II

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Finalmente habíamos aterrizado en Toronto y yo no podía sentirme más extasiada.

Emocionada baje del avión y casi corrí por mis maletas.
Cuando las tuve en mis manos, entre al enorme aeropuerto y mientras bajaba las escaleras buscaba con la mirada algún cartel con mi nombre.

Al instante divisé a una niña pequeña con un cartel en la mano que podía jurar que decía "Victoria" puesto que había una enorme tacha sobre la c.
A los lados había un alto señor de tez blanca y del otro lado una guapa señora, los tres se encontraban buscandome con la mirada.

Cuando estuve sobre el suelo, camine a paso rápido hacia ellos y cuando estuve cerca, el señor Mendes fue quien hablo primero.

-¿Vitoria? -pregunto dudoso y yo asentí emocionada.

Los tres me abrazaron y yo reí.
Qué amables eran.

-Bienvenida a Toronto -dijo la señora Mendes sonriente.

¡Por fin estaba en Canadá!

-Yo soy Aaliyah, mucho gusto -se presento la niña de al menos doce años mientras caminabamos hacia su auto.

-El gusto es mío, Aaliyha -sonreí enternecida -¿no tenías más hermanos? -pregunte curiosa al no ver a los Mendes que faltaban.

-Si, pero se quedaron en casa. Cuando los conozcas te vas a morir, son muy fastidiosos -dijo cansada y después subió al auto.

Reí divertida y espere al señor Mendes, para poder meter mi mochila en la parte trasera del auto, ya que él amablemente se había ofrecido a llevar mis dos maletas.
Después de haberlas acomodado le di las gracias y subimos al auto, partiendo hacia su casa.

El camino estuvo lleno de preguntas por parte de Aaliyha y de recuerdos por el señor Manny, pues me había dicho que él había nacido en Portugal y que inclusive había vivido ahí gran parte de su vida.

Mi mirada en ningún momento se apartó de la ventana.
Veía maravillada todo lo que había por afuera del auto.
Estaba a un mes de comenzar las clases y aún era verano, por lo que no llegábamos a estar a más de 25 grados centígrados.

Llegamos a una hermosa casa que parecía ser muy espaciosa.
Baje del auto y ayude al Mendes alfa a bajar mis cosas nuevamente.

Cuando entre me quedé impactada.
La casa era muy acogedora, y me gustaba la manera en la que estaba diseñada.
Todo su interior era de color blanca, de manera en la que se veía todo muy bien iluminado.
La sala en desnivel era con lo que te encontrabas primero, sus sillones color blancos acomodados de forma en la que se hacía un círculo parecían ser demasiado cómodos. En el centro de estos se encontraba una mesa de tamaño bajo color gris rata y un sofisticado florero se encontraba en medio de esta.
A mi izquierda se encontraba una cocina muy grande sin puerta, la cocineta era blanca y los detalles eran de un bonito color dorado.
En el centro había un comedor bastante grande, calculaba que era para doce personas, la mesa era café simulando madera.
En las paredes había cuadros pintados muy bonitos.
Y al fondo del lado derecho, a un lado de la sala, estaban las escaleras, desde donde me encontraba veía perfectamente toda la planta de arriba, pues había sólo un pequeño barandal en toda la parte alta.
Todo estaba perfectamente acomodado y limpio.
No era ostentosa, sin embargo tenía detalles que la hacían ver aún más bonita.

-Ven Vitória, muero por enseñarte tu habitación -me dijo Aaliyah emocionada.

Mire a los padres de la pequeña y me animaron a subir las escaleras con ella.
Sonreí agradeciendo y Aaliyah tomo mi mano, haciéndome casi correr escaleras arriba.

Las habitaciones estaban bien distribuidas.
Eran cuatro habitaciones, dos de cada lado. Aaliyah me llevo por el pasillo hasta dar a otras escaleras.
Cuando las subimos me encontré con otra habitación.
Era la única.

-Sé que está algo retirada, pero te va a encantar -me sonrió emocionada y abrió la puerta.

Me encontré con una habitación totalmente blanca.
Había cuadros colgados sobre frases motivadoras y me encontré una en portugués.

"Dedique mais tempo ao que realmente te faz feliz"

Sonreí y seguí admirando la habitación.
Había un escritorio en la esquina y un librero pequeño arriba de este.
Al fondo había un armario que ocupaba lugar de equina a esquina.
Tenía una ventana hacia el patio trasero que quedaba más arriba de lo normal, sin embargo alcanzaba a ver todo.

-Muchas gracias Aaliyah -la abrace y ella lo hizo de vuelta.

-No agradezcas Vitória -me sonrió.

-Puedes llamarme Tori.

-Excelente, Vitória suena muy formal -me dijo y yo reí.

-Vamos por mis maletas, tengo que acomodar todo -me escuché emocionada y ambas bajamos las escaleras hasta la sala.

Al pie de las escaleras había dos chicos hablando con los señores Mendes.
Me acerque cautelosamente y Aaliyah termino bajando antes que yo.
Los padres voltearon a verme y por ende ambos chicos lo hicieron.

Eran dos ángeles hermosos.
Altos, de piel nivea y ojos cafés profundos que te invitaban a verlos por horas.
Uno llevaba lentes y un suéter muy formal, sin embargo no perdía ese toque elegante.
El que se encontraba a un lado de él llevaba un estilo más casual, y se veía bastante guapo.

—Hola, mi nombre es Shawn —se presento el chico de vestimenta casual.

—Tori —le sonreí. Mientras el chico de lentes me miraba atentamente. Lo miré algo extrañada y él dándose cuenta de aquella acción aclaro su garganta.

—Peter, mucho gusto —me ofreció su mano y yo la tome estrechandola.

—¿En dónde está Raúl? —pregunto la señora Karen al parecer fastidiada.

—Salió a correr, ya sabes —rodó los ojos Shawn.

—Creí que los había acompañado por la despensa —dijo molesta cruzándose de brazos.

—Raul nunca nos acompaña a hacer esas cosas, madre —le contestó Peter alzando sus lentes que resbalaban del puente de su nariz.

—¿Podrían ayudarle a Tori a subir sus maletas, caballeros? —pregunto Aaliyah y ambos asintieron.

Que monos.

—No, gracias. Puedo sola —sonreí en un intento de no parecer ruda con mis palabras.

—Nosotros lo haremos, Tori —contesto Shawn y yo lo miré a los ojos.

Que hermoso era, por Dios. Siento que no puedo ni respirar.

—Bueno, gracias.

Shawn y Peter tomaron una maleta y yo tomé mi mochila.
Los tres comenzamos a subir las escaleras y mientras lo hacíamos Shawn y Peter hablaban entre ellos, yo por lo tanto iba recordando las cosas que tenía por hacer, pero si me sinceraba, la colonia que llevaba alguno de los dos no me dejaba pensar con claridad.

Cuando llegamos a la que sería mi habitación ambos bajaron las maletas y las dejaron al pie de la puerta.

—Bueno, si no me necesitas para nada más me retiro. Siéntete en tu casa —sonrió Peter brevemente y salió disparado de ahí, sin dejarme agradecerle.

Me quedé en silencio por unos segundos y luego mire a Shawn algo confundida.

—Esta nervioso. Nunca habíamos tenido a alguien de intercambio por aquí —aclaro y yo asentí comprendiendo la situación.

—Bien, supongo que voy a entrar y acomodare todo por aquí —tome ambas maletas y las metí a la habitación.

—Seguro. Si me necesitas, mi habitación es la que está justo debajo de la tuya —se encogió de hombros y me sonrió.

—Gracias Shawn —le devolví la sonrisa y él asintió para después salir de ahí.

Muy bien, era hora de acomodar todas mis pertenencias en esta bonita habitación.

Triple problema |S.M|Where stories live. Discover now