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Habíamos estado sentados unas tres horas hablando de diversos temas. Damien seguía siendo encantador, alegre y gracioso. Sonreí y tomé un sorbo de la malteada que había pedido.

–¿Por qué dejaste de venir?

Damien frenó su sonrisa en seco. La mirada se le oscureció y me hizo sentir culpable. Carraspeó y se removió incómodo en el asiento.

–Mamá murió. Y sé que esto sonará grosero, pero no quería saber de nada que me recordara a ella.

Sonrió con tristeza y desvió la mirada. Fruncí el ceño.

–Sí, sonó grosero pero... lo entiendo.

Recordé con amargura cuando le preguntaba a mamá porque Damien había dejado de venir. La voz delicada y casi angelical del pequeño niño de ojos grises se me vino a la mente.

"–¡Lograremos muchas cosas juntos!"

Damien pareció avergonzado y hubo un momento de silencio incómodo.

–Lo siento, ___-chan.

Susurró jugando con los dedos.

–Desapareciste hasta tal punto que me olvidé de ti.
–Lo sé, lo noté.

Tomó mi mano sobre la mesa y acarició mis nudillos. Le di una sonrisa conciliadora y tomé su mano de vuelta dándole un leve apretón.

–¿Lograste encontrar otra pareja?

Pregunté apartando la mano de la suya para tomar más malteada. Damien y yo íbamos a participar en patinaje en parejas. La vez que me llevo a pista era porque tenía como único propósito engatusarme para que aceptara ser su pareja. Él sonrió con tristeza y se encogió de hombros.

–No. También dejé de competir. De hecho, esta es la primera vez en mucho tiempo que voy a hacerlo. Pero claro está, lo haré solo.
–Bueno, es cierto que nunca vi tu nombre en algún evento.

Fijó su vista en mis ojos y de nuevo me sentí expuesta. ¿Qué estará pensando?

–Y ésta sería tu tercer Grand Prix.
–Mi primera en senior.
–Bueno, al menos ya sabes cómo funciona.

Me removí en el puesto incómoda. Había tenido desempeño bueno en eventos como China Cup y Rostelecom Cup, Skate América... pero a la hora de la Final...había logrado plata a la edad de 13 años y la otra... fue una experiencia desagradable. Pero éste sería mi año.

–Supongo que sí.

Mascullé de repente malhumorada. Damien pareció sorprenderse.

–No te recuerdo así de voluble. Ahora no sé de qué humor estás o vas a estar... me desconcierta.

Apuntó con una sonrisa en la cara. Se me vino a la mente Midorima. Si a él se le pegó mi diversión, a mi su mal humor.

–Se me han pegado las mañas de cierta persona...
–¡Oh vaya! ¿Acaso has conseguido un novio?
–Sí. Es una persona... interesante.

Que no me ha dado señales de vida en ya casi dos días.

–¡Oh!

Exclamó con una sonrisa que no se reflejó en sus ojos.

–¿Acaso te está dando problemas? No pareces muy feliz.

Me di cuenta de que no había dejado de fruncir el ceño a lo que le contaba sobre él. Me reí con frustración tratando de medir su expresión, lo recuerdo excesivamente sobre protector, y aunque su expresión no dejaba ver nada tenía el presentimiento de que eso no había cambiado en absoluto.

–Es un chico interesante, solo eso. Exasperante, pero nada que no pueda manejar. Tal vez le conozcas en estos días.

Mantuvo silencio unos segundos y luego respondió.

–Vale. ¿Y Cómo te llevas con tu padre?

Sonreí y empecé a contarle que mi padre seguía comportándose como un chiquillo y que era divertido vivir bajo su mando, aunque definitivamente era exigente.
Seguimos conversando hasta que se hizo tarde y decidimos ir de regreso al hotel.

–No puedo creer que nos estemos quedando en el mismo hotel.
–Yo tampoco.

Le dije riéndome. Vaya día. Había resultado mejor de lo que esperaba.
Él caminaba con las manos en los bolsillos, chocando juguetonamente contra mi a medida que caminábamos. Por su manera de vestir era evidente que estaba enamorado del color negro, nada como su pequeño yo que era más bien fan del rojo y del azul.
Cuando llegamos a la recepción del hotel, esperé a que Damien pidiera sus llaves y me puse a mirar alrededor. Era un hotel hermoso, grandes ventanales con pisos de madera, un lugar amplio y acogedor. Sus muebles eran rojos y modernos. Una pareja repasaba las páginas de un catálogo mientras que un peliverde veía con impaciencia su celular.
Hijo de puta.
Me dirigí hacia él dando grandes zancadas. Me puse detrás de él y carraspee exageradamente, llamando su atención de inmediato. Cuando me vió, frunció el ceño y yo también.

–Bonita hora de llegar.
–Bonita hora de aparecer.

Se puso de pie y rodeó el sofá para hacerme frente y de repente me sentí intimidada.

–¿Dónde estabas?

Preguntó con un aire amenazante. Tragué saliva y le sostuve la mirada firme.

–Encontré a un amigo de la infancia. Fuimos a hablar a un restaurante cercano y se nos fue el tiempo. Como no contestabas mis llamadas ni mis mensajes, creí que no te importaba.

Su expresión pasó de neutra/molesta a molesta/escandalizada/dolida(?.

–Sí. Me. Importa.

Dijo entre dientes. Y continuó, ahora avergonzado.

–Pensé que... uhm... te podría sorprender de alguna manera.

Se cruzó de brazos sonrojado y desviando la vista. Me reí y me vio de reojo, ahora algo relajado de ya no verme a la defensiva.

–Sí es por eso, te perdono, Tsundere-kun.

Me fulminó con la mirada y yo le abracé con fuerza, me sorprendió cuando me correspondió.

–¿Quién eres y que hiciste con Midorima?

Pregunté con un susurro pegada a su pecho. El rió con algo de amargura, pero divertido y lo solté.

–¿Qué no me ves, idiota?

Divisé a Damien acercándose despacio a nosotros, con recelo. Vaya, vaya, definitivamente hay cosas que no cambian.

–Sí, te veo.

Respondí juguetona y girando sobre mis talones para recibir a Damien.

–Damien, este es Midorima Shintaro. Midorima, este es Damien Feraud, el amigo del que te comenté.

Damien le estiró la mano para que se la estrechara y de repente sentí un aura diferente en Midorima, un aura aterradora. Después de dejarlo con la mano al aire unos segundos, se la estrechó.

–Entonces este es tu novio...
–Ehh sí...

Dije sintiéndome repentinamente incómoda. Midorima tomó mi mano.

–Definitivamente es interesante.

Musitó con desdén y ambos mantuvieron la mirada fija el uno con el otro.
Oh cielos ¿Qué demonios está sucediendo entre estos dos?

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora