high class toys

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Historia universal había terminado. Ya no quería saber nada sobre la revolución francesa; los acontecimientos relacionados con María Antonieta, Carlos X y Voltaire se habían guardado en su mente para no volver a ser usados hasta la próxima clase.
Finalmente, era hora del descanso. Tenía media hora libre antes de preocuparse por la disección de la rana en la clase de biología.

—¿Y qué tal te fue con los Canela, Alonso ? —lanzo al aire Bryan, mientras bajaban a la par las escaleras del segundo piso del Guillmore.

Eran realmente únicas las ocasiones en que permitía que Bryan o Jay iniciarán la conversación, pero aquella vez, Mouque, lo había dejado pensando ó, mejor dicho, recordando.

——Bueno, en algún momento tendrás que dirigirme la palabra porqué: vamos a pasar juntos todas las tardes de los próximos meses.

—Deja de alardear, Canela. Simplemente estaba observando tu habitación. Es tan pequeña comparada a la mía. Esto tiene el tamaño de mi closet —se dedicó a presumir cómo camuflaje a sus nervios.

—Debería sentirme ofendido —rió levemente antes de proseguir—. Sin embargo, solo me he podido concentrar en tu voz... me parece haberla escuchado antes.

—Qué tonterías dices, ¿José? Jos... como sea que te llames. Es la primera vez que te veo.

—¿Seguro? Porqué ayer en la noche Freddy, mi mejor amigo, me llevó a un club: Para bellum, ¿Te suena? ¡Ay, no! ¿Cómo lo vas a conocer sí está en una zona alejada de tu villa de oro y diamantes? La idea es que choque con un chico que me insulto, tu tono de voz es idéntico —se burlo con una sonrisa juguetona. No pretendía hacer enojar al menor, solo quería romper el ambiente tan tenso y, tal vez, la mejor forma era poniéndolo un poco nervioso. Jos sabía perfectamente que, Alonso, era el chico que lo había insultado, no había olvidado su voz.

—Deberíamos de concentrarnos en que te fuiste de fiesta en ese estado. Tu querida nana me dejó clarisímo lo mucho que necesitas descansar.

—Sí, bueno... digamos que, Freddy... me sacó a escondidas. Igual, no duramos mucho ahí, le molestó bastante la forma en que ese chico me gritó.

—¿Cómo que te traumaste un poquito con ese niño, no? —trato de sonar irónico, pero los malditos nervios le estaban ganando.

—Okay... este juego me aburrió —murmuró al moverse con el fin de dejar su posición recostada en la cama, tomando asiento—. Alonso, sé que tú eres el chico que me gritoneo fuera de Para bellum. Digamos que tus palabras estaban tan marcadas que tu voz se me quedó grabada a la perfección.

—Bueno, ya estarás feliz. Me da igual, me imagino que nadie creerá que yo estuve ahí —aseguro con sonrisa tenue, cruzando los brazos—. Y te pido, por favor, que dejes el tema. Es bastante nefasto para mí cumplir con el estúpido servicio social cómo para aguantar a un desubicado cómo tú.

—Wow... Campderich, tranquilo —dibujó una mueca antes de soltar un suspiro—. No tengo porqué comentar en dónde estabas, es tu vida, no la mía. Solo quería que empezaramos de nuevo para llevar estos meses lo mejor que se pueda. Perdón sí te es tan molesto estar acompañándome.

Alonso, ladeo un poco la cabeza al mismo tiempo que alzó una ceja; le era extraño que alguien le hablará en un tono tan... delicado. Bryan y Jay solían ser sumisos con él, pero más que nada, por temor.

—¡Eiran! —gritó sin moverse ni un milímetro, haciendo que, Canela, se exaltara bastante. Aquella primera tarde junto a Jos, la mujer, fue su salvación, pues no permitió que saliera de la habitación del pelinegro hasta su hora de retirada.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora