Porque ella es más que su cazadora favorita

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Oliver está enamorado de su cazadora más pequeña y está decidido a no decirle nada por miedo a perder su amistad, o eso pasa hasta que son derrotados por Hufflepuff. Ahí se dará cuenta de lo equivocado que está respecto a los sentimientos de la chica.

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Verla era tan inevitable como el que le gustara el quidditch. Lo hacía cuando creía que nadie lo veía, en especial ella.

A veces solo era una ojeada en el Gran Comedor, ver rápidamente si estaba bien para después centrarse en nuevas técnicas que le serían útiles en los futuros partidos. Y se detenía abruptamente cuando sentía su mirada traspasándolo.

Como en ese momento.

-Katie -murmuró al tiempo que alzaba la mirada para encontrarse con sus ojos marrones. Ella le sonrió y se sonrojó un poco, cosa que la hacía ver más adorable-. ¿Estás viendo mis técnicas para vendérselas a alguien?

Ella rió y Oliver no tuvo otro remedio que admirarla con el rostro serio. Ya no podía negarlo, lo había intentado hacer desde que se sorprendió mirándola más de lo recomendable, estaba enamorado de su cazadora más pequeña, la que no lo amenazaba a punta de varita cuando los hacía entrenar tiempo extra, aquella le sonreía cuando estaba de mal humor, quien lo acompañaba cuando estaba en la sala común o en la biblioteca planeando jugadas, la chica que le recomendaba cada tiempo libros sobre su deporte favorito, su cazadora que corregía muchas veces algunas fintas o pases débiles, la única que parecía entender y aceptar su "obsesión" por el quidditch. Sí, esa chica lo había enamorado.

-Diggory y Davies me han ofrecido cosas muy tentadoras por ellas -Katie señaló entre risas los pergaminos que estaban sobre la mesa, rodeados por su comida-. Flint aún sigue pensando si las quiere o no.

Oliver no pudo evitar responder a la provocación de la chica. Le frunció el ceño.

-¿Por qué no las querría? Son excelentes, por ellas es que somos el mejor equipo de Hogwarts.

Katie rió con mayor fuerza, atrayendo las miradas alarmadas de varios compañeros, Oliver les sonrió un poco para después centrarse en la chica rubia que se desternillaba de risa.

-Oh, Merlín -susurró su cazadora favorita después de unos minutos-. Hiciste que me doliera el estómago.

Oliver la miró desconcertado.

-Sólo dije la verdad.

-Eres muy modesto -soltó Katie, con un brillo divertido en la mirada, su sonrisa le provocó un escalofrío, uno diferente del que sentía cuando tenía que parar la quaffle cuando se acercaba a sus postes o cuando volaba a gran velocidad-. Tus estrategias son buenas, pero el que seamos de los mejores equipos también es gracias a los jugadores, tus entrenamientos y el tenerte como capitán -Oliver se hinchó con orgullo, dirigiéndole una sonrisa enorme, ella lo miró desconcertada y carraspeó al tiempo que desviaba la mirada.

Inmediatamente se sintió fatal, era obvio que ella no estaba interesada en él. Seguramente lo veía como a un hermano mayor. Pensar en eso lo deprimió y se levantó, recogiendo sus pergaminos a toda prisa.

-Debo de irme -farfulló, esperando huir de ahí de forma rápida para mitigar el dolor que había comenzado a expandirse por su pecho-. El partido contra Hufflepuff es dentro de poco y necesito estar preparado -y huyó como un cobarde, sin mirar atrás para no atormentarse con el rostro de la chica que había logrado el que dejara de pensar todo el tiempo en quidditch. Algo sumamente increíble e imposible de creer.

Oliver se quedó inmóvil en la banca, con la mirada fija en la pared que estaba frente a él. Aunque pensaba en todo menos en eso, se sentía desolado. Las probabilidades de poder ganar, al fin, la Copa estaban lejanas.

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