大好きだよ 。 [Kookmin/Jikook] o.s

Invisible.

Jungkook pedaleaba a toda prisa para apurarse a llegar a su trabajo de medio tiempo.

En realidad, no quedaba muy lejos de la universidad, lo que pasaba era que tenía que apresurar su paso para poder llegar lo antes posible, cambiarse y recibir al pelinegro bajito que siempre pasaba por allí después de clases.

Sentía que sus muslos ardían por la fuerza al pedalear y muchas veces estuvo a punto de chocar con la gente por doblar en alguna esquina sin disminuir la velocidad, mas poco le importaba si eso le permitía verlo el día de hoy.

-Jungkook, hol...

Pero antes de que su jefe terminara de hablar, dejó su bicicleta al costado apoyada, para entrar a los vestuarios rápidamente. Debía cambiarse con velocidad si quería llegar.

Lo único que rogaba el castaño era que Jimin no haya decidido faltar como uno de tantos días, sería una decepción para él que lo quería ver desesperadamente. Hasta había llevado un anotador y lápiz para, ésta vez, poder comunicarse sin emitir palabra.

Jungkook era tan tímido al punto de ni siquiera ser capaz de acercarse al contrario sin su traje de oso gigante que promocionaba un parque de diversiones cercano y le cubría de pies a cabezas, sin darle oportunidad al contrario de descubrir su identidad.

Aquello era importante porque ambos se conocían, habían ido juntos al colegio y en todo aquel tiempo nunca habían cruzado palabra alguna.

A decir verdad, Jimin había tratado de hablar con él muchas veces, pero Jungkook se sentía tan cohibido por su sorpresiva amabilidad que lo había arruinado alejándose, cosa que lamentó por mucho tiempo y hasta ahora.

Después de graduarse, tomaron diferentes caminos a la hora de elegir una carrera, provocando que no puedan cruzarse como para que el más alto pueda observarlo de lejos como lo hacía antes.

No fue hasta que decidió trabajar que se encontró con aquella bonita sonrisa pasar por esa calle. A veces rodeado de personas, otras veces solo, y como si el traje le diera alguna especie de valentía, Jungkook se interponía en su camino jugando en frente suyo para que lo note.

Y así lo hizo...

Por primera vez, el castaño no se sentía invisible, a pesar de que sí lo era. Jimin no conocía su identidad, no obstante, se dedicaba a jugar con él los segundos que pasaban al cruzarse.

En algunas ocasiones, solamente chocaban las manos para luego seguir su camino. Otras lo tomaba de la mano para hacerlo girar como si de una danza se tratara, y otras simplemente sacudía su suave cabello de manera dulce.

Pero en todas aquellas ocasiones, Jimin le regalaba una hermosa sonrisa, la cual Jungkook deseaba con todo su corazón.

Esa sonrisa en donde sus ojos desaparecían por unos instantes y que con el dorso de la mano intentaba ocultar.