Chapitre 45.

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Léa

Tres semanas habían pasado ya desde que Antoine y yo supimos que íbamos a ser padres; las tres semanas más duras de mi vida.

Los mareos seguían presentes pero ya no tan fuertes como antes.

La familia de Antoine ya sabía sobre mi embarazo y, a decir verdad, se alegraron ellos más que nosotros.

Mis amigos ya lo sabían, pero les advertí que no era seguro (como hicimos con la familia de Antoine). Mi familia no lo sabe, por eso viajaré hasta Niza unos días sin Antoine para darles la noticia.

Por otra parte, en atletismo seguiré asistiendo pero solo al gimnasio, ya que no me encuentro tan bien como para entrenar tres o más horas.

Y Antoine Griezmann, el padre del "esperado" bebé, seguía sin apoyarme ni atenderme.

Me ignoraba por completo y cada vez que tenía que ir al baño a vomitar él ni se molestaba. Yo seguía yendo a ver sus partidos y al terminar intentaba felicitarlo o animarlo pero él siempre me esquivaba.

Es muy difícil llevar una relación así.

Hoy por la mañana debía ir al ginecólogo y seguramente sola. Estaba muy nerviosa y en mi mente estaba la opción de abortar.

Si ninguno de los dos quiere problemas... ¿Por qué los tendríamos que generar?

Salí del baño y me hice una cola alta. Seguidamente cogí mi pequeña mochila donde llevaba las llaves, una botella de agua y mi móvil.

Puse mi mano en el pomo de la puerta y en seguida Antoine gritó:

—¿A dónde vas?

Me volteé y resoplé.

Antoine estaba en el último escalón con una cantimplora de un jugador de baloncesto en la mano.

—Al ginecólogo —respondí—. Te recuerdo que estoy embarazada.

Él abrió los ojos como platos y bajó un par de escalones.

—Las embarazadas no pueden conducir —habló y siguió bajando las escaleras.

—Si que podemos —contesté abriendo la puerta.

Antoine llegó por detrás y dio un portazo. Agarró el pomo de la puerta y me apartó.

—Te dije que no.

Su pelo rubio estaba despeinado y tenía unas pocas de ojeras.

Estiró su brazo y dejó la cantimplora en la mesilla al lado de la puerta.

—Antoine déjate de tonterías. Llego tarde.

Intenté apartarlo pero él era mucho más fuerte que yo.

—Voy a ir contigo.

Fruncí el entrecejo.

—Te he dicho que las embarazadas no pueden conducir —tragó saliva nervioso y cogió las llaves de mi coche.

Abrió la puerta y entró en mi coche.

—¿Vas a venir o no? —preguntó.

Resoplé y cerré la puerta tras de mi.

Entré en el coche, dejé la mochila en mi regazo y me abroché en cinturón. Seguidamente me crucé de brazos.

Admitía que estaba muy nerviosa, pero me enfurecía la actuación de Antoine.

—Puedes sonreír un poco —susurró Anto.

Me volteé dándole la espalda y mirando hacia la ventana.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017حيث تعيش القصص. اكتشف الآن