Rebeldes.

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//N.A: Realmente disfruté mucho escribir este capítulo <3 estuve subiendo nuevos fanfics y one shots así que los invito a leerlos también. Espero poder actualizar más seguido este fanfic por que vaya que me estuve tardando xd bueno, ya me callo un mes y los dejo con el nuevo capítulo. No olviden dejar sus votos y sus comentarios, los loveo <3 //

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El beso se prolongó por espacio de pocos segundos, pero para los dos chicos pareció ser eterno.
Fue Hannibal quien tuvo que cortar el beso, porque el pequeño Will no se desprendía de él, disfrutando al máximo de su primer beso y encima dado por la persona que más le gustaba y sentía que más le gustaría en toda su vida.
Cuando el estudiante se separó, los ojos y los labios de Will brillaban con la misma intensidad que las estrellas en el firmamento nocturno, y Lecter se dio cuenta de que se sentía un poco mareado solo con mirar los hermosos ojos del menor. Incluso su pulso, siempre inalterable, estaba un poco acelerado.
Definitivamente Will era alguien que había cambiado algo muy en lo profundo del joven estudiante de medicina.
-Hannibal… Yo…- Will intentó decir algo, aunque no estaba seguro de que era lo que iba a decir, pero Hannibal lo silenció rápidamente, volviendo la cabeza hacia la carretera. Se escuchaba que venía un auto de camino y que tal vez podría ser la ayuda que necesitaban.
Will frunció el ceño, ¿Por qué justo ahora tenía que pasar un maldito auto? No se atrevería a tocar el tema de ese beso una vez que hubiera pasado este momento y estuvo seguro de que Hannibal no tendría intención de tocarlo jamás.
Su empatía, que cada vez se desarrollaba más y más, le hizo entender que Hannibal se encontraba frente al enorme dilema de que le gustaba un chiquillo de 14 años recién cumplidos cuando él tenía 24 y se suponía que ya era un hombre serio y un estudiante prometedor.
Will sintió ternura por esto y sonrió al final, jurándose dentro de su corazón que esperaría a Hannibal el tiempo que fuera necesario, incluso hasta cumplir los 18, daba igual si estaba mal visto que dos hombres pudieran quererse de esa manera en aquellas épocas.
Hannibal se levantó, ajeno a estos pensamientos del menor, y salió a la carretera para hacerle señas al auto que venía por el camino.
La ventanilla se bajó y apareció el rostro de una señorita que los miró con curiosidad y cautela.
-¿Qué necesitan?-
-Verá… nuestro auto se averió, me preguntaba si no sería usted tan amable de llevarnos hasta el condado más próximo para que podamos pedir ayuda.- le pidió Hannibal amablemente a la muchacha mientras Will recogía el termo y la manta.
La joven los miró atentamente otra vez, no sabía si debería fiarse, después de todo, con la poca luz nocturna, alguien como Lecter dejaba de verse solo guapo para pasar a verse también sumamente amenazador.
Will se acercó abrazando su cobija a donde aquellos dos platicaban y estornudó con fuerza, frotándose la nariz después.
-Hanni… Tengo frio…- dijo Will en ese momento con voz tierna y vacilante que lo hizo sonar muchísimo más pequeño de lo que era.
Se escuchó un sonido dentro del coche, la mujer había sacado las trabas de las puertas.
-Suban al auto, los llevare.- dijo ella mirando con ternura a Will, que por dentro sonreía por su habilidad para manipular.
Ambos chicos cerraron bien el auto y lo empujaron fuera del camino para que no se produjera en un accidente en el tiempo que ellos regresaban.
Hannibal Lecter estaba realmente sorprendido.
Will solo había necesitado fingir que tenía un poco de frio y que era más pequeño de lo que realmente era y les había conseguido a los dos un aventón de una manera mucho más fácil y limpia que si Lecter hubiera decidido romperle el cuello a la chica y robarle el auto, o bien se hubiera puesto a seducirla.
Por supuesto, Will no era el único que sabía aprovecharse de las situaciones, así que apenas ambos estuvieron acomodados en el asiento de atrás del pequeño Peugeot 404 color gris de la chica, Hannibal se acercó y lo rodeó con un brazo, como si quisiera darle calor.
-¿Qué hacían a estas horas en una carretera como esta?- preguntó la chica mientras manejaba.
