Capítulo 39.

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Entramos al almacén, frente a nosotros iban dos hombres de los nuestros, detrás otros dos, Lissa a mi lado y Jov unos pasos enfrente.

Mi linda pelinegra caminaba insegura, casi podía sentir el miedo que salía de sus poros.

─Aquí es...─ habló el ruso.

─Bien, nena. No temas, Jov y yo nos encargaremos de todo. Después de este día nunca más volverás a ser molestada por ese infeliz.

─Señor─ habló uno de nuestros halcones, por el audífono de comunicación─. El cuervo ya está en la zona, se dirigen al almacén.

─Bien─ respondió complacido─. Ya estamos dentro, aseguren el área y estén preparados, si algo malo pasa asegúrense de que la rebenok salga primero.

─Sí, señor─ respondió el halcón.

─Tú tranquila, milaya moya, nadie volverá a molestarte─ se dirigió a Lissa.

─Gracias, señor Vólkov

─No es nada, rebenok. Si eres familia de James, eres mi familia. "Sem'ya pervogo"

Y vaya que era cierto. Mi familia siempre era y sería primero, nunca, jamás nada estaría antes que ellos.

Sonrió radiante, parecía una jodida reina, ni siquiera cuando estaba asustada se veía mal.

─Agradecer es lo único que puedo hacer en este momento, señor Vólkov.

─Solo dime Jov, milaya moya.

Confundida volvió a asentir.

─No es ninguna maldición─ susurré lo más bajo que pude.

─Menos mal.

Sonreímos.

─Hora de entrar─ nos informó el ruso─. Hoy tienes que ser Theo, James─. Asentí.

Él quería que fuera duro, que actuara como un maldito sin escrúpulos, algo que hace mucho no hacía, pero que extrañaba como el demonio.

Vólkov no me había dicho el plan, lo único que mencionó, fue algo sobre unos códigos y cargamentos millonarios.

Vólkov entró primero, después Lissa y yo.

─ Señor Vólkov y se...ñor Kinnaird, que gusto verlos.

Si algo odiaba era a los malditos aduladores.

─Lo sé, Eusebio─ habló, tajante, el ruso.

─Oh, pero que clase de cabrón soy. Por favor, tomen asiento.

Lo hicimos.

─ ¿A que debo el honor de su visita?

─Vamos, Eusebio. Está de más hacer preguntas estúpidas─ espeté.

El puto cuervo estaba jodido. La sola presencia de Jov lo ponía nervioso. A menos que sea un estúpido, se negaría a aceptar el trato.

─Bien─ se recargó en el respaldo del sillón─. Perdí unos documentos en el club de la chica─ señaló a Lissa.

─No la señales─ gruñí, molesto.

Bajó la mano tan rápido como la había levantado.

─Continúa─ obligué.

─Eran documentos valiosos─ murmuró─. Se trataba de millones.

─ ¿Cómo se perdieron?

─Si lo supiera...

Loco Posesivo © |Editando.|Where stories live. Discover now