Capítulo 2

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NOAH

En el tren el ambiente era de lo más variopinto. Desde mujeres bien vestidas pero tampoco demasiado opulentas con niños pequeños alrededor, hasta jóvenes de mi edad que parecían ir a Los Hamptons con la clara idea de emborracharse. El viaje se me hizo de todo menos lento. Me gustaba observar a la gente con disimulo, a menudo me preguntaba como serian sus vidas, sus pasados, sus sueños, sus destinos... Mi futuro era de lo más incierto. Recién había acabado mi primer año en la facultad y había descubierto que todas esas ideas que tan claras tenía desde el instituto habían empezado a cambiar.

Es verdad que las experiencias nos cambian, nos hacen personas, y las cosas que había vivido yo en mi vida parecían encaminarme a un futuro completamente distinto de lo que había pensado en un principio. Escribir, como siempre había querido hacer, ya no me llenaba como antes, ya no era algo a lo que me dedicaría de por vida, sobre todo porque era un trabajo bastante solitario, no es que mi carrera solamente estuviese orientada a la escritura, a ver, había miles de ramas, el problema es que no tenía ni idea de cuál escoger. Supongo que es lo normal de tener diecinueve años, estamos en la edad de investigar y probar cosas nuevas, de saber qué es lo que queremos y que es lo que no.

Yo por ahora no tenía ni idea, es más, estaba más perdida que nunca.

Desde la ruptura con Nicholas mi vida parecía haber girado en un bucle sin fin. No salía de casa a no ser que fuera estrictamente necesario, iba a clase, por supuesto, pero regresaba al apartamento y leía o escribía, algo que había estado haciendo mucho y lo que me había llevado a plantearme si de veras servía para dedicarme a ello. Mi escritura estaba más orientada a ser una especie de diario más que a tener una imaginación prodigiosa que me llevara escribir algo que interesase a cualquiera más que a mí.

Hacia la compra, limpiaba el piso, iba a la biblioteca y de vez en cuando salía con mis amigas, pero solo a tomar café o a sitios tranquilos. Los ataques de pánico que había tenido habían sido casi todos al estar rodeada de mucha gente y en lugares cerrados con poca iluminación. Ahora lo llevaba mucho mejor pero mi lema era mejor evitar que curar.

Si podía evitar agobiarme lo hacía y procuraba vivir en la tranquilidad.

La aburrida tranquilidad.

Al principio no todo había sido así de tranquilo, al principio había estallado, gritado y llorado. El día que Nick se fue definitivamente fue uno de los peores de mi vida porque una pequeña parte de mí había esperado que no lo hiciera, que volviese a mis brazos, que me dijese que me perdonaba y que me quería, que no iba a dejar que nada nos separase, una parte de mí había esperado que las palabras que escribió en aquella carta fuesen ciertas y que al fin y al cabo él iba a ser mi luz en la oscuridad, tal y como yo había deseado con toda mi alma. Pero se marchó, y lo hizo sin mirar atrás.

Eso es lo que me quedaba hacer a mí, aunque el miedo a volver a verle parecía estar a punto de salir a la luz y llevarse todo por delante. Me había acostumbrado al ritmo de vida que llevaba y había intentado por todos los medios prepararme psicológicamente para el encuentro que inevitablemente iba a tener lugar dentro de unos días, pero no me sentía preparada ni de lejos. Vivir sin él a mí alrededor, sin saber nada a parte de los cotilleos que escuchaba, sobretodo no poder siquiera llamarle por teléfono había sido lo más duro de todo. Nuestra ruptura había sido catastrófica, había arrasado con todo, había arrasado con ambos y el mundo había seguido su curso, la vida había continuado y yo había llegado a hacerme a la idea de que el amor era algo que quedaba fuera de mi alcance. Pero como alguien dijo una vez, son los acontecimientos los que controlan la vida y no la vida la que controla los acontecimientos. Pues bien, mi vida los próximos días iba a ser la definición exacta de esas palabras, aunque una parte de mí, esa parte tan escondida y protegida con miles de muros y murallas, esperaba con expectación ese reencuentro con el amor de mi vida.

Culpa nuestra © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora