Epílogo

293 40 34
                                    

Una semana después

Narra Toddy:

– ¿Para qué? –dijo Deuz frunciendo el ceño–.

– ¡Sólo déjame pasar! –chillé–.

– No, no tienes nada que hacer aquí... Te soportaba por Onnie, pero ahora que no está, no tengo porqué dejarte pasar, y mucho menos a su habitación.

Solté un quejido, enfadada.

¡Onnie era mi novio! ¡Tenía tanto derecho como Deuz a ir a su habitación!

– ¡¿Qué esperas?! ¡Ya vete! –dijo Deuz alzando su mano como si fuese a cachetearme–.

– ¡Ay, un machista! ¡Me protejo, me protejo, me pro-te-jo! –chillé alzando mis manos, protegiéndome–. ¡Escudo protector, actívate!

Deuz bufó y de un sólo ¡chas! ... Mató a la araña en la pared de mi izquierda.

– No soy machista y lo que dijiste no tiene sentido –dijo cruzándose de brazos–. En fin, no quiero cerrarte la puerta en la cara... ¿A quién engaño? ¡Obvio que quiero!

Me cerró la puerta en las narices y escuché como se iba riéndose.

Bufé. Será idiota.

Y mientras buscaba la manera de entrar en esa casucha, me acordé de Onnie y la razón por la que estaba haciendo esto.

Flashback

– ¿Y qué es eso tan importante que querías decirme? –dije mientras entrelazaba su mano con la mía–.

– ¿Recuerdas esa caja que está bajo mi cama? –dijo casi en un susurro–.

– Si, ¿por qué? ¿Te la traigo?

Él negó con la cabeza, dandole otra mordida a su empanada. Estábamos sentados en una acera cerca de un puesto de empanadas. Era sorprendente el cambio que Onnie provocó en mí. No es que haya cambiado por completo, pero ahora era menos odiosa.

Lástima que nadie se tomara la molestia de intentar comprenderme o hablar conmigo para que sepan que yo también soy humana como ellos.

– No, no es eso. Si llego a... –tragó saliva–. Morirme, ve por esa caja y ábrela.

– ¿Qué hay dentro?

– Ábrela y lo sabrás –se encogió de hombros y siguió comiendo–.

Fin del flashback

Entré finalmente a la casa. Y para mi mala suerte, a la habitación que entré era la de Mangle.

Ahí estaba ella, pero estaba durmiendo.

Tuve que correr de puntitas hasta la puerta, la abrí y me quedé fría.

– ¿Qué haces aquí? –dijo Foxy, quién pasaba por el pasillo–.

– E-eh... Mangle me pidió unas cosas para la banda y se las traje, ¡ya me iba! –contesté rápidamente–. ¿Es que acaso uno no puede ser acomedido? Pero claro, tú ni te molestas en mover un dedo por nadie.

Él frunció los labios y con gesto molesto se fue.

Sonreí.

Corrí hacia el cuarto de Onnie pero cuando iba a entrar, escuché una voz.

– ¿Y por qué no me dijiste para reírme de ella? –dijo Maggie–.

– Sé que has estado mal y eso... Lo siento –dijo Deuz–.

No soy gay |NFXNB|Where stories live. Discover now