ÚNICA VIDA.

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La niñez de estos dos niños no fue la mejor, Park Jimin había conseguido la amistad de Jeon Jungkook desde que eran muy pequeños, hasta no llegaba haber un recuerdo de cuando fue qué sucedió. Sólo sabían que se conocían porque los dos se encontraron toda su vida en aquel frío y oscuro orfanato, habían formado un lazo tan fuerte, que ya hasta parecían hermanos por cómo se trataban o hablaban, así que, siempre que alguien quería adoptar a uno, se llevaba al otro pensando que eran simples hermanos de sangre.

Jungkook recuerda vagamente su primera estafa, puede decir que el mayor sólo quería que él comenzará a integrarse a la sociedad, sacando beneficio de lo que iba logrando el pequeño castaño. Para hacer corta la historia, el menor había conseguido su primer amor, el gran amor de su niñez, era un pelirrojo algo alto, con pecas esparcidas por todo su pálido rostro, y unos dientes algo chuecos, pero más allá de eso, era una sonrisa muy linda la que tenía el niño. Park, queriendo ayudar a su mejor amigo, quién era tan tímido que si no era que había un plan, jamás se acercaría a él, le propuso hacer algo para conseguir dinero y por fin comprarse los helados que tanto querían pero no podían conseguir. Le había dicho, que para lograr eso, él debía hablar con aquel niño, integrarse a su grupo de amigos, y al final, sólo decir que un ermitaño, le había dicho que había una cueva, en la cuál a las 12:30 pm justas, se presentaba una viva luz que lo llevaba a un gran tesoro escondido, pero, qué se negó a decirle el lugar, hasta que él le haya dado 60 dólares, él debía pedirle dinero a los niños para buscar sólo un tesoro inexistente.

Él castaño había dicho todo lo que el mayor le había mandado, pero en último momento, cuando sintió la cálida mano del pelirrojo agarrando la suya, y una suave sonrisa dirigirse a él, solo a él, se le olvidó que todo era un vil engaño para sólo sacarles el dinero. Había corrido por toda la cueva, persiguiendo a la supuesta luz, que después de mirar atentamente en la oscuridad, sólo era una lámpara sostenida por su amigo, quién le levantaba un pulgar riéndose de sus demás amigos, guiandolos a algo inalcanzable. Se sintió decepcionado, aunque no debería, él sabía que eso iba pasar, se sabía el plan del derecho y al revés. Había caído.

—yo digo que la estafa perfecta, es en la cuál todos ganan algo.— había dicho Jimin aquel día, mientras veían a los demás niños riendo felices, porque más allá de no haber encontrado nada, se habían ganando un día de aventura. El mayor realmente pensaba que Jeon había conseguido amistades ese día, pero de nada sirvió, porque en cuanto los padres de los niños fueron a quejarse con el orfanato, ellos simplemente fueron echados, y con ello, las esperanzas de Jungkook de vivir una vida normal.

El menor suspiró al recordar todo lo que había pasado gracias a ello, y recordó que hace unas horas, nuevamente había aceptado un papel que le había hecho su hermano para quitarle más dinero a un pobre muchacho con problemas matrimoniales. La verdad era, que siempre decía que el rubio Park Jimin, era demasiado inteligente hasta para su gusto, sus planes siempre salían bien por alguna razón, y se había conseguido a BangBang, una japonesa con un gran talento en efectos especiales o hasta bombas. Era extraño la manera en la que la consiguió, supuestamente sólo habían tenido una gran noche y al ver las habilidades que había mostrado el día que tuvieron que escapar del hotel dónde se habían revolcado, el mayor se enamoró instantáneamente y se la trajo consigo. La mujer sólo sabía unas tres palabras en su idioma, por lo general se quedaba callada y con expresiones se hacía entender.

—Campari.— se escuchó la voz de BangBang, el barman le sonrió coqueto y fue a servirle la bebida a la japonesa, quién al recibirla, sólo puso los ojos en blanco y tiró el cigarro que anteriormente tenía entre los labios para darle un sorbo a su trago.

El castaño se sentía cansado del humo del cigarro a su al rededor, o el olor a vomito al entrar a los baños, así que se fue a una parte más tranquila, era como una habitación que había pagado Jimin por si posiblemente tenía unos momentos de privacidad más adelante con su chica, pero no le importaba en lo absoluto.
Había un mazo de cartas arriba de la pequeña mesa, y comenzó a sólo contarlas o acomodarlas, se sentía aburrido de la monotonía, también estaba cansado de tener que sacar a su "hermano" de todos los aprietos que tuvo que sacar al rubio, esto no era un juego, pero era como si Jimin aún se lo tomara como cuando eran niños.

ESTAFA PERFECTAWhere stories live. Discover now