28 ~ Pesadilla

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Las lianas que sostenían sus muñecas se movieron con fuerza cuando Samuel las sacudió, generando que estas quemasen parte de su piel; la pesadilla frente a él solo rio ante la desesperación del elemental. Soltó una risa siniestra cargada de odio y maldad que sonó tan áspera que incluso hizo sentir al morado aún más desesperación. Ahora que lo tenía frente a él y que había dejado de ser una molesta voz en su cabeza no lograba controlar las ganas que tenia de golpearlo hasta el cansancio, de saciar con puñetazos y patadas todo ese enojo y angustia que le había generado a lo largo de meses.

-¿Qué sucede, moradito? ¿No te alegra mi presencia?- la pesadilla se cruzó de brazos y volvió a reír.

-¿Qué cojones quieres?- a pesar de sentir las primeras gotas de sangre correr desde sus muñecas, no detuvo sus insistentes movimientos.

-A ti, ¿no es obvio?- dio un par de pasos más fuera del bosque, dejando a la vista un cuerpo alto y esbelto y unas facciones bien definidas; ojos grandes y nariz pequeña, labios finos y el cabello revuelto. Su atuendo era oscuro, variando en distintos tonos de negro –De verdad creí que no serías tan tonto de venir hasta aquí y que deberíamos buscar otra forma de atraparte, ¡pero mírate!- su sonrisa se ensanchó aun más –estas aquí, frente a mí. Es mejor que cualquier sueño.

Sus manos temblaban ante la necesidad de hacer que sus habilidades se manifestasen. Entre más palabras salían de los labios ajenos, más eran sus ganas de incinerarlo con las más potentes llamas o ahogarlo en el más profundo océano. Su odio crecía incontrolablemente, al igual que su ansiedad y desesperación. Tenerlo finalmente frente a él, personificado y físicamente presente, era algo que lo estaba volviendo loco, porque ya no se veía capaz de controlarse.

Apretó los puños y cerró los ojos con fuerza cuando el dolor agudo volvió a invadir su organismo. Las lianas que había intentado hacer desaparecer solo se aferraron más a sus muñecas. La pesadilla volvió a reír.

-Nunca me imaginé que esto sería tan divertido- sus pies se movieron con soltura y tranquilidad hasta quedar frente a frente con Samuel, sin borrar aun la sonrisa. El morado sostuvo la mirada, desafiante -¿Aun te crees valiente?

-¿Crees que te temo?- preguntó entre dientes.

-Deberías. No sabes a quien te estás enfrentando.

La pesadilla se alejó rápidamente unos cuantos pasos y sus muñecas se fueron liberadas; sus brazos cayeron con fuerza a los costados de su cuerpo, adoloridos por estar erguidos por tanto tiempo, y la sangre cayó con más soltura por sus muñecas ahora que nada se lo impedía. Sentía las palmas de sus manos húmedas por la sangre que caía, por lo que las sacudió con fuerza haciendo que pequeñas gotas rojas saltaran a su alrededor.

Corrió con determinación hacia la silueta enemiga con los puños cerrados y rojos, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca como para golpearlo, este se elevó con rapidez, consiguiendo que Samuel soltara un puñetazo al aire. Escuchó los pies contrarios caer justo detrás de él y sintió un fuerte apretón en su cuello, como si de una soga se tratase. Automáticamente, llevó ambas manos a su garganta, comprobando que, efectivamente, algo lo estaba ahorcando.

-Te ves tan patético, moradito- susurró la pesadilla en su oído –Dando puñetazos al aire, no pudiendo utilizar tus habilidades...

Tomó con fuerza la liana que apretaba su garganta e intentó soltarla, pero como era de esperarse, el de ropas oscuras intensificó el agarre. Ahora Samuel luchaba por recuperar el oxígeno y que sus pulmones no colapsaran por falta de este.

Los cuatro elementos [Wigetta]Where stories live. Discover now