~El Consenso~

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ASDFGHJKASDFGHJ Estoy tan feliz de que Jellal esté a salvo en los brazos de Erza. QwQ Ojalá sigan así de juntitos en los 10 caps que le quedan a Fairy Tail por terminar. ¿No sienten extraño que falte tan poco para el fin? D: Yo sí, y ruego que aparezcan mis bebés casados y felices. *w*/ Crucemos todos los dedos.

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Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. La historia extraña y dulcemente empalagosa es totalmente mía.

Referencias De Lectura:

Diálogo.

«Pensamientos»

Narración.

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Capítulo Diecisieteavo

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~El Consenso~

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Seguía sonriendo como desde el día anterior.

Jellal Fernandes no era una persona que ocultase su sonrisa, sin embargo, verlo sonreír tanto sí que era algo extraño, por eso desde que llegó al restaurante ya varios de sus compañeros le habían preguntado que si había recibido una muy buena noticia o si había ocurrido alguna cosa en especial, la respuesta de Jellal era negar con una risita divertida que los dejaba más extrañados aún.

Y eso generaba más extrañeza.

¿Pero qué podía decirles?

¿Qué Erza Scarlet había dormido en su casa?

¿Que había desayunado con él?

¿Qué la había besado varias veces?

¿Qué al parecer habían iniciado una competencia de ver quien besaba más a quién?

Por supuesto que nadie le creería, la verdad fuese dicha ni siquiera él mismo se lo creía aún, cuando despertó en la madrugada pensó que lo que había ocurrido había sido parte de un sueño muy fantasioso. Era extraño y de cierta manera desconcertante, él no era el tipo de persona que anduviese por ahí besando a diestra y siniestra simplemente porque no se podía contener, ni siquiera en Francia cuando estuvo viviendo de manera independiente había tomado esa actitud; y, aunque había salido con unas cuantas chicas, jamás había sentido esa urgencia casi adolescente por besarlas.

Sí, definitivamente él no era así.

Había actuado de manera irresponsable, insensata e imprudente.

Pero, extrañamente no se arrepentía de ello.

Y por eso no podía dejar de sonreír a pesar de estar en la cámara fría sin abrigo alguno ni guantes.

―¿Jellal? ―la voz que llegó a su oído lo hizo suspirar al pensar que era su imaginación, por eso se sorprendió cuando ella se colocó a su lado mientras él revisaba las botellas de leche descremada.

―E-Er... ―la mujer le colocó la mano en la boca y soltó una risita divertida.

―Señorita Brown ―le recordó alzando una ceja y señalándose la peluca café con su mano libre― ¿Estás bien? ¿No te estás congelando?

DULCE DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora