Me desperté con los primeros rayos del día, gire a ver a mi bello durmiente, tenía un brazo que rodeaba mí cintura, quite con sumo cuidado su brazo, cuando por fin me sentía libre apunto de levantarme, él príncipe tomo mi brazo y delicadamente me puso sobre él.
-Buenos días- dije riéndome, él solo arqueo una ceja.
-Te ibas a escapar y eso es lo único que dices.
-Más o menos ¿Qué debería decir?- haciéndome la víctima.
-Te corrijo ¿Qué debería hacer?- dijo pícaro.
-Mmmm... ya sé jalarte el pelo, ¿Qué te parece?, muy apasionado ¿No?- burlándome, él gira la cabeza de un lado a otro, -¿Por qué no me lo muestras?- él asintió, me acerque a él lentamente para fundirnos en un apasionado y... cayo, porque salí corriendo, no sin antes averiguar si saldría en cueros, tenía la pijama puesta.
-¿Para dónde vas?- preguntó Santiago que me seguía.
-Aún lugar llamado 'Quédate con las ganas'- baje cuidadosamente las escaleras.
-Muy considerado de tu parte, pero no me quedare con las ganas- me siguió hasta la cocina, -no tienes escapatoria- dijo acorralandome contra la pared.
-Tú tampoco- le aprisione el cuello con mis brazos y lo forcé a bajar, donde nuestros labios se fundieron en uno sólo, me besaba alocadamente como sí llevará días sin hacerlo.
Nos separamos cuando nos falto aire y ambos jadeábamos, -ves lo loco que me tienes, no me puedo controlar y mucho menos resistirme a tus labios.
-¿Seguro qué sólo son los labios? y ¿No algo más?
-Todo- se alejó de mí.
-Oye- le regañe, giró a verme, -no hemos terminado.
-Lo sé, pero hay que comer- bufé, -ve a cepillarte los dientes, yo sirvo el desayuno.
-Ya que- salí de la cocina y subí las escaleras, entre al baño y lave mis dientes, mientras me enjaguaba apareció Santiago, que se acerco al lavamanos y agarro su cepillo de dientes. Salí del baño y entre a la habitación, agarre mi bolso y saque mi celular, tenía un mensaje de la... ¿Tía Carmen?, abrí rápidamente el mensaje, ¿Se habrá enterado? No creo mis padres no serían capaces, aún que con todo lo que a pasado esto es lo de menos.
'Amelia Lagos, te veo en mi oficina a las 10 am, no faltes'
¿Para qué me cito? ¿Qué me dirá? ¿Me gritara igual que mama? ¿Sería mejor ir sola o acompañada?, con todas esas dudas solo tenía una respuesta iría sola, no quiero que Santiago este presenté en su ataque de rabieta. Mire el reloj y son las 9:25 am, me acerque al closet para sacar ropa y cuando termine de comer entrar a ducharme, se abrió la puerta.
-¿Qué haces?- preguntó Santiago apoyado en el marco de la puerta.
-Voy a ser sincera contigo, pero antes prométeme que aceptaras mi decisión- lo mire sería.
-Lo prometo- dijo levantando su mano derecha.
-Muy bien- tome aire, -me voy a reunir con mi tía, y voy sola- sentencie.
-No me gusta mucho la idea, pero... una promesa es una promesa- dijo cruzado de brazos, -¿Quieres que te llevé?
-Por favor, bajemos a comer, que muero de hambre.
Bajamos y estaba todo servido, habían dos platos uno con dos panes, que se veían deliciosos y en el otro plato... ¿Avena?, no tengo que ser adivina ni bruja para saber que ese plato es mío.
-Ya decía yo.
-¿Qué cosa?- dijo sentándose y yo a su lado.
-La comida, como extraño mis Hot Cakes.
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Life goes on
RandomTengo lo que toda chica de 16 años desea, una familia, unos amigos, un sexy novio... que más podría pedir. Pero toda mi vida cambió en sólo tres minutos.