Capítulo dieciséis

10.2K 628 40
                                    

Sigo cada uno de sus movimientos hasta que desaparece por la puerta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sigo cada uno de sus movimientos hasta que desaparece por la puerta. Resoplo y me relamo los labios, ahora ya no tengo a nadie que interceda por mí, aunque estoy segura de que Natalia conmigo no se va a ensañar tanto.

—Explicame —demanda.

¿Qué mierda le digo? Mentiras, claro. No puedo decir ni por asomo que el árabe me quiero solo para sexo... O bueno, ya no estoy muy segura de eso.

—Solo ha sido está vez, Natalia —hablo con voz cansada.

—¿Una sola vez? Bianca no soy boba, he notado sus miradas cómplices otras veces —brama y se sienta en el sofá.

La miro, no puedo describir mi expresión. Solo sé que mis mejillas jamás habían estado tan rojas y mi cerebro maquinando a la velocidad de la luz.

—Solo habían sido miradas hasta ahora. Hoy fue que nos acercamos un poco más de lo debido... —titubeo.

¿Es enserio? Cabe resaltar que no soy buena mintiendo, aunque, si tengo tiempo para pensar en la mentira que diré, me sale bastante real.

—¿Te gusta? —pregunta dejándome completamente desconcertada y con la boca abierta.

¿Gustarme? Nunca me lo había planteado.

Aunque...

—No —respondo segura, pero después de pronunciar esa negación siento un extraño revuelo en mi pecho.

En el rostro de mi madrastra nace un amago de sonrisa; palmea el sillón a su lado, dándome una invitación a que me siente junto a ella.

—Cariño, mira, sé que Jhatkim es un hombre atractivo, pero no te dejes engañar, no caigas en sus garras. No estoy diciendo que él sea malo, solo es mayor... Muy, muy mayor. Busca a alguien de tu edad, no cometas el mismo error de tu madre —aconseja con tono maternal.

Ni siquiera me he acomodado bien en el asiento cuando me levanto de golpe.

—Ese no fue un error. Mi mamá amaba a mi padre y él a ella... Solo se dejaron llevar por ese sentimiento —defiendo a mis padres.

Jamás veré como error que mi madre se halla enamorado de mi padre a tan corta edad, ¿que se apresuraron? Sí, aunque tampoco permito que me vean a mí como un error.

Natalia suspira y se levanta.

—¿De verdad no ha pasado algo íntimo entre ustedes? Así como un beso, un roce, una caricia, unos besos húmedos... —interroga y hasta mis orejas arden de la vergüenza.

Convénceme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora