El caso de las flores y el chocolate de San Valentín

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Meitantei Conan y todos sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.

El caso de las flores y el chocolate de San Valentín

Febrero empezaba con un tiempo de mil demonios, el frío, la lluvia y el viento azotaban la ciudad de Osaka sin pausa.

Pese a todo aquel sábado prometía ser un buen día. Había conseguido entradas para una película que Kazuha tenía muchas ganas de ver y no había sido nada fácil. Había tenido que pedir un montón de favores y prometer demasiadas cosas a cambio. Pero valdría la pena si todo iba como debía.

Si todo salía según su plan aquel punto muerto se acabaría y tal vez así lograría relajarse y volver a concentrarse. Al menos así lo esperaba, Kazuha le desconcentraba demasiado, pensaba demasiado en ella últimamente.

—Llegas tarde, idiota —le soltó cuando la vio aparecer paraguas en mano—. Además ya no está lloviendo, no necesitas el paraguas.

—Pero caen gotas de las hojas de los árboles, no quiero que se me moje el pelo.

Heiji le arrebató el paraguas y lo cerró.

—Deja de preocuparte por tu pelo, vamos a llegar tarde.

Kazuha le fulminó con la mirada pero caminó junto a él sin protestar. A pesar del mal tiempo las calles del centro de Osaka estaban llenas de gente. Se veían obligados a ir muy cerca el uno de la otra.

—¿Cómo has conseguido las entradas? —preguntó acercándose más a él—. Es prácticamente imposible, se agotan en cuanto se ponen a la venta.

—No hay nada imposible para mí, ya deberías saberlo.

—Idiota, ¿a quién has sobornado?

—Ja, ja eres muy graciosa.

Le empujó suavemente el hombro con la mala fortuna de que perdió el equilibrio y topó con uno de los múltiples viandantes que abarrotaban el centro. Kazuha cayó al suelo sobre aquel joven.

—¡Lo siento! —se disculpó avergonzada.

—No pasa nada, la peor parte se la ha llevado mi café.

El joven alzó la cara en cuanto lo hizo Heiji agarró a Kazuha y la levantó como si fuera una muñeca. Ella aturdida miró a su amigo sin entender nada y después miró al chico con el que había chocado. Era Okita y eso significaba problemas.

—Lo siento de verdad Okita-san —repitió ella haciendo una reverencia.

—Tranquila.

—Pero te he tirado el café y se te ha ensuciado la ropa.

El rostro de Kazuha mostraba auténtico arrepentimiento. No era que tuviese un aprecio especial por él, es más la única relación que había tenido con él había sido cuando animaba a Heiji, a pleno pulmón, durante las competiciones de kendo.

—Sólo era café y la ropa se puede lavar. Pero si tan mal te sientes puedes venir mañana conmigo al cine para disculparte, Toyama-san.

Heiji se colocó entre ambos con el ceño fruncido.

—Nah —soltó Heiji—. Claro que no quiere ir, ya se ha disculpado.

—Hattori-san ¿por qué no dejas que sea ella quien conteste?

—Porque sé lo que va a decir.

Okita enarcó la ceja y acto seguido esbozó una sonrisa desafiante.

El caso de las flores y el chocolate de San ValentínWhere stories live. Discover now