Capítulo 25

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— ¡Yuuki! —un ruido a la lejanía — ¡Yuuki! —no, una preocupada voz — ¡Yuuki!

El joven abrió los ojos y lo primero que vio fue a su compañera con sus ojos delatores de un llanto incesante desde hace algunos minutos o quizás horas.

— ¡Yuuki! Por fin despiertas ¡Te odio! ¿Como te atreves a hacerme esto? —le replicó la joven mostrando primero un gran rostro de alivio cambiándolo después por uno molesto.

— ¿Izumi? —dijo el aun un poco perdido.

— Si, ¿Quien más puedo ser? ­­—respondió cruzándose de brazos.

— Alguna loca bipolar que se escapó del manicomio y que está perdidamente enamorada de mi —comentó en tono burlón sentándose sobre la cama para después deslizar su mano sobre su despeinado cabello azabache.

Las mejillas de la castaña ahora se encontraban inexplicablemente calientes y le dio la espalda a la cama para que así el no pudiera notar su gesto molesto acompañado del rubor en sus mejillas ahorrándose así una respuesta para él y creando unos segundos después un incómodo silencio en aquella habitación esto hasta que un alma llena de vida entró con energía dejándose caer sobre la cama abrazando con la mayor fuerza que su pequeño cuerpo le permitía al joven recién despertado. Izumi sonrió ante tal acto y luego se acercó a la puerta con sus ojos algo apagados.

— Veo que estas bien, no has perdido tus malos chistes, Hotarou ya está aquí para hacerte compañía así que me voy, estaré afuera por si necesitas algo —comentó con tono frio abriendo la puerta si dirigir de nuevo su vista hacia ellos, sin querer dirigir la vista una vez más a Yuuki, se sentía extraña, como si quisiera apuñalarlo pero al mismo tiempo abrazarlo fuertemente, estaba confundida, triste, se sentía traicionada de una forma que ella seguía sin creer, quería estar cerca de él y al mismo tiempo buscar el rincón más alejado del universo para no verlo de nuevo ¿Qué rayos le estaba pasando?

Yuuki y Hotarou siguieron con la mirada a Izumi hasta que cerró la puerta de un golpe y luego intercambiaron algunas miradas.

— Oye pequeño Hotarou, dime ¿Que paso? —le cuestionó si estar aún muy seguro de cómo había terminado ahí.

— Pues... — posó su pequeño dedo debajo de su boca intentando recordar con exactitud y se acomodó e la cama al lado del joven —Cuando caíste Izuzu corrió a verte, te habló, pero como no despertaste, te cargó...o más bien te arrastró hasta aquí, dijo algunas palabras que mamá me prohibió decir ¿Le lavarás la boca con jabón? —Peguntó con inocencia.

— Ooo, ya veo, eso explica por qué me duele todo —expresó lazando un suspiro y luego pasó su mano por su nuca moviendo la cabeza un poco y no pudo evitar reir al escuchar lo último — tranquilo, no le podemos hacer eso a ella, aquí ella manda —susurró lo último mirando por la ventana el paisaje nocturno — Hotarou ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

— ¡Si! —respondió con entusiasmo el pequeño rubio con una gran sonrisa en su rostro.

El joven creó una pequeña mesa y ahí apareció un plato con fruta, galletas y un vaso de leche —¿Eso está bien? —preguntó recargando su espalda en la cabecera de la cama.

— Si, gracias Yuuki —asintió al tiempo en que tomaba un poco de su cena y la comía a toda prisa mostrado una sonrisa o haciendo algunos tiernos sonidos tras cada bocado.

Yuuki puso su mano sobre la cabeza de Hotarou comenzando a acariciar su cabello — ojalá todos fueran como tu Hotarou —habló en voz baja notando así que el pequeño no se había percatado de lo que acababa de decir.

