Capítulo 13

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Narra Zero*

Como no, Donna no se había presentado. Se las habría ingeniado de alguna manera para salir antes o más tarde, incluso puede que saltase por una ventana, capaz la veo con tal de no verme hoy. Levo todo el día pensando en ello, en por qué me esquiva, en por qué está con más mala leche de la normal. ¿Habría sido algo que le hubiese dicho mi hermano de mí? Fijo que algo le había dicho. Por lo menos, algo dijo estando delante de mí y fijo que Donna estaba así por eso. Lo de Tay... Mi hermano es un completo gilipollas, definitivamente. Pero, ¿qué narices hacía ella con él esta mañana? Yo quería hablarle sobre el beso, sobre intentar ¿algo? Debería aclararme las ideas antes de hablar con ella. Quería explicarle también lo de la pelea del otro día, y no sabía cómo. ¿Cómo se iba a tomar que le dijera todo de golpe? ¿Que actué así por que me importa? ¿Porque quiero que sea mía y de nadie más? 

Dios, esto ya sobre pasaba lo normal. Incluso hace un rato me desperté de un sueño. Estaba soñando con ella, pero no era bonito, era horrible. La hacía daño, le decía cosas que en realidad no siento. La dejaba sola cuando posiblemente, más necesitaba a alguien a su lado. Me había comportado como un monstruo. 

¿Acaso no lo eres? 

Tenía que hablar con ella, ya, urgentemente. Cogí mi cazadora de cuero y las llaves del coche. No tenía ni idea de dónde vivía, pero me acordaba de dónde estaba el jardín de ayer y apartir de ahí, empezaría a buscar casas semejantes a la del sueño. 

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A los 20 minutos estaba en frente de su casa. ¿Cómo la había encontrado? Pues porque por suerte tenían en el buzón su nombre puesto también. Pensé en llamar por la puerta, pero en cuanto me viera por la mirilla no me habriría. Fui a la parte de atrás, no había puerta. Joder. ¿Y cómo entraba yo ahora? Piensa Zero, piensa. Tenía que ser discreto, pero lo único que me quedaba era subir hasta la terraza trepando por la enredadera. 

No me costo mucho, lo normal. Había una ventana abierta, estupendo. Entré en una habítación negra y rosa muy claro. Fijo que es la de Belladonna. Estaba todo revuelto y tirado por todas partes, y me dieron ganas de ponerme a ordenar todo, pero no podía, tenía que dejarlo todo como estaba. Oí ruido que venía de la planta de abajo, estaría allí. Bajé las escaleras que daban al salón silenciosamente, no quería que se asustara y a lo mejor podía estar con alguien más. Y allí estaba, tirada en el sofá, dormida como un lirón.

Me acerqué un poco más y ví lo que tenía puesto en la tele. ¿Hora de aventuras? ¿En serio? Tuve que contener las risas por no despertarla. Aquello no me lo habría imaginado nunca. Me senté en la mesa y me quedé observandola. Era un ángel, un precioso ángel, en el sentido totalmente literal de la palabra. Sus ojos esmeralda, su largo pelo rosa que tanto me gustaría acariciar, esa pequeña y dulce boca, esa piel tan blanca y suave... Le acaricié las mejillas. Por hoy lo dejaría pasar una vez más. Ya hablaríamos mañana con más calma. 

Volví a la habitación, revolví un poco entre las cosas y encontré unos posits. Escribí una nota, y la deje debajo de todas las cosas. Y ahora en serio, Donna tenía que hacer una limpieza de cuarto urgente. Antes de llegar a la ventana, me tropecé dos veces con unos pares de zapatos y con su mochila. Para haberme matado.

Narra Donna*

Me desperté. Estaba en el sófa tumbada con la frente llena de sudor. Había vuelto a tener otro mal sueño, pero esta vez no había sido una pesadilla, había sido peor. Incluso parecía real. De todas formas, ¿por qué tenía que ser un mal sueño? A mi lo que me diga sobre el beso me da igual, solo fue eso, un beso, nada más. ¿Y lo de protegerme de su hermano? Lo mismo, una tontería. No significo nada para él, y Zero tampoco significa nada para mí. Yo odio a Zero, no creo que pueda estar preocupándome por cosas así. 

Sabes que no es así.

Apague la tele y subí a mi habitación. Ya eran las 16:30 y todavía no había empezado a estudiar, de lujo. Cuando llegué a mi habitación me encontré la ventana abierta de par en par. Que raro, creía que la había dejado cerrada. La cerré cogí el libro y el cuaderno de griego y fui al escritorio. Estaba todo más revuelto de lo normal, aparté unos cuantos libros y papeles para hacer sitio y debajo, pegado a la mesa, me encontré un posit.

Tenemos que hablar, esta vez no te libras. 

P.D: pareces un ángel durmiendo. 

~Zero.


¿Pero qué hacía esto en mi habitación? ¿Cómo había entrado? Ahora ya todo tenía sentido: la ventana de mi habitación abierta, el posit... Este chaval está loco. ¿Por qué tendría tantas ganas de hablar? O mejor, ¿de qué quiere hablar? 

Espero que si hablamos, no sea como en el sueño.

No, dios, no. A mí eso me da igual, yo... Yo no me he preocupado nunca por estas cosas, ¿lo voy a hacer ahora con Zero?


Me senté en la silla y empecé a estudiar, esperando poder olvidarme de todo.

 

Un Zero en mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora