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—Tiene que estar aquí— Se quejó Maia.

—Ya lo he revisado diez veces, no está— La recepcionista dijo sin importancia con la vista en su computador— De seguro está en otro lugar. Todas las carpetas que había acá eran los estados financieros de la compañía y otros documentos. 

Maia se apagó un poco y se afincó sobre la madera de la recepción.

—Muchas gracias— Retrocedió para caminar hasta la gran puerta de cristal, antes de salir se detuvo en seco— ¿Hasta dónde iban esas carpetas? — Preguntó con curiosidad.

— No estoy segura Maia, al director de la compañía supongo. De igual manera , no eres empleada de acá, no puedes subir hasta la oficina del director sin autorización— Organizó unas hojas de color rosa para introducirlas dentro de un compartimiento de su escritorio. Maia intentó hacer algo de presión toqueteando la madera con las uñas. Lo que logro que la recepcionista subiera su mirada de manera pedante—¿Si te digo dónde está me dejarás en paz al menos una semana? —Pidió la recepcionista deteniendo las manos de Maia.

—Es una promesa— Sonrió ella con picardía.

—Último piso, en la puerta tiene un Walker en letras doradas, no te puedes perder.

—Muchísimas gracias— Le guiñó el ojo izquierdo.

Maia se separó de la recepción caminando hasta el ascensor. Entró en él y marcó el número ocho entre las filas de números. Mientras esperaba ahí, se acomodó el jean negro que llevaba puesto, escuchó las puertas abrirse y salió buscando la puerta con el nombre en ella. Caminó entre los trabajadores del lugar que vestían formalmente.

—¡No quiero saber más al respecto! — Se escuchó una voz masculina en el lugar, los trabajadores se hicieron los sordos y siguieron en sus actividades a diferencia de Maia que intentó conseguir el responsable de los gritos.

Comenzó a buscar entre las oficinas y se encontró con un hombre canoso hablando de manera agresiva hacía una mujer algo mayor.

—Raymond, no es la mejor opción— Susurró algo duro.

El hombre entró en su oficina tumbando la puerta y así Maia pudo divisar las letras doradas con escribían Walker. La mujer rubia por su parte, se volteó con agresividad. Maia caminó hasta la puerta sin tomar en cuenta el acto anterior y la presencia de la mujer frente a la puerta. Antes de lograr toquetear la puerta, la mujer llamó su atención.

—¿Qué estupidez planeas hacer niñata? —Escuchó.

—Y-yo...— Titubeó.

—Retírate de acá, esta área es restringida— Se cruzó de brazos y Maia reconoció sus gestos; Era la mujer encargada de las audiciones de la compañía. Lily, era su nombre según sus recuerdos.

—Disculpe— Bajó su rostro— Soy nueva trabajando acá, aún no tengo mucho conocimiento de las restricciones— Mintió jugando con sus pulgares. El rostro de la mujer solo expresaba chocancia.

—¿Trabajas aquí y vistes así? — Preguntó con una ceja levantada mirándole de pies a cabeza. Maia torció la boca.

—Sí, de hecho, quiero provechar la oportunidad para preguntarle: ¿Dónde están los documentos que el director pidió? Al parecer confundieron una carpeta con uno de los portafolios de una de las modelos—Dijo Maia intentando sonar creíble.

—¿Acaso crees que soy qué? No tengo idea— Dijo sin soltar sus brazos, se retiró dejando a Maia sin respuesta alguna.

Maia intentó llamarla, pero Lily la llamó primero.

Dusk Till DawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora