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Querido Tiempo,
Hoy me gustaría poder hablar un poco contigo sobre filosofía. Ya sabes, para variar un poco los temas. Para no pensar tanto en las emociones, y pasar a pensar un poco más en el espíritu y en las dudas existenciales de cada cual.
Quizás sea porque llevo unas horas pensando en filosofía, pero creo que desde hace algún tiempo, deseo decir algo. Como siempre, las opiniones, suelen estar en contraposición unas de las otras, y lo que una persona está perfectamente de acuerdo, otra no lo está, y viceversa. Estás advertido.
Para empezar. Desearía comenzar con una afirmación un tanto rotunda: LA VIDA ES FÁCIL.
Después de lo mucho que me he quejado de las injusticias, Tiempo, dirás que es una mentira las anteriores palabras, pero déjame explicarte porqué tienen más de realidad de lo que crees.
La vida es fácil. Hasta cierto punto, lo es. Quiero decir, la vida por sí sola, lo es. Pero luego, llegan las personas a una vida, y todo lo que parecía fácil, se vuelve tan complicado como un problema con miles de respuestas y ninguna certeza. Lo ejemplificaré un poco para expresarme mejor. Cuando consigues algo que querías mucho, como por ejemplo, tener amigos, una vez que los tienes, te sientes bien, sientes que lo has logrado y que estás en paz contigo mismo, porque has logrado aquella meta que te habías puesto, el socializar un poco más. Y entonces, crees que la vida es fácil. Pero, pasan los años, y aquellas personas que tú creías que eran amigas, resulta que en el fondo, no lo resultaron ser, y que donde creías ver amistad, había falsedad. Luego, despotricas diciendo que la vida es injusta, que si habías conseguido algo, ahora de repente, te lo arrebatan, como si fuese un caramelo que le quitas a un niño, ¿no es así?
Pero lo último que piensas es que, es verdad que has tenido una complicación, es indiscutible que algo no ha ocurrido como tú lo habías planeado, pero permíteme preguntarte, ¿a caso aquel acontecimiento no era nada más que una oportunidad? Volviendo al ejemplo anterior, si aquellas personas que llegaron a tu vida, resultaron ser un embuste, crees que has desperdiciado aquella oportunidad, cuando en el fondo, la vida te ha dado varias lecciones:
- A veces, cuando descubrimos a las personas nos sentimos decepcionados, porque somos personas (del griego 'prosopon', a lo que ellos llamaban 'máscara', por lo tanto, las personas nos llamamos personas pero en realidad, este término, hace referencia a que tenemos máscaras, unas máscaras que son las que le mostramos a los demás), y cuando estas personas, se quitan la máscara, puede que sintamos que aquella persona, nos ha fallado. No es así. Es decir, a veces, debemos ver la realidad para entender que las apariencias engañan, y que puede que un día, pienses que una amistad (o el amor), es eterno, y al día siguiente, te apuñala la realidad, y ¿entonces cómo te sientes? Sé que te sentirás enfadado con aquella persona, pero recuerda, las personas, vivimos detrás de máscaras, no son máscaras del teatro propiamente, pero yo le llamo escudos. Nos protegemos detrás de ropas caras, y de falsas apariencias, para aparentar (esa es la palabra clave), que somos algo diferente a lo que somos, ya sea bien porque tenemos miedo a que no nos acepten, o simplemente, por querer encajar con los demás. Pero la moraleja, de todo esto es a mi pensar, la siguiente: No te sientas mal por conocer la verdadera forma de ser de una persona. Es mejor abrir los ojos a la realidad, que vivir engañado en una mentira, en una falsa amistad, o un falso amor, junto con una falsa compañía.
- CAMBIOS. ¿Te has dado cuenta todas las conotaciones de esta palabra? Abarca a muchos temas. Cambio: De ambientes, de personas, de cualidades, de aficiones, de formas de ser, de maneras de ver la vida... y un largo etcétera. Y además de todos estos cambios, los hay más simples como por ejemplo, un día desviar el rumbo de la rutina un poco, en aquel punto, ya estás cambiando algo de tu vida. Aquí, respecto al ejemplo, la moraleja, es que a veces nos inundan los cambios, y también los imprevistos, y es normal tener miedo al cambio, es muy frecuente, sentir temor ante aquello que no dominamos y que no controlamos, y nos puede invadir el miedo, pero, debemos enfrentarnos a aquellos cambios. No diré que los cambios son para mejor, pues hay veces, que esta regla no se cumple, así que no es ninguna verdad universal, pero si en un pasado, has perdido a una persona, o algo ha ido mal por X razón, ¿no crees que ha llegado el momento de cambiar? Cambiar es difícil, y te lo dice alguien que constantemente ha cambiado de ambientes, de formas de ser, de ver la vida, que un día llora y al siguiente sonríe, que a veces siente miedo, y otras una fortaleza que no sabe de dónde ha salido, pero que sin embargo, ahí está. Así que Tiempo, quizás los cambios, pueden parecer como el punto álgido en una película de terror, cuando sabemos que hemos perdido el control de algo, y nos bloquea este temor, pero los cambios, hasta los cambios que no son para bien, sirven para aprender.
- Relacionado con el anterior punto, en algunos momentos, descubrir algo nuevo en la vida te ayuda a romper el hastío del día a día. Dime, Tiempo, cuántas personas están satisfechas con sus vidas. ¿Cuántas personas trabajan en aquello que han soñado? ¿Cuántas pueden presumir de tener una vida ejemplar (que sea real, no ninguna utopía que solo exista en sus mentes)? Así que puede que si alguien te elimina de su vida, lo mejor es abrirte a nuevas experiencias, conocer nuevos lugares, hasta tener nuevas aficiones que te ayuden a descubrir algo de ti mismo que ni siquiera conocías.
Y ahora, hablemos de los días grises. A veces, me preguntan que si yo tengo días grises. Para empezar, desearía aclarar, que todo el mundo, tiene días 'malos', siempre hay algún día en el que como se suele decir, "te has levantado con el pie izquierdo", y aquel día en el que te despiertas ya malhumorado anticipando todo lo malo, ¿sabes qué te puede pasar? Que salgas a la calle y pises un charco de agua, que te caigas por las escaleras, que discutas con personas sin razón aparente, que te enfades con el mundo entero por tu desgracias. Y al final del día, cuando se te pase el enfado, no entenderás dónde estaba el origen de tu enojo. Así que dime, Tiempo, ¿por qué las personas somos tan tercas? ¿Por qué aún sabiendo qué es lo que tendríamos que hacer -sonreír más, y llorar menos y repetir estas palabras cada día-, no lo hacemos?
Para responder a esta pregunta vuelvo a la afirmación inicial que ha originado toda mi interna polémica de pensamientos: LA VIDA ES FÁCIL, pero ahora quiero añadir algo más PERO LAS PERSONAS, NOS COMPLICAMOS LA VIDA.
Así es, no es ninguna novedad, que nos complicamos la vida. Que actuamos erróneamente aun cuando sabemos que algo no está bien, que no nos alejamos de personas tóxicas ni relaciones que nos dañan por razones que cuestan de entender. Tiempo, me gustaría que me dijeras, porqué tenemos que ser tan complejos, y aquí, cuando hablamos de complejidad del pensamiento, déjame decirte, que hombres y mujeres por igual, somos complejos. Puede que a las mujeres nos preocupen algunos temas, que a los hombres ni siquiera les incumben, pero estoy segura de que los hombres también tienen problemas que les preocupan pero que no les cuentan a nadie, y se quedan para sí mismos todo aquello que piensan y que sienten.
En fin, mi conclusión acerca de todo esto, es que lo que hoy, en el presente, ves como una montaña, como un problema de tamaño desproporcionado, mañana seguramente no lo verás como el fin del mundo, sino como una muestra de que en un pasado tuviste que ser más fuerte.
Últimamente, Tiempo, estoy sufriendo de un modo que no sé describir. No es un dolor físico, así que si te preguntan que dónde está el dolor, no sabría qué responder. Quizás es la soledad lo que más me hace sufrir, tal vez es el sentir que eres como una pieza en un rompecabezas que ni a la fuerza, logra encajar con las demás. Han sido tiempos de callar muchas palabras, de pensar demasiado y de manifestar más bien poco, porque han sido de aquellos días en los que solo mis verdaderas amigas (y por estas, me refiero a las letras), han tenido la paciencia para soportar la mente de una persona con demasiados pensamientos y en comparación, pocas vías de escape.
Pero te prometo, Tiempo, que esto ya está cambiando. Que todo lo que se ha dicho unos párrafos arriba, será verdad. Que los cambios están a la vuelta de la esquina, y esta vez, ¿sabes qué es lo que pienso? Que lo necesito, y es más, estoy dispuesta a aceptarlo y no tengo miedo. Estoy en paz. No podemos mirar a la vida con miedo, porque sino, todas las sombras parecerán monstruos a nuestros ojos, es decir, imaginaremos miedo e inseguridad donde no debería existir.
Por fin, me he quitado aquella máscara. Yo ya no la tengo y tampoco la quiero más, esa, se la dejo para los actores, porque en el escenario, es donde debería estar, no puesta sobre las personas. Así que qué me dices, Tiempo, ¿dónde dejarás la máscara?