Capítulo 28

3.3K 326 56
                                    

Yo ya no tenía tres semanas para entrenar, tenía dos.
Había pasado una semana desde que nos reunimos y armamos nuestros planes, desde entonces las armas no dejan de llegar al igual que los medicamentos y la gente no deja de entrenar. Yo pasé dos días más metida en esa habitación blanca mientras me chequeaban cada dos horas. Creo que si me hubiese dejado vencer por los dolores de mi cuerpo no estaría hoy aquí, parada en medio del espacio en donde cambié, estoy bien, me siento bien. Hoy por la mañana al fin salí de ahí, no es que me trataran mal, nada de eso pero me sentía inútil pero por suerte eso terminó. Aquí mientras espero a Caín trato de relajarme, cierro mis ojos y me dejo llevar por los sonidos ahora más intensificados del bosque, escucho al viento mover las ramas, escucho a las ardillas morder sus nueces y luego unos pasos que se acercan, luego de dos días y medio veo a Caín, camino sólo en mi dirección con un bolso que parece pesado pero que a él no le hace sacar ni una mueca. Tenía muchas cosas que preguntarle, como por ejemplo el caso de Cody e Isabel, quería saber todos los detalles pero cuando veo su rostro, totalmente tenso y serio me doy cuenta de que es mejor no decir nada. Lleva esa máscara que se pone siempre que hay gente cerca, esa máscara de líder sin sentimientos.

Deja el bolso en el suelo y revuelve lo que hay dentro hasta que saca el collar que me dio, toco mi cuelo, no está. Debí haberlo perdido el día en que cambié con todo ese bochorno y movimientos bruscos.

–Primero que nada, quiero que te lo pongas. – No se acerca demasiado, está a la distancia correcta como para alargar el brazo y tenderme la piedra.

Frunzo el ceño.
–No tengo lepra. – Digo en tono cortante.
–No sé a qué te refieres. – Dice confundido.
–Estás extraño.

–¿Acaso no me creías extraño? – Ladea la cabeza un poco mientras me mira.
–Bueno si, pero ahora estás más extraño de lo normal. Quise darte las gracias pero no te vi.

Asiente con la cabeza mientras su mirada baja al suelo. – No hay problema, Jhon mencionó eso.
Hago de mis labios una línea, estaba claro que no quería hablar. – Bien. – Tomo el collar de sus manos sin tocarlo y me lo pongo. – Aún no sé por qué quieres que lo haga, sé que es para protegerme pero no me harías daño realmente.
Suelta aire. –¿Ahora piensas así? vaya evolución hubo en tu cabeza.
–No discutiré contigo, es mejor que empecemos.
Ahora si se acerca pero a paso lento, casi me asusta su manera de caminar, como si temiera que algo malo sucediera.
–¿Te sientes bien? ¿No sientes nada raro?
Frunzo el ceño, si, estaba demasiado raro hoy. – No, estoy bien. Excepto por mi piel, sigue demasiado caliente.
Toma mi brazo y lo mira. – Estás perfecta.
Me sonrojo y odio eso. Aparta la mirada, como si leyera mis pensamientos y se aleja también él. – Lo primero que aprenderás es como controlar en qué partes de tu cuerpo debes mantener el fuego, me refiero a que si quieres manifestarlo no puedes encenderte como un árbol de navidad. – Levanta una ceja. –¿Cierto?
–Cierto.
–Lo que tienes que hacer es visualizar el fuego salir de tus manos. – Levanta su mano derecha y con un movimiento de muñeca esta se incendia, miro fascinada como de su palma y dedos sale fuego, un fuego completamente controlado. Luego con otro movimiento lo apaga. Es todo un experto. – Ahora tú.
Miro mis manos y luego el traje que llevo puesto. –Oh. – Exclamo. – Así que para esto es el traje, por si me incendio toda. – Parece de latex, no lleva mangas largas y es de color gris oscuro. Caín asiente.
–Sí, pero trata de no hacerlo por favor.
Me paro derecha y suelto aire para concentrarme, visualizo, así como Caín dijo, el fuego saliendo de mis manos pero no, no pasa nada.
Los minutos pasan y estoy empezando a enfadarme. Miro a Caín pero él está serio, observando como fracaso.
–¿Puedes mostrarme de nuevo como lo hiciste? – Pregunto.
–No. – Dice. Le lanzo una mirada asesina.
–¿No vas a ayudarme? ¿Ni un poco?
Respira profundo mientras se acerca. – Abby ya te dije qué es lo que tienes que hacer.
–No es tan sencillo a como lo pintas.
–Tienes que sentirlo. – Dice tomando mis muñecas con delicadeza. Luego desliza sus suaves dedos por mis venas, su temperatura es incluso más baja que la mía. –¿Lo sientes? – Pregunta distraído.

Infierno Helado © [Libro 1]  #TheDomains2018 #PGP2018 #Wattys2018Where stories live. Discover now