-Íbamos hacia Ohio, a comprar una cocina nueva… La nuestra explotó.- comentó Hannibal, como si hubiera sido un accidente menor.
Will recordaba a la perfección el incendio gracias al cual había conocido a Hannibal, y tembló un poco por el frio y otro poco por el beso y la cercanía que ambos compartían.
Se dio cuenta de que estaba en los brazos de él, acurrucado ahí dentro. Era la primera vez y no quería desaprovecharla. Desenrolló su manta y cubrió a ambos con ella, apegándose mas y más al estudiante debajo de la manta para compartir el calor.
-¿Y eso cómo pasó?- preguntó la chica, sorprendida.
-Mi hermanito se distrajo haciendo la tarea y dejó la comida en el fuego…- explicó Hannibal con una sonrisa, apretando un poco más su abrazo en torno a Will, las respiraciones de ambos creaban nubecillas dentro del auto de lo frio que era el ambiente.
-Vaya niño más despistado… Lo bueno es que nadie salió herido… ¿Cómo se llaman?-
-Él es Will y yo soy Hannibal… Un placer.- respondió el estudiante, se cortó un poco cuando sintió la mano de Will encima de la suya, pero después decidió restarle importancia y simplemente entrelazó sus dedos con los dedos del menor debajo de la manta que los cubría.
-El placer es mío chicos, yo soy Margot…- la joven hizo una pausa, estaba claro que no pretendía dar su apellido, así como ellos tampoco habían dado los suyos.
El instinto de Hannibal enseguida le hizo darse cuenta de muchas cosas. El auto era viejo, posiblemente rentado, pero la ropa de la joven era de mucha calidad al igual que el bolso que llevaba con ella en el asiento delantero. Vio un destello en la mano de la joven y supo que se trataba de un anillo, seguramente un diamante por el brillo que despidió en solo un segundo.
Notó también una leve sombra cruzando el pómulo de la joven, como si alguien la hubiera golpeado. También había un rastro de miedo en sus ojos que ella se esforzaba por ocultar.
Hannibal se preguntó quién sería. Que haría una chica rica con un auto rentado en mitad de una carretera por la que no pasaba nadie.
Estuvo seguro de una cosa, estaba escapando de algo o de alguien.
Sintió una enorme curiosidad, pero decidió guardársela de momento.
-Duerman un poco si quieren… Aún falta como una hora para llegar hasta el próximo condado.- dijo Margot al cabo de un rato.
Hannibal asintió y se acurrucó al lado de Will, permitiendo que el más chico los oculte a ambos con la manta.
Se miraron en la penumbra con una sonrisa cómplice, nunca habían estado tan íntimos en un espacio tan reducido pero los corazones de ambos saltaban dentro de sus pechos.
Will le dio un beso tímido y silencioso en los labios al estudiante, apenas un roce, pero que Hannibal no se apartara le pareció toda una victoria.
Hannibal acercó los labios otra vez y lo besó también, durante un momento más largo. Will simplemente sentía que se iba a ahogar con las mariposas que luchaban por escapar de su estómago.
Quizás era el poder de la noche y de estar viajando en oscuridad y silencio lo que hacía que todo pareciera una mágica realidad diferente a aquella en la que vivían. Como si fuera otro mundo. Otro mundo donde los dos simplemente seguían sus deseos, como estar dándose tiernos besos escondidos debajo de una manta.
Quizás la sensación de estar solos por completo, lejos de todo, también influía. Se sentían más a gusto, mas sueltos, mas auténticos.
Hannibal pegó su frente a la de Will y suspiró, el menor sintió su aliento cálido en su rostro y cerró los ojos con la intención de dormir, se sentía completamente a salvo en los brazos de él.
Margot tuvo que despertarlos a los dos cuando llegaron a destino. Tiró de la manta y notó las manos de ambos juntas pero no le pareció extraño, después de todo solo eran hermanos que se querían mucho.
-Chicos, ya llegamos.-
Will abrió los ojos y bostezó, sonriéndole a la joven. Ella no debía ser mayor que Hannibal, pero sus ojos se veían tristes y cansados, avejentados, como si estuviera viviendo algún intenso drama personal.
Will pudo intuirlo de inmediato solo con fijar sus ojos en los de ella, sin necesidad de captar todos los detalles que antes había captado Hannibal.
Lecter se despertó de inmediato también y los tres bajaron del auto, estaban en una gasolinera donde casi seguramente les prestarían teléfono.
Margot aprovechó y cargó el tanque de su auto, mirando a los dos chicos bostezar y estirarse, el cielo seguía tan oscuro como antes, faltaba mucho aun para el amanecer.
-Señorita Margot… Muchas gracias por traernos… No tenemos como pagarle…- empezó Hannibal, aunque su voz estaba levemente nublada por el sueño. Esa hora que había dormido con Will entre sus brazos había sido por mucho el mejor rato de descanso que había tenido en su vida.
No había tenido pesadillas… No había soñado con Mischa y con los hombres que se la habían arrebatado por primera vez en muchos años.
-No se preocupen, me quedaba de camino. Espero que tengan suerte.- se despidió la joven tranquilamente.
Hannibal anotó el número y la dirección de su casa en un papel y se lo dio a la chica.
-Los tres venimos de Baltimore, si algún día regresa allí, por favor visítenos. Soy estudiante de medicina así que le podré dar consultas gratis en caso de necesitarlas.-
Margot tomó el papel y sonrió levemente, ese muchacho era muy agradable después de todo y tan encantador como su pequeño hermanito.
-Lo tendré en cuenta.- prometió Margot, aunque realmente dudaba regresar a Baltimore, después de todo, era de allí de donde escapaba. Pero tener amigos en la ciudad nunca estaba de más.
-Te haremos de cenar… Y no dejaré que explote la cocina esta vez.- prometió Will entre leves risas, se sentía en la obligación de ver disminuir la tristeza en los bonitos ojos de la chica.
Y lo logró, y se ganó también que ella le revolviera los cabellos hasta hacerlo apartarse.
-Será un gusto… Entonces… Aquí nos separamos…- dijo ella cuando terminó de cargar el tanque. Hannibal se despidió con un asentimiento de cabeza y ella se subió a su auto.
Will se acercó a la ventanilla baja de la chica y tomó la mano de ella sobre el volante, siguiendo un impulso.
-Todo estará bien Margot…- le aseguró sin venir a cuento.
Margot asintió, sorprendida, y se alejó de allí con su auto.
Ser la heredera de los Verger con un hermano sádico y cruel que era su amo y señor no era fácil para la joven. Por eso había escapado de él y de sus abusos. Sabía que no llegaría muy lejos sin dinero y que tendría que vender sus joyas eventualmente, pero daba igual.
Todo lo que ella quería era estar lejos de su tiránico hermano.
Se había cruzado a Will y a Hannibal por pura casualidad y había compartido con ellos un rato cuanto menos agradable antes de tener que seguir su solitario camino. Guardó bien la dirección de Hannibal, si algún día tenía que regresar bajo el yugo de su hermano le convenía tener amigos que pudieran al menos ayudarla un poco.
Reflexionó sobre las palabras de ánimo que le había dado aquel muchachito y sonrió para sí misma.
La inocencia de la infancia era conmovedora. Ella sabía a la perfección que nada estaría bien jamás en su vida. No mientras su hermano aun estuviera respirando.
-¿Por qué le dijiste a esa muchacha que todo estaría bien?- preguntó Hannibal con abierta curiosidad luego de que ella se fue.
-Porque se notaba que todo está mal en su vida…- respondió Will doblando la manta y poniéndola debajo de su brazo. Su voz sonaba sería, otra vez volvía a ser un adulto y no el niño desprotegido que había salido al exterior para conseguirles un aventón a ambos.
-¿Cómo lo supiste?-
-Lo supe solo con mirar sus ojos ¿Tu no?-
-Yo noté otros detalles. Entre ellos el golpe en su rostro. Está escapando de algo o de alguien más bien, en Baltimore. Por eso le di nuestra dirección, si tiene que volver será bueno que tenga amigos cerca ¿No?-
Will asintió levemente, mirando hacia la tienda de la gasolinera donde tenían esperanza de que les presten un teléfono.
-Por eso es que no me puse celoso…- añadió Will al cabo de un momento, bromeando un poco.
Hannibal sonrió también y luego suspiró. La situación era extraña para ambos, pero lo mejor que podía hacer en ese momento era intentar no pensar en eso.
Entraron en la tienda y tuvieron que comprar un montón de dulces que terminaron llenando los bolsillos de Will, únicamente para que les presten el teléfono.
Hannibal se demoró media hora intentando comunicarse con un servicio de grúas o con algún mecánico, pero era imposible. Estaban en el medio de la nada.
-Debimos decirle a Margot que nos espere…- suspiró Will cuando Hannibal le comunicó las malas noticias.
-Ya era demasiado abuso… Bueno… Parece que realmente estamos varados en medio de la nada…- Hannibal suspiró y ambos salieron al exterior.
La claridad empezando a inundar el cielo nocturno sorprendió a ambos chicos sentados en un escalón de la gasolinera, comiendo un dulce tras otro mientras reflexionaban sobre lo que se suponía que iban a hacer ahora.
Para peor, la claridad no era una claridad de un diáfano amanecer. Era una luz gris, sombría y tenebrosa de un día nublado lo que llenaba el firmamento.
No se dieron cuenta de que había comenzado a nevar si no hasta que vieron los pequeños copos de nieve comenzar a acumularse sobre la hierba, y un par cayeron sobre la cabeza y la nariz de Will, haciéndolo estornudar otra vez.
El menor se acurrucó en el brazo de Hannibal y recostó su cabeza en el hombro de él.
-Vamos a morir aquí…- declaró con voz exageradamente teatral que provocó una sonrisa en Hannibal y una diminución en su mal humor.
-Si morimos aquí y tu sobrevives… Dile a mi padre que… Nunca me gustó como hacía el estofado.- Will estornudó de nuevo y Hannibal no pudo evitar reír un poco.
-Seremos estatuas de hielo cuando nos encuentren…- murmuró Lecter mirando caer los copos de nieve.
-Dame un beso y quizás no muera…- pidió Will con voz inocente y una sonrisa similar.
Hannibal suspiró y le dio un beso en la mejilla.
-Eso solo servirá para que agonice más… Pero al final moriré.-
-Eres un manipulador…-
-No te cuesta nada darme un beso.-
Hannibal volvió a acercarse y le dio un beso en los labios a Will.
Ambos suspiraron después, sintiéndose algo más calentitos.
-Esto no es tan malo… aunque rompiste tu promesa… Dijiste que no me ibas a secuestrar y lo hiciste… Incluso sospecho que tú mismo rompiste el motor del auto…- bromeó Will, mirando hacia la nieve con expresión soñadora.
-Me descubriste… Mira las cosas que hace este serio estudiante solo por pasar más tiempo contigo…-
Will soltó una leve risa y se acurrucó aún más, ambos tenían sueño, no habían dormido casi nada, pero sabían que no podían hacerlo ahí.
La gasolinera estaba a comienzos del condado y la civilización en si se encontraba a unos cinco o seis kilómetros de ellos.
El plan era ir hacia allí a pedir ayuda, pero con la oscuridad no habían querido arriesgarse, y ahora con la nevada, aunque se hiciera de día, tampoco podían hacerlo.
Parecía como si hasta las fuerzas de la naturaleza se estuvieran esforzando por hacerlos permanecer juntos aún más tiempo.
Los minutos se escurrían lentamente, el silencio era agradable y cualquier tipo de charla lo era también.
-Will…-
-¿Qué pasa Hanni?- el menor bostezó, aun acurrucado en el brazo del estudiante.
-Es mi turno… Dame un beso.-
Will sonrió y se sonrojó un poco, no fue mezquino y sus labios fueron directo a los de Lecter, no le dio un beso, ni dos, si no tres.
Eran besos inocentes, con los labios cerrados, pero eso no los hacia menos importantes.
Se besaban en la boca, como si fueran novios, como si fueran una parejita, y eso emocionaba muchísimo a Will.
Y cada diez minutos le tocaba a uno o al otro, como una especie de juego.
Will pedía su beso y Hannibal se lo daba.
Hannibal pedía un beso y Will se lo daba también.
Era una manera hermosa de matar el rato mientras esperaban que la nieve pase.
Cuando salió el empleado de la tienda de la gasolinera tuvieron suerte de no estar besándose. El hombre no los había visto así que no traía reproche alguno en la mirada, lo cual alivió el corazón repentinamente atribulado del estudiante.
-Si están esperando a que la tormenta de nieve pare, solo se pondrá peor, será mejor que intenten llamar a algún conocido o a alguien porque si no se van a quedar aquí unos cuantos días.- les advirtió el hombre sin siquiera mirarlos, estaba muy concentrado ojeando una revista.
Hannibal asintió y cuando el dependiente regresó a la tienda los dos jóvenes se miraron entre ellos.
