4.Trampas

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En la habitación que permanecía en total silencio...

La puerta se abrió de par en par, la madera chocó con la pared continúa de color rojo vino y el estruendo que causaron ambos no les pareció para nada incómodo.

Entre risas y roces provocativos.

La primera figura en entrar fue la de la bella y esbelta chica de cabellos dorados, se incorporó de espaldas y a torpes pasos. Sin capacidad a nada, en su fina cintura se encontraba la prisión más deliciosa que pudo imaginarse. Sus zapatos de tacón recorrieron con poco equilibrio el corto espacio entre la puerta y la amplia cama de sábanas de seda.

Mucho más adelante, él.

Kuroro la mantenía firmemente de la cintura y sin perderse ni un centímetro de ella, la besó. La besó con tanta pasión que le parecía imposible cerrar los ojos. Verla totalmente rendida ante su tacto, era un espectáculo que no tenía planeado perderse. Con paso casi firme la guio hasta las acolchonadas sábanas y la dejó caer entre almohadones de esencias encantadoras.

Sin tener conocimiento de la hora.

De la cena de hace quien sabe cuándo.

Y mucho menos de su paradero.

La expresión de total encanto de la hermosa chica se transformó por completo, ahora entre la tela de color blanco dejaba al descubierto su verdadera belleza. Sus ojos semi abiertos, desprendían un brillo muy simpático, entre su iris de color azul parecía esconderse un detalle de color rojo y eso, solo era el principio. Las mejillas de la pálida mujer se encontraban tan encendidas que opacaron por completo su labial rojo, que por cierto fue devorado hace mucho. Sus labios en encontraba un poco hinchada, debido a los besos anteriores pero eso no parecía importarle mucho, pues se permitió entre abrir su boca para recibir mucho más.

Una tentadora petición que Kuroro accedió gustoso.

La noche era bastante fría allí afuera, pues hace poco la lluvia los sorprendió. Poco importaba lo que sucedía en el exterior, ahora mismo... ambos sintieron como un calor casi tortuoso los invadía.

La primera prenda en volar por los aires fue la oscura chaqueta así como el corbatín de Kuroro, quien con mucha destreza así como presteza se abalanzó sobre la perfecta figura envuelta en un estorboso vestido rojo, aquella que le hacía una invitación perfecta.

Mizuki ya no parecía muy interesada en mantener su famoso papel, pues bajo el cuerpo de aquel galán empezó sentirse perdida y realmente confundida... al sentir la humedad en su cuello supo que algo en su plan había resultado mal...


--¡Salud!—Ambos exclamaron con total jovialidad. Fuera de las molestas miradas curiosas y por supuesto de aquel camarero incompetente. En vez de tomar cada uno de sus respectivas copas, en silencio se pusieron de acuerdo para intercambiar bebidas y así la mano delicada y blanca de la mujer acercó la cristalina copa los labios de su cita ganadora. Sin perder la arrebatadora sonrisa de Kuroro de vista, inclinó la copa levemente para acertar el líquido satisfactoriamente.

El teléfono de Mizuki no volvió a sonar y faltaba menos de una hora para la mitad de la noche, sabía de antemano que debía apresurarse. Aun así, fuera de su intrépido plan. Se vio en la necesidad de disfrutar los efectos de la droga en la única persona que de verdad le había llamado la atención.

Ella accedió a beber el Martini que le proporcionaban.

Y él... Él se negó en primera instancia a probar una sola gota.

Una dulce melodía de saxofón acompañado de un fino violín resonó en todo el restaurante y muchas parejas se vieron tentadas a bailar suavemente mientras se fundían en un tierno abrazo, a la espera de la costosa cena, fueron los únicos en mantenerse en su mesa.

SEDUCCIÓN(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora