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Llegué enfurruñada al entrenamiento. Luciano me echó un vistazo, extrañado.
–¿Qué pasó querida?
–No es nada.
Entré al vestidor y me cambie el uniforme. Cuando salí Tonya ya se estaba colocando los patines mientras hablaba alegremente con Luciano.
–No te creo nada eso de "No es nada".
Habló Luciano dirigiéndose a mi, parando estrepitosamente su conversación con Tonya. Puse los ojos en blanco y Tonya soltó una risita.
–Tuvo un pleito con la representante de nuestra clase.
–¿Y la vas a golpear?
Me dejé caer en el banco al lado de Tonya para ponerme los patines.
–Claro que no... pero me gustaría.
Luciano rió.
–Pero por supuesto. Apresúrate cariño, hay mucho por trabajar.
Agitó el cabello de Tonya y salió con su típico andado con gracia. Me giré a verla, estaba completamente roja. Oh mierda...
–¿Me estás jodiendo?
Pregunté divertida.
–¿A-a qué te refieres, ____-chan?
–¿¡No me digas que te gusta Luciano!?
Pregunté susurrándole al oído. Tonya se quedó viéndome sobresaltada. Miró a todos lados sin saber que hacer aunque finalmente asintió.
–¡Eres adorable!
Exclamé palmeándole la espalda. Tonya se atoró y riéndome salí a entrenar. Todavía con un poco de rabia recorriéndome el cuerpo.

Gruñí dando el tercer triple Axel.
–¡Bravo! ¡3/5! ¡Vamos mejorando!
Exclamó Luciano entusiasmado, demasiado entusiasmado para tener 26 años.
–No es suficiente.
Jadeé apoyando las manos en mis rodillas. Estaba sudando demasiado. Luciano me pasó una toalla mientras me daba instrucciones.
–...Además, ya es demasiado tarde, tu padre me va a matar si vuelves a llegar demasiado tarde a casa.
–¡____-san!
Gritó Harumi patinando desde el otro extremo de la pista, venía hacia nosotros a toda velocidad.
–¡Harumi! Tú tampoco deberías de estar aquí a estas horas.
Harumi se rió nerviosamente, eso era lo que Luciano provocaba en las mujeres, porque de verdad era un hombre muy atractivo, mi ruso favorito.
–Está bien, sensei. Mi hermano dijo que esperara por él, lo que me parece extraño... espero no haya pasado nada en casa.
Harumí me observó con una expresión divertida que no pude entender y después de hablar un poco más con Luciano me pidió que viera su programa y que la orientara en lo que le hacía falta. Luciano ayudo también y verla, por alguna razón esfumó mi enojo. Hizo su programa corto, cometió dos faltas pero lo demás lo hizo perfecto. Se acercó a nosotros rápidamente.
–Antes de que me digas lo que piensas... ¿terminaste tu programa corto?
Asentí desconcertada. Le dijo al al oído a Luciano y él hizo una seña a las cabinas de arriba.
–¡Muéstramelo!
Pidió entusiasmada.
–¿Segura? No parecías muy cómoda viéndolo la última vez...
Se rió nerviosa pero negó.
–¡Me encanta verte!
Empezó a sonar la música pero se detuvieron.
–¿Es en serio?
Pregunté risueña.
–¿Qué mejor manera de practicar ese triple Axel?
Le sonreí a Luciano. Bueno, no me molesta...
Esta era la primera vez que le presentaba a alguien más que no fuera Luciano mi programa corto completo, con música. Mi programa corto era difícil, no por los saltos si no por la secuencia de pasos. Luciano me había orientado en que no tenía que enfocarme tanto en la fuerza si no en la delicadeza. "El objetivo es que tengas un poco de ambas, pero tienes que comportarte como una mujer tan delicada que todos vean que estás fuera de su alcance. Eso te va a dar el poder. La fuerza que quiero es la determinación tuya en cada uno de los movimientos. Estoy seguro de que los demás lo verán de la misma forma que yo lo veo" le di al triple Axel, aunque no fue demasiado alto. Grité de frustración pero seguí con la secuencia de pasos y los últimos dos saltos tal y como me había dicho que lo hiciera. Permanecí en la pose final unos segundos y me dejé de caer de rodillas al hielo, golpeándolo con mis nudillos a la par. Luciano patinó hasta mi, con Harumi detrás.
–Te exiges demasiado.
Espetó Luciano con desaprobación. Me agarró la cara con ambas manos y me vio directo a los ojos hasta que pude calmarme. La presión de la competencia se me venía encima y todavía tenía que terminar de pulir el programa libre. Suspiré y me miré los nudillos, los del dedo corazón y índice sangraban un poco.
–____-san... tienes que vendarte eso de inmediato. ¡ONI-CHAN!
Gritó viendo las graderías. Me giré a ver la cara inexpresiva de Midorima cuando empezaba a acercarse a la pista.

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora