¿Libertad?

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El grupo de soldados junto con la Legión de Reconocimiento partieron a las 5 am, trataron de no llevar mucha carga con ellos para que no ralentizara el paso y es que debían de llegar a su punto lo más rápido posible para evitar otra tragedia más. Usaron vías alternas a las calles principales. Los vehículos que los transportaban llegarían 15 kilómetros antes de Shinganshina, ya desde ahí ellos seguirían a pie y si necesitaban de ayuda de un avión de ataque, solo era cuestión de dar con el punto clave y enviarían la señal para que el equipo de bombardeo aéreo se hiciera presente. Los chicos dieron un último vistazo a la ciudad de Trost, no sabían con seguridad si todos regresarían vivos otra vez. 

Iban ya a la mitad del trayecto y en el vehículo en el que estaba Marco y Jean vieron que algo empezó a moverse entre las municiones. Marco tenía la mirada fija hacia lo que sea que saldría en cualquier momento y para su sorpresa era Kennet. – ¿¡Qué demonios haces aquí!? Yo te dije que te quedaras en Trost, esto es peligroso.- Gritó enfurecido Marco. –Yo no quería quedarme solo allá, ustedes dos son mi única familia y además, somos un equipo ¿recuerdas?, siempre lo hemos sido.- Exclamo Kennet en defensa. Marco estaba por explotar pero fue interrumpido por Jean que dijo –Bueno, ya nada se puede hacer, ya hemos avanzado mucho como para regresar. Confió en que sabes bien a donde vamos y que haremos ¿verdad?- Kennet afirmo con seguridad.

-Tranquilo, que tu hermano y yo te protegeremos.- Dio por terminado Jean. Marco sabía que no era buena idea que Kennet estuviera ahí pero era cierto que ya no se podía dar vuelta atrás, ahora solo quedaba ser sumamente cuidadosos y que el pequeño estuviera siempre en un lugar seguro. Paso una hora más hasta que el transporte se detuvo, por medidas de precaución les tocaba a ellos seguir a pie entre el sigilo de las montañas. Todos bajaron y con su armamento en mano empezaron la caminata. Justamente estaban pasando por aquellos poblados pequeños que habían visto antes cuando salieron de Shinganshina. Pero estos estaban completamente desolados. No había ni siquiera animales callejeros ni mucho menos ladrones merodeando por el alrededor. Trataron de no ponerle gran importancia a eso y siguieron con la vista fija en llegar a un caserío que se encontraba entre el bosque. Ahí tenían una pequeña base militar en donde alistarían todo el armamento y rastrearían bien al enemigo. Después de 2 horas de camino a pie llegaron a la entrada del caserío. No esperaban ser recibidos por los pobladores pero este lugar también estaba desierto. Algo raro estaba pasando en este trayecto. Todos los últimos lugares donde deberían de haber personas, familias, no había nada. La duda los llevo a ir a ver a las casas y era lo que temían, nadie tampoco. Era como si estas personas habrían desaparecido. La legión de Reconocimiento fue a instalarse a la base militar del lugar mientras que ordeno que los demás solados buscaran algún rastro de las personas.

Fueron a las demás casas, al mercado y hasta se adentraron al bosque en busca de alguna alma pérdida pero todo estaba vacío, ni siquiera habían perros o gallinas que era lo que siempre abundaba en estos poblados. Eren, Mikasa y Armin se encontraban en el área boscosa. Armin tenía algo de reconocimiento sobre acampar en la naturaleza y estaba buscando pistas para ver si las personas estarían viviendo afuera de sus casas pero por el momento no había nada fuera de lo normal. Ya habían avanzado mucho y lo único que tenían por delante era más kilómetros de bosque. –Creo que ya es hora que regresemos.- Dijo Mikasa. Eren estaba consiente que no debían alejarse tanto pero decidió primero sentarse entre la maleza a descansar un rato, los pies ya le estaban doliendo. Los 3 se sentaron y desataron sus botas para que sus pies respiraran. Llego el momento en que nadie hablo, solo se quedaron en el absoluto silencio y fue ahí donde empezaron a escuchar un ruido entre los arboles vecinos. Las ramas crujían pero no podía ser ningún animal grande ya que de esos no existían en esa área específica. El miedo empezó a apoderarse del lugar hasta que los crujidos cesaron, pero sentían  la sensación de estar siendo asechados por algo o alguien que se ocultaba entre las sombras de los árboles.

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