta es mi nueva creación, espero que les guste y si no... Bienvenida a tu cinta.
Aveda.
Me gustaría saber qué es lo que piensan sobre esta historia, ya saben... Para saber si me animo a seguirla o nelpastel.
Mucho amor!!
GC

Triple problema |S.M|Where stories live. Discover now