Capítulo 3: Aplausos y Egos

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"Hola mamá, quería agradecerte por el regalo que recibí esta mañana. Realmente me encantó, y lamento no haber podido llamarte, pero estos últimos días han sido muy agitados con las prácticas. Por cierto, me olvidé de mencionarlo, me he inscrito en un concurso de piano. Mi profesor me animó a hacerlo. Al principio dudaba en hacerlo, pero el terminó por convencerme.

Estos cinco años que he pasado aquí han sido maravillosos. Después de terminar el colegio, continúe asistiendo al conservatorio que papá me recomendó, y desde entonces, el piano se ha convertido en una parte integral de mi vida como antes.

Cuando esté libre, prometo llamarte. Cuídate mucho. Te quiero, mamá."

Frank cerró su notebook luego de enviar ese mensaje y se estiró en su silla, sintiendo la tensión abandonar su cuerpo. Levantándose, se acercó a la ventana y la abrió de par en par, apoyando después sus manos en el marco de esta.

Desde hace un tiempo, el vive solo. Su padre en todo momento tuvo la intención de dejarle la casa cuando cumpliera los 18 años. Incluso le dejó su auto hasta que pudiera comprarse uno el mismo.

Decidiendo tomar un descanso de las prácticas, Frank dejó su habitación y agarró las llaves de su auto. Sentía la necesidad de alejarse de la rutina y aprovechar la hermosa tarde. Conduciendo por la carretera con calma, disfrutaba del paisaje que se desplegaba ante sus ojos, escuchando la música sonar en el estéreo.

En medio de su tranquilo paseo, el sonido de su celular interrumpió la paz del momento. Bajó el volumen de la música y respondió la llamada. Suspirando al escuchar a Richard al otro lado del teléfono. Estaba acostumbrado a recibir llamadas de su amigo para pedirle favores, y esta vez no parecía ser diferente.

Frank: Estoy conduciendo, no puedo hablar.

Richard: ¡Espera, no cortes!

Frank: ¿Qué necesitas? Siempre que me llamas es para pedirme un favor.

Richard: Vamos, Frank, no siempre te llamo para pedirte cosas... Bueno, ahora que lo dices, creo que la mayoría de las veces sí es para pedirte favores. Pero eso no importa ahora mismo, necesito otro favor.

Apartó el celular de su oreja por unos momentos, aprovechando esos segundos para pensar si aceptaba o no. Al final, con algo de pereza decidió ayudarle.

Frank: Bien, ¿qué quieres que haga?

Richard: Verás, sé que eres un excelente pianista, necesito que me ayudes en el restaurante en el que trabajo.

Frank: ¿En el restaurante en el que trabajas? ¿Y quieres que toque el piano para las personas?

Richard: No, necesito que me ayudes siendo camarero junto conmigo. Nos falta personal y mi jefe me preguntó si tenía un amigo de confianza que pudiera ayudar. Y ese amigo de confianza eres tú.

Frank: ¿Camarero? ¿Y por qué dices que soy un excelente pianista si me vas a pedir que sea camarero?

Richard: Hm... Supongo que fue un halago para convencerte.

Frank: Tú nunca cambias... está bien, te ayudaré, pero no me quedaré hasta tarde para beber como siempre lo hacemos. Mañana tengo un concurso y necesito dormir bien.

Richard: ¡Gracias! Eres el mejor. Prometo no insistirte en que bebamos esta noche. En fin, nos vemos en un rato. Adiós.

Frank: Espero que así sea. Nos vemos.

Eres mi músicaOnde histórias criam vida. Descubra agora