Capítulo 4: Listos

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–¿Qué tal y si nos vamos a mi casa? Hoy no hay nadie allí.– dijo el sonriendo. Solamente asentí, y el ya se encontraba guiando hasta la casa.

~ Narrador Omnisciente ~

De camino hasta la casa de Juan, ambos chicos tenían las manos entrelazadas y se decían cosas indecentes en el oído. Al llegar ni siquiera habían entrado a la casa cuando ambos chicos ya se encontraban deborandose los labios.

Llegaron a la primera habitación que encontraron y cerraron la puerta.

Mientras que besos desesperados sonaban por toda la habitación, ellos no tenían ni idea de como habían llegado ahí, ellos estaban en otro mundo.

Sentían la necesidad en la piel, les ardía. Juan desprendió la camisa del pequeño cuerpo de Ed, dejándolo con su pecho completamente al descubierto y comenzó su propio rastro de besos desde el cuello hasta más abajo del obligo.

Besaba, lamía y mordía suavemente la piel de Ed. Juan sentía como con cada beso que daba, a Ed se le erizaba la piel y temblaba un poco.

Él más pequeño solo disfrutaba de los besos del mayor, dejándose llevar por el deseo que lo estaba consumiendo. Se preguntaba que como habían llegado a esto, pero no quería detenerlo. Aunque sabía que era muy pronto para dar este gran pasó, sentía que no debía esperar más. Sentía la necesidad de tocar el cielo, o eso pensaba. Quitó la camisa de Juan, y la tiró a algún rincón de la habitación, sabiendo que luego no la encontrarían del cansancio. Lo acostó en la cama y se sentó encima de el notable bulto del otro, y empezó a mover las caderas en movimientos circulares mientras le besaba el cuello y dejaba varias marcas que tardarían muchísimo en irse.

Ninguno podía formular una palabra, pues estaban tan excitados que no podían pronunciar nada. Solo jadeos que se mezclaban todos en la habitación creando un ambiente de deseo puro.

Volvieron a atacar sus labios, esta vez fue un beso rudo, con ganas. Aún sentado encima de él, Ed enrolló sus pies en la cintura de Juan y este se levantó de la cama acorralandolo a la pared para poder deborar sus labios mejor.

Ambos tenían los ojos cerrados, besándose tanto hasta desgastarse los labios. Si seguían besándose así de intenso terminarían sangrando, aunque a ambos en este momento eso le dá demas.

Juan mordió el labio inferior de Ed haciéndolo sacar un fuerte gemido.

–T-te de-s-seo.– pudo finalmente decir Ed.

Juan le respondió con un beso intenso volviendo a morder los labios del otro.

Caminó devuelta a la cama, acomodando a Ed en ella. Bajó poco a poco los pantalones de Ed hasta dejarlo en bóxers. Estaba impaciente, era su primera vez y quería que fuera perfecta para ambos.

Acarició la erección de Ed por encima de los bóxers color negro, haciéndolo sacar más gemidos.

Ambos tenían la respiración acelerada, y se miraban a los ojos con deseo puro. Los ojos de ambos estaban más obscuros que de costumbre, y esto era gracias a la situación en la que se encontraban ambos.

–¿Estás seguro que quieres hacerlo?– preguntó Juan antes de continuar. Porque aunque lo deseaba muchísimo, no haría nada en contra de la voluntad de Ed. Todo sería si Ed quiere.

–S-si-sí.– contestó Ed con la voz agitada. Tratando de hablar, pero ni podía.

Entonces Juan prosiguió, bajó el bóxer de una. Dejando al descubierto el gran “problema” de Ed.

Rozó sus dedos sobre la cabeza y sintió como el cuerpo de Ed vibró en respuesta de aquel simple roce. Tomó la erección son su mano y empezó lentamente a masajearla, contemplandola.

Escuchaba como Ed gemía en respuesta, y para él era como escuchar los ángeles. Era una dulce melodía que quería conservar para él siempre. No quería que alguien más escuchara esto ya que se sentía muy especial.

Subió su rostro y beso a Ed de nuevo en los labios. Aún con su mano masajeandolo lentamente.

–Te diré algo, pero no te asustes.– dijo Juan mirando directamente los ojos de Ed.

–D-dime.– trató de decir Ed entre gemidos, pero no pudo. Los gemidos eran más que las palabras que podía decir.

–Te amo.– soltó Juan de repente.

Y Ed comenzó a llorar y alejó la mano de Juan. Lo miró directamente a los ojos mientras más lágrimas le bajan por las mejillas. Lo abrazó y empezó a llorar.

–¿Qué tienes Ed? ¿Qué pasa?– preguntó un poco asustado por el repentino cambio de este.

–Y-yo también te amo, aunque sea muy pronto para todo esto. Te amo.– dijo, para luego abrazarlo denuevo. –Hazme tocar el cielo.– terminó de decir Ed y Juan sonrió continuando lo que estaban haciendo antes.

Bajó su rostro hasta estar frente a frente con el pene del otro, lo tomó en sus brazos y besó la punta haciendo que el cuerpo de Ed se erizara por completo. Pasó su lengua por el tronco hasta llegar a la cabeza la cuál metió completamente a su boca al fin.

Empezó con los movimientos de arriba a abajo, succionando todo lo que podía. Luego fue experimentando más cosas las cuales podía hacer.

Mezclo los movimientos de arriba a abajo, con unos circulares. Al escuchar como Ed llenaba la habitación de gemidos fuertes, sabía que lo estaba haciéndo bien.

Sintió como el cuerpo de Ed se comenzaba a tensar, pero Juan no quería terminar aún, asi que dejó de hacerlo y se separó de Ed. Escuchó un reproche de parte de este.

Se bajó los pantalones junto a sus bóxers, dejando al descubierto la gran erección que llevaba todo este tiempo guardada.

De pronto ambos sienten como la puerta es abierta, junto al ruido de un vaso callendose y rompiéndose en mil pedazos.

Ambos en shook, y con nervios a flor de piel, voltearon a ver a donde provino el ruído, y era nada más y nada menos que el hermano mayor de Juan con su cara en pánico y boquiabierto.

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Dividido Por Amor [gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora