Y llega el día, un día cualquiera, sin esperarlo ni buscarlo y apareciste tú.
Sí, tú, esa persona que me cambió la vida, que le dio un giro inesperado a mis días, sinceramente, cuando te conocí pensé que no ibas a ser tan importante para mí, pero estaba equivocada, esto solo acababa de comenzar.
Te conocí como podría haber conocido a cualquier persona, pero tú eras diferente, me llamabas demasiado la atención y eso era extraño en mí, no me fijaba en cualquier persona tan fácilmente, entonces, me di cuenta de que algo dentro de mí iba a cambiar esa noche.
Al día siguiente te busqué, quería verte, y sí, te volví a encontrar, en el mismo lugar, nuestras miradas volvieron a encontrarse y mi corazón se volvió a acelerar una vez más. No sé por qué me ponía tan nerviosa al verte, al escucharte, al mirarte, supongo que es porque algo dentro de mí se dió cuenta de lo que estaba pasando, de que cada vez me gustabas más, tú y tus ojos verdes.
Después de aquellos dos días hablando, me llamabas aún más la atención, teníamos muchas cosas en común y no sé por qué pero por un momento nos vi, juntos, los dos, de la mano.
Decidí seguir conociéndote, y a día de hoy sigo pensando que fuiste como esa luz al final del túnel, volví a tener esperanza, una vez más, de creer en el amor, y no me arrepiento de nada, es más, gracias por haberme encontrado aquel día.