De inmediato Will sacudió la cabeza.
-No voy a llamar a mi padre…-
-No tenemos más opción…- razonó Hannibal. Había pensado en llamar a Bedelia, pero la chica estaba fuera de la ciudad también.
-Nos matará a los dos…- Will estornudó de nuevo.
-Pues es mejor llevarse la reprimenda a que te mueras de frio aquí mismo… Vamos.-
Will suspiró, parecía que Hannibal iba a tener la última palabra.
Entraron en la tienda y Lecter pidió el teléfono otra vez, comprando algunas chucherías más para Will.
Cuando el dependiente se dio la vuelta, Will notó sobre el mostrador, al lado de la caja registradora, un juego de llaves.
Las llaves de la moto que estaba estacionada afuera.
No se lo pensó y las tomó rápidamente, guardándoselas en el bolsillo.
El dependiente no se dio cuenta de nada porque estaba de espaldas, pero Hannibal lo notó y miró a Will con una expresión interrogante.
-Llama después… Ahora tengo ganas de ir al baño…- pidió Will, deseando que el estudiante le siguiera el juego.
Hannibal no se lo pensó demasiado.
-Ahora venimos… Luego llamamos… Ya sabe cómo son los niños.- se disculpó Hannibal con una sonrisa cortes cuándo el empleado les acercó el teléfono.
-De acuerdo, pero si se tardan mucho tendrán que volver a comprar para usarlo.- dijo el dependiente con cara de pocos amigos.
Y tanto Will como Hannibal estuvieron seguros de que ese hombre sí que se merecía un poquito lo que le iban a hacer.
Salieron al exterior, disimulando. Por suerte la moto estaba estacionada en un lugar que no se podía divisar desde el mostrador de la tienda.
-¿Estas planeando lo que yo creo?- preguntó Hannibal, aunque era obvio.
Will le dio la manta y el termo vacío a Hannibal para que se los sostuviera y le quitó el candado a la moto, haciendo el menor ruido posible.
-Solo la tomaremos prestada… No es realmente un robo… Ese tipo ni siquiera se fijó en nuestras caras, estaba más distraído mirando su revista playboy que a nosotros.-
Hannibal tuvo que contener una risa al escuchar eso.
Esto era estúpido y peligroso, pero al mismo tiempo era tan emocionante…
Su punto débil era la curiosidad y vaya que Will y sus acciones se la estaban provocando de una manera desmedida.
-Si nos atrapan diré que tú me obligaste.- aseguró Lecter, aunque tenía la suficiente confianza en sí mismo como para saber que no podrían atraparlos.
-No seas gallina mi amor, monta y vámonos.- dijo Will animadamente antes de lanzarle las llaves. Ni siquiera se dio cuenta de que le había dicho “mi amor” pero sonaba totalmente adecuado a la frase y al contexto.
Will ese día se sentía como todo un rebelde, como si hubiera dejado la niñez atrás por completo. Después de todo, había logrado que un chico mucho mayor cayera redondito a sus pies. Se habían besado y había manipulado a una chica guapísima para conseguir un aventón.
Sumándole a todo eso el hecho de que ahora estaba a punto de robarse una moto, el joven Will Graham rebosaba de confianza como nunca en su vida.
Cualquiera que lo viera en ese momento diría incluso que se parecía un poco a Lecter. Y esto era gracias a su capacidad para adoptar la personalidad de la gente con la que se encontraba.
Hannibal lucía encantado y divertido.
Tomó las llaves y montó en la moto, esperando a Will.
El jovencito se subió rápido, agarrando la manta y el termo y se abrazó con fuerza a la cintura de Hannibal.
Partieron de allí lo bastante rápido como para no saber si el dependiente de la tienda se había dado cuenta de nada.
Y en pocos segundos se encontraron bajo la nevada, circulando a una velocidad prudente pero aun así algo rápida.
Era difícil ir en moto con la nieve, pero los reflejos de Lecter eran impecables y no le costaba casi nada.
Una vez que estuvieron lo bastante lejos ambos soltaron una risa nerviosa y emocionada. Esto era como una película, como si sus vidas hubieran cambiado por completo.
Realmente ahora sí que sentían que estaban escapándose juntos.
Will enterró su rostro en la cálida espalda del estudiante mientras lo abrazaba.
La situación simplemente no podía ser más perfecta.

Él Ángel cubierto de sangre.Where stories live. Discover now