Cuando ya había terminado su comida, se quedó dormido junto a Yuuki, su rostro reflejaba calma, como si todo lo que hubiera sucedido y lo que estaba por suceder no le ocasionara preocupación alguna y el futuro estuviera a su favor. Era medianoche cuando Yuuki se puso de pie, como esperaba, mantener el equilibrio al inicio fue algo complicado al igual que sus ojos le permitieran ver con claridad — aun no — susurró para si mismo y se acercó Hotarou cobijándolo, después de esto salió de la habitación y caminó lentamente por la casa a oscuras, cada paso resonaba en la vivienda dejando en claro la soledad de ese momento, se había acostumbrado a caminar en la oscuridad, algunos incluso decían que él era la oscuridad por lo que no fue necesario encender ni una sola luz para poder encontrar el camino hacia el exterior, pero la visualización de una delgada silueta provocó que él se detuviera, una de las habitaciones del segundo piso de la cabaña estaba abierta, siendo específico, el cuarto en el cual se encontraba un gran balcón, las puertas de vidrio que daban a este estaban abiertas y sobre el barandal se encontraba ella con su cabello suelto danzando con la suave brisa y sus ojos impregnados con el brillo de la luna.

— Señorita si intenta suicidarse le informo que no lo permitiré —le persuadió el joven quedando en la entrada de la habitación recargado sobre el marco de la puerta de brazos cruzados.

— No tengo intención de cometer ese acto cobarde, solo estaba observando el cielo estrellado —respondió ella con tono seco sin desviar la vista del cielo.

— Para mí el suicidarse también requiere de un gran valor... entiendo que sigas enojada, yo también lo estaría —habló al notar el comportamiento que estaba teniendo con él.

— Yuuki por favor, no quiero hablar contigo, estoy conteniendo mucha rabia hacia no sé quién y no quiero soltarla en ti, tu no tienes la culpa, bueno, tal vez si, no lo sé, solo...déjame —le respondió con pesar y confusión.

— ¿Por que no? Creo que parte de esa rabia va dirigida hacia mí, así que... — Yuuki se acercó a ella quedando a unos cuantos pasos — adelante —extendió los brazos hacia los costados y cerró sus ojos dibujando una sonrisa en su rostro.

— No, ¿Olvidas que hace un momento te desmayaste? —respondió con firmeza intentando esconder su preocupación.

— ¿Y eso que?

— Que... No sería justo pelear contra alguien que no se encuentra bien —o más bien no quería volver a pelear contra el bajo ninguna circunstancia.

— Estoy seguro de que ni así podrías vencerme —expresó con insistencia y voz confiada.

— Yuuki no me vas a convencer —Izumi elevó su tono de voz y se dispuso a salir de la habitación.

— ¿Tienes miedo? —una sonrisa retadora apareció en sus labios.

— ¡Basta! No voy a pelear —Continuó con firmeza.

— ¡Te espero afuera! —Yuuki le hizo un guiño y corrió hacia el barandal saltando por éste, Izumi aterrada corrió a asomarse notando que él se encontraba de pie perfectamente bien extendiendo sus brazos hacia ella — ¿Que esperas? déjate caer, yo te atrapo.

— ¿Es un ejercicio de confianza o algo así? Porque me has quitado la que te tenía. Voy por la puerta —respondió alejándose del barandal abrazándose a sí misma.

— Esta bien, haga lo que guste señorita —Yuuki hizo una reverencia hacia ella esperándola con una sonrisa.

Izumi recorrió las escaleras hasta llegar a la planta baja, con paso lento, quería tener tiempo para pensar lo suficiente antes de verlo de nuevo, pero al final daba la impresión de que no había pensado en nada, abrió la puerta y sus ojos quedaron sorprendidos al ver que frente a ella se encontraba un sendero de pequeñas velas que finalizaba a los pies de Yuuki.

— Yuuki, bajé a pelear más no a reconciliarme contigo —¿Por qué era que cada vez le costaba más trabajo mantener ese tono firme y seguro en su voz cuando estaba frente a él?

— ¿Entonces si vamos a pelear? ...está bien — encogió os hombros y luego de mirar un poco a su alrededor, chasqueó los dedos haciendo que las luces que iluminaban la noche se esfumaran.

Las sombras del atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora