Mi Platónico Amor (Hetalia FRUK)

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No he visto fanfics FRUK en español, supongo este será uno de esos pocos. La historia la planeo continuar mas adelante :).

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Francis Bonnefoy rubio oji azul, francés, romántico nato, soñador empedernido, escritor de tiempo completo y compañero de apartamento del mismo sujeto durante los últimos cuatro años de su vida y del cual ha estado enamorado la misma cantidad de años pero que para su desgracia, dicho sujeto es heterosexual declarado. A sus veinticuatro años sufría del síndrome de abstinencia romántica, necesitaba una caricia, un beso, un abrazo y palabras dulces que le reconfortaran el alma y lo inspiraran a continuar con su trabajo de escritor, irónicamente, de historias cortas románticas.

Llevaba un mes con bloqueo de escritor, un mes exactamente era el tiempo que su compañero Arthur, un ingles rubio oji verde que se dedica a la composición lirica, había aceptado componer una canción de cumpleaños para un músico local el cual desde el punto de vista francés, lo estaba “pretendiendo”, un mes que se la pasó vigilando las entradas y salidas de éste. No concebía la idea que su compañero tuviera (sin proponérselo ni quererlo) perro que le ladre y él no, realmente no lo entendía, es decir, tenía porte, era agraciado y gozaba de un excelente y sano gusto por el vino ¿Qué más podían pedir? ¿Que fuera un magnate? ¿Que fuera famoso? Bueno, estaba en vías de ser famoso antes de darse de frente contra el bloqueo de escritor.

Actualmente llevaba quince capítulos de su más larga y reciente novela titulada “Cuando la lluvia llegue”, una obra que narraba la historia de dos desconocidos que se encontraban en un pueblo a punto de ser demolido debido a las extremas sequias que lo venían azotando las últimas décadas. No faltaba mucho para el capitulo final y aunque lo tenía presente, su bloqueo le impedía avanzar mas.

Y ahora, sumergido en una depresiva atención y celos precoces, miraba desde la ventana como el músico (pretendiente de su compañero de apartamento y amor platónico), se marchaba con la promesa de un pronto regreso. Se mordió la uña del dedo gordo en acto reflejo de nerviosismo ¿se le habrá declarado ya? ¿Le habrá propuesto salir a algún lado? Salió a prisa de su habitación con la excusa barata de necesitar un poco de café.

—Ya se fue si eso es lo que querías saber— se escuchó una voz ajena a la suya, era Arthur quien lo miraba acusadoramente desde la comodidad del sillón.

—Oh, ¿enserio?– fingió sorpresa, claro que sabia que se había marchado ¡lo vio desde su ventana! – ¿y a que vino?

— ¿A qué crees?— respondió con obvio sarcasmo – ¿tan mal te cae?– preguntó, no entendía la reciente actitud del otro frente a su cliente, ya que este no era huraño ni arisco, mucho menos antisocial, es mas, desde que lo conoce siempre había notado su fascinación por las relaciones humanas.

Lo odio, lo detesto, es un miope cuatro ojos y si, me cae del hígado” pensó con rapidez el escritor mas no lo dijo, después de todo el músico era cliente de su compañero —no me inspira confianza— argumentó sin verle a los ojos.

–Y tú tampoco pero henos aquí, co­mpartiendo apartamento.

Los dos se miraron fijamente, desde hacia cuatro años que tenían una relación odio-amor y su orgullo generalmente era el detonante para las discusiones que día a día suscitaban. El compositor se levantó de su asiento y se marchó, la conversación había terminado, por su parte, Francis término de servirse el café y también volvió a su habitación.

Los días pasaron, días donde ninguno de los dos se dirigió la palabra, días en los que el escritor veía las continuas “visitas de trabajo” que realizaba el músico. Muchas veces se vio tentado a salir de su habitación y reclamar al oji verde como suyo pero se detenía en seco una vez tomaba el pica porte y desistía de la acción, sabia que con eso lo único que logaría sería apartarlo mas de su lado. Una tarde de tantas, cansado de la rutina que últimamente llevaba, salió al encuentro con su editor, era día de entrega de avances y necesitaba opiniones para concluir su obra.

—No esta mal pero necesita un punto de quiebre— dijo el editor, un sujeto de rasgos asiáticos ya entrado en sus treinta — ¿ha considerado usar la sequia del pueblo para ello?— Francis no escuchó palabra alguna de su acompañante, su vista yacía perdida en el ventanal y sus pensamientos en cierto inglés. Suspiró de forma pausada y casi insonora, deseaba estar en casa para “cuidar” a Arthur —si no me va a escuchar, lo mejor seria dar por terminada la sesión— y aún perdido en sus pensamientos, no se percato como el sujeto tomaba sus cosas y se marchaba, dejándolo solo y con una cuenta a pagar.

Esa misma tarde, luego de notar la ausencia de su editor y una cuenta sin pagar, regresó al apartamento e iba por las escaleras precisamente (escaleras que odiaba por cierto, ¿Por qué no rento en un lugar con elevador? Ah, cierto, porque era muy costoso) cuando se paró en seco a escuchar la voz de ese mal nacido músico. De forma precavida detuvo sus pasos y se pegó a la pared contraria, quería escuchar lo que decían más no ser visto en el proceso.

—Arthur, me preguntaba si tu…

A Francis se le detuvo el corazón ¿era lo que creía que era? ¡Por supuesto, su sexto sentido del escritor se lo decía! Asomó su cabeza un poco para poder ver la escena, algunos vecinos lo miraron con extrañeza mas no lo delataron y observó con detenimiento como todo ocurría. En la puerta del apartamento se encontraba el oji verde con su rostro serio, sin expresión alguna y frente a éste, el joven músico hecho un manojo de nervios.

  —Tú… yo…— intentaba formar oración coherente. De pronto y sin que ninguno lo haya previsto, pasó de las palabras a los hechos y tomó las manos del compositor entre las suyas.

Las alarmas de alerta que el escritor sonaron fuerte y sonoramente, dejándolo sordo en el proceso, era lo que seguramente pensaba que iba a pasar, ese músico se le declararía ahí y ahora a su amor platónico —no— dijo asustado ante lo que seguiría y temiendo perderlo para siempre, su cuerpo actuó por inercia, corriendo a interponerse en la escena.

No era consciente de lo que hacia, solo no quería que nadie le arrebatara a la persona por la que había tenido el mismo creciente sentimiento todos esos años. El músico lo miró con enojo y el compositor con extrañeza. Las personas pasaban a sus lados, mirando con disimulo lo que pasaba, muchas ya imaginando en lo que acabaría.

A como pudo, empujo al oji verde al interior del apartamento no sin antes ordenarle a su prospecto que desistiera, que nunca seria de él ni de nadie más, luego cerró la puerta en las narices de éste.

— ¡¿Pero qué te pasa, Bonnefoy?! — exclamó molesto Kirkland, no entendía porque de pronto su compañero de apartamento se comportaba de esa manera.

—Pasa que desde hace cuatro largos años he estado enamorado de ti y no te he dicho nada porque sé que eres heterosexual! Merde! — explotó al fin, toda esa tensión y celos que había acumulado durante todo ese tiempo habían salido a flote de la forma mas explosiva y espontáneamente posible.

El rostro serio de Kirkland se contorsionó al igual que sus gruesas cejas. Francis no supo si era bueno o malo, pocas veces lo había visto hacer tal expresión. No hubo gritos ni insultos después de aquella confesión, solo los pasos de cierto rubio y el sonido de una puerta al cerrarse, dando así el desenlace a la escena que se había creado.

Francis se quedó estático con la mirada clavada en la dirección de la habitación de cierto rubio oji verde ¿Lo habrá aceptado? ¿Lo abra rechazado? ¿Cuál era su respuesta? fueron preguntas que atravesaron su mente de manera fugaz.

Quizás algún día las sabría pero por ahora, la inseguridad y el miedo lo invadían, a lo mejor era el final de su convivencia con aquel amor platónico o quizás, muy remotamente, era el inicio de una nueva historia cuyos protagonistas eran él y el inglés.

Mi Platónico Amor (Hetalia FRUK)Where stories live. Discover now