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Tiempo, llevo bastantes días queriendo decirte varias cosas, pero no había encontrado el momento.
Hoy, no te quiero hablar del amor. Este tema ya me aburre, porque es la misma historia una y otra vez que se repite hasta el infinito, y después, de tanto hablar, el amor ha pasado a ser uno de los grandes tópicos de la vida y también de las novelas en general.
Hoy quiero tomarme unos minutos para hablarte del futuro. Aquello incierto que tengo delante de mí, y que cada persona tiene delante de su vida, en momentos en los que no sabe hacia dónde ir.
A veces, como últimamente, me siento perdida en un laberinto. Como si estuviese dentro de una caja rodeada por pensamientos que me entristecen, y costase salir de aquella caja. Antes, sobretodo, allí pasaba día y noche, pero ahora es diferente. Soy otra, Tiempo, ¿no lo ves?
Creo que nunca me había sentido mejor de poderlo decir sin temor a nada. El saber que las personas cambiamos, y que yo, ya no soy la misma niña asustadiza, que intentaba comportarse correctamente, no levantar la voz, no hablar demasiado, y mil noes más que ahora ya no cumplo. Si ahora, volviese a tener ocho años, quién sabe cómo me comportaría. Ocho años, es una edad desde la cual se recuerdan pocas cosas por gran parte de las personas, pero en mi caso, los ocho años, fueron el ecuador, por el momento, de mi vida. ¿Sabes cuánto sufrí aquel año? Sé que te he contado muchas fechas de las que no me enorgullezco en mi vida, y que he tenido más momentos de lágrimas que de alegrías, pero aquel año, también fue difícil para mí.
¿Sabes cómo me trataba la gente? No deseo contártelo, porque es triste saber que las personas que deberían ayudar a los demás, son los que les hacen daño, así que me gustaría saltar algún que otro acontecimiento porque es innecesario. Pero lo que es imprescindible decirte es, que ya no soy la misma persona insegura que encontraste un día. Que ya no me encojo ante los errores, y que acepto que algo no lo he hecho bien, y lejos de llorar, pienso en qué hacer para mejorar, e intento encontrar cuál era el error, para aprender de ello. Ya no me preocupa la opinión que los demás tengan de mí, y creo que eso dice bastante de en qué punto de mi vida estoy ahora, muy diferente en el que un día me quedé.
Es inevitable que queramos dar nuestra mejor versión. Pero siempre habrá alguien que pensará mal de nosotros; que nos dirá que no somos hechos a su medida. Sé que he ganado detractores a lo largo de mi vida, y que también con el tiempo, ganaré un puñado más. Conozco el mal que puede causar la envidia. Es muy insana. Demasiado, diría. Porque, cuando alguien es feliz, ¿por qué vienen personas ajenas a ponerte piedras en el camino y a hundirte? Jamás lo entenderé, espero tu respuesta Tiempo. Aunque tú a veces, me presentas a tu amigo, creo que dijiste que se llama Karma. No seré capaz de desearle mal a nadie, ni siquiera a todas aquellas personas que en su día pudieron con mi paciencia, conmigo, con mis sueños y todo lo que tenía, para dejarme reducida a una persona débil, que escondía sus emociones, porque por aquel entonces, eran tan frágiles, que sólo mi ánimo se empleaba para estudiar un poco, en medio del infierno en el que estaba.