Capitulo 17:

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Maratón 2/3:

En vida de su padre, los establos siempre habían estado llenos de animales. Sobre todo de purasangres de «Sky Valley», pero también de yeguas, vacas lecheras o los animales de tiro de las visitas. Pero ahora dos tercios del espacio estaban sin ocupar. Los despreocupados tiempos en los que las fiestas duraban varios días habían llegado a su fin con la guerra. Los caballos de carreras habían pasado a ser un lujo al alcance de muy pocos. Habían tenido que vender a todos los animales que no se ganaban el sustento. Los tres sementales que habían conservado pastaban libres en las praderas para que se mezclaran con las razas autóctonas, más pequeñas pero resistentes, con la esperanza de obtener ejemplares con lo mejor de ambas razas. Vio que Lance iba en el mismo caballo ruano que lo había llevado hasta territorio indio, así que dedujo que había ido directamente hasta el rancho. En vez de soltarlo en el cercado con los otros caballos, lo había atado en uno de los cubículos centrales del establo. No vio a Lance, pero vio sus alforjas sobre la barra lateral del cubículo. Las había cogido al salir por la cocina. En ese momento, Lance apareció a su espalda, con la silla de montar que había recogido de la sala contigua. Pasó por su lado sin mirarla, con los dientes muy apretados. Dejó la silla sobre la barra para poner una manta sobre el lomo del animal. Si no lo impedía, se marcharía en seguida. Summer dio un paso hacia él, pero se detuvo asaltada por la culpabilidad y la vergüenza. ¿Cómo podía haberle hecho tanto daño? Aunque había sido del todo involuntario, le había pisoteado el orgullo, un golpe devastador para un hombre que sólo contaba con su orgullo para defenderse de la hostilidad de los blancos.

—Lance, por favor, no te vayas.

Cuando la miró por encima del hombro, Summer casi se encogió por la agresividad que vio en sus ojos.

—¿Que no me vaya? ¿Y qué diablos esperas que haga? ¿Quedarme aquí mientras tu hermana me echa a gritos?, ¿mientras me mira como si fuera a violarla en cualquier momento?, ¿mientras tú le cuentas el gran sacrificio que has hecho por ella?

La furia y la amargura de su voz la golpearon como ella había hecho con él momentos antes. No podía defenderse. Sus palabras eran la pura verdad. Lance sacudió la cabeza.

—Será más fácil que se calme si no estoy por allí —murmuró con amargura—. Si no tiene que preocuparse por si se le acerca un mestizo asesino.

Lance dejó caer la barbilla sobre el pecho, como si estuviera cansado de luchar, y Summer sintió una gran opresión en la garganta. Se le veía tan solo, tan desolado. ¿Y cómo iba a estar después de una vida entera de rechazo, una vida solitaria, deprimente, sin esperanza? ¿Cómo lo había soportado? ¿Cómo había llegado a adulto con el alma intacta? Lance era orgulloso; un tipo duro y malhumorado, pero era un buen hombre, que se ganaba el respeto y la lealtad de los que lo conocían. No se merecía el destino que la vida le había reservado. Se merecía tener a alguien que lo defendiera..., y ella quería ser esa persona. Quería decirle que ya no estaba solo. Tenía que saberlo.

—Lance, no tienes que marcharte.

Él se tensó, como si se hubiera olvidado de la presencia de Summer por un momento. Volvió a dirigirle una mirada hostil por encima del hombro.

—En eso estamos de acuerdo. Lo siento por ti, princesa, pero no tengo ninguna intención de marcharme. Voy a las caballerizas a por mis cosas y a hablar con Nate, para ver si quiere seguir ocupándose del negocio. Pero luego volveré. No te librarás de mí tan fácilmente, princesa.

Summer abrió la boca, pero él la interrumpió.

—No te preocupes. Dormiré con los vaqueros. Le ahorraré a tu hermana el horror de compartir techo con un indio, al menos hasta que esté mejor, pero no permitiré que me echen como a un perro, como hace cinco años. Ni me iré voluntariamente con el rabo entre las piernas. No me iré. Eres mi esposa, te guste o no.

SalvajeWhere stories live. Discover now