ɪ »ɴıɴᴀ

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El tiempo se hace insoportablemente eterno. Solo llevo sentada 15 minutos pero siento como si hubieran pasado 5 horas.

Mi Psicóloga, Grace Dicker, estaba sentada frente a mi aún esperando que hable, pero yo seguía sin decir nada.

-Nina -suspira derrotada- Ya hablamos mucho de esto, quiero ayudarte, pero la única forma de poder hacerlo es que te abras y me cuentes como te sentis. Te prometo que nada de lo que digas saldra de aca.

-¿Segura doctora? Porque se muy bien que si yo le digo algo dudo que tarde mucho eb contarselo a mis padres en cuanto salga por esa puerta, así que ahorrese las mentiras, por favor.

-Yo solo quiero ayudarte a volver a encontrarte con vos misma. La que eras antes de entrar en los Juegos.

Ya sin poder aguantar más y, sabiendo que es muy maleducado de mi parte, me levanto de mi asiento tomando mi cartera y dirigiéndome hacia la puerta.

-Solo dejeme aclararle algo que debi hacer desde la primera vez que entre a este lugar luego de los Juegos: Jamás voy a volver a ser la misma de antes. Entiendo que este sea su trabajo y deba cumplirlo al pie de la letra, la respeto por eso, pero usted sabe muy bien que lo que digo es verdad. Porque no solo yo cambie, sino que cada persona del país lo hizo, todos quedamos de una u otra forma marcados por lo que pasó y ninguna terapia va a revertir eso. Lo lamento.

Tomo una bocanada de aire antes de terminar mi descargo.

-Así que le pido que le diga a mis padres que esto es inútil. Sea sincera. Con eso me ayudara y mucho.

Al terminar de hablar solo abro la puerta y salgo del consultorio sin importarme nada más que alejarme de ese lugar.

Pasaron dos meses desde mi regreso de los Juegos del Hambre. Desde que puse un pie fuera del auto que nos trajo, mis papás lo único que han hecho es sofocarme más de lo que ya lo hacían, especialmente mi mamá. Apenas unos días en casa y ya me arrastro a ver a una psicóloga, porque según ella necesitaba ayuda profesional después de todo lo que paso y que solo así volvería a hacer la misma de antes, pero lo que le dije a la Dra. Dicker era cierto.

Jamás voy a volver a ser la misma de antes.

No duermo bien, aveces tampoco tengo apetito y hasta me volvi algo irrespetuosa con las demás personas, pero ¿como podría ser la misma de antes si cada noche me despierto gritando, llorando y toda sudada por alguna pesadilla relacionada con los Juegos y todas aquellas personas que murieron por mi culpa?

Brooke

Carter

Sierra

Ethan

Lucy.

Todos se aparecian en mis sueños, torturandome de mil maneras diferentes por el dolor que les cause y gritandome que no merecía vivir mientras me arrastraban a mi propia muerte. Cada noche sin falta me asesinaban de una manera distinta, ya se hizo una costumbre tener este tipo de sueños.

Mis papás trataban de ayudarme, pero no entendían que obligarme a estar durante dos horas a la semana reviviendo todo lo que pase no iba a ayudarme. Necesitaba mi espacio. No necesitaba que estén todo el tiempo vigilandome o queriendo que vea a un profesional para que recete pastillas para dormir.

Porque si, quisieron que me recetaran pastillas que lo único que iban a hacer es evitar que pueda despertar de mis pesadillas y obligarme a soportarlas. Ah noo, señores. No iba a permitir que me drogaran y me trataran como si estuviera loca.

Estoy harta de que me traten como si en cualquier momento fuera a sacar un arco de mi cartera y empezar a disparar flechas como una demente. No solo son mis padres, sino que todos los chicos del Roller también se comportan como si debieran cuidar cada palabra que dicen para evitar que yo enloquezca o me derrumbe.

Fire #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora