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"¿Lily y Cherry pueden quedarse ésta noche en casa? Posdata: petición de Bandit"

Gerard muerde su dedo mientras espera la respuesta del mensaje, mordería su uña, pero ciertamente no posee éstas y realmente necesita saciar su nerviosismo de alguna manera. A los tres minutos aún no hay respuesta, así que ahora muerde su labio y da punta pies. Cuando a los diez minutos la doble raya que debería estar en azul continúa en gris y comienza a tamborilear con sus dedos sobre la mesa, colma la paciencia de Mikey quien detiene los movimientos de su hermano. Gerard le da una mirada furtiva y acaba por sonreír.

— ¿Se puede saber qué haces?

—... Estoy... ¿pensando?

— ¿Pensando en qué?

—En mi trabajo, Michael, por favor —frunce su ceño, retirando su mano del agarre del rubio—. Yo tengo cosas en las qué pensar, ¿sabes?

Mikey se le queda mirando por un momento de forma analítica, por encima de sus viejas gafas entrecierra los ojos. En un movimiento rápido le arrebata el teléfono a su hermano de la mano.

— ¡Mikey! —grita antes de comenzarlo a perseguir, llama la atención de Bandit y Kristin en el jardín de la casa, Bert y Ray están lo suficientemente lejos como para prestarle atención a los gritos del pelirrojo y las risas del rubio—. ¡Devuélvelo!

A pesar de haber sido padre todavía siendo un adolescente, tuvo sus días de niñez en los que pudo perseguir a su hermano menor cuando éste le arrebataba un juguete o cualquier cosa de su pertenencia. Donna los regañaba, les quitaba el objeto que fuese suyo y mandaba a cada quien a su habitación, Mikey satisfecho y Gerard enojado hasta colorarse de la rabia, pero Donna ya no estaba ahí para poner a cada quien en su lugar, y lástima que ésta sería otra de esas ocasiones en las que el patas chuecas se salía con la suya.

—Uh, ¿con que Frank, eh? —vacila por lo bajo—. Habla, Caperucita Roja, ¿qué es lo que tienes con el enano este y desde cuándo?

—Maldición, Michael, no tengo nada —murmura entre dientes—, ¡regrésame el jodido teléfono ya si no quieres que le diga a Bandit que tú fuiste el que te sentaste en Azúcar la tortuga cuando tenía ocho!

—Ella lo sabe, imbécil —el rubio teñido saca su lengua infantilmente, y Gerard carraspea yendo a perseguir a su hermano alrededor de la mesa de jardín. ¿Para qué demonios esa mesa tiene una sombrilla incluida? ¡Apenas si da sombra! Más vale que comience a llover pronto—. ¿Qué tienes con Frank? Bandit no te pidió nada.

— ¿Y tú cómo sabes eso? No vives aquí —gruñe por última vez antes de al fin arrebatarle el teléfono a su hermano. Lo desbloquea y observa que el tatuado ha respondido. Su estómago da un vuelco, Mikey se ríe cruzando los brazos y él le da una mala mirada.

"Sería genial, pero estos días de vacaciones estaremos en Belleville, mi madre cumple años y me gustaría llevarlas. ¿Seguro que es Bandit la que quiere que Cherry y Lily vayan?"

Baja sus hombros con desgano al comienzo del mensaje, y se tensa al acabar de leerlo. Parece ser que no sólo fue su hermano el que lo ha atrapado en su mentira blanca. Observa a Mikey por encima del teléfono.

—Idiota —farfulla. El teñido se encoje de hombros.

—Treinta hermosos años de convivir con tu cara de culo no pueden ser en vano. Eres muy obvio, Arthur.

Da un suspiro tras presionar su mandíbula y decide ignorarlo. Teclea:

"¿Vamos a tener que cenar solos por otra semana más? Qué pérdida de tiempo. Y me has atrapado, lo siento, supongo que es la costumbre."

parenting › frerardWhere stories live. Discover now