Capítulo 18

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NOAH

Llegué a casa de Will a eso de las once de la mañana, justo a tiempo de tomarme algo rico y caliente para desayunar. Mi madre salió a recibirme, envuelta en un chal de croché que supuse sería mucho más caro de lo que parecía. Tenía el pelo rubio, más corto desde la última vez que la vi, más o menos sobre los hombros y sus ojos azules me miraron con cariño e ilusión cuando me bajé del coche y me acerqué para saludarla. Subí los escalones y dejé que me abrazara.

No había vuelto a aquella casa desde hacia una eternidad, concretamente desde antes de romper con Nick. Siempre que mi madre y yo nos habíamos visto había sido en mi piso o en algún bonito restaurante. Los recuerdos con Nick me perseguían, y por eso había evitado con todas mis fuerzas este sitio.

Ahora me quedaban dos días por pasar en compañía de mi madre y su marido, pero al menos podía estar tranquila con la posibilidad de que Nick viniera a pasar las fiestas; él odiaba estar aquí, antes incluso, cuando estábamos juntos, que viniera era una disputa continua. Nicholas no pasaría acción de gracias con su padre y mejor para mí.

Entré en la cocina, donde Will estaba hablando amigablemente con Pret, la cocinera que me abrazó con una sonrisa amigable. Will me sonrió, se acercó a mí y me dio un abrazo que se me antojó mucho más reconfortante de lo que había esperado. No podía evitar recordar lo que mi madre me había contado de él, y aun a pesar de haber sido la persona con la que mi madre engañaba a mi padre, él sí que había sabido cuidar de ella, le había dado felicidad a mi madre en un momento muy oscuro de su vida y ni siquiera quería pararme a pensar en lo que podría haber ocurrido si William no hubiese ingresado a mi madre en aquel centro para que pudiese recuperarse. Lo más probable es que hubiese terminado dando tumbos por la vida, intentando salir adelante después de que la hubiesen maltratado durante años y le hubiesen quitado a su hija por malos tratos. Seguramente yo hubiese pasado mucho más tiempo en casas de acogida y tal vez nunca hubiese podido volver con ella.

Pasamos la mañana poniéndonos al día, aún no quería decirle a nadie lo de mi despido, no quería ver como mi madre ponía los ojos en blanco o como Will empezaba a convencerme para que simplemente me centrara en estudiar, prometiendo que para él era un orgullo poder ayudarme económicamente.

Así que hablamos de otras cosas, y cuando los temas triviales se acabaron, un comentario de Will captó mi interés de forma significativa.

—He tenido que pelear mucho para que mi hija pueda pasar las fiestas conmigo y por fin cuando lo consigo me doy cuenta de que no tengo ni idea de cómo hacer para ganármela.

Oh... Maddie, mierda, ¿eso era tema peliagudo aún o no? Mire a mi madre que parecía relajada, mucho más relajada que aquella maldita noche en donde todas las verdades se pusieron de acuerdo para salir a la luz casi a la vez.

— ¿Maddie va pasar las fiestas aquí?—pregunté un poco como quién no quiere la cosa..

Lo último que supe de mi madre sobre el tema, fue que Will ya tenía la custodia y que estaban viendo cómo hacer para que Maddie entendiera lo que había pasado.

—Ya es hora de recuperar el tiempo perdido—dijo Will levantándose de la mesa y sonriéndome amablemente. Salió de la cocina, no sin antes besar a mi madre en la mejilla y yo aproveché para indagar un poco más.

— ¿Qué está pasando, Mamá?—dije llevándome la taza de café a los labios.

Mi madre se sentó frente a mí y suspiró profundamente.

—William se siente culpable por todo lo que ha pasado... quiere organizar su vida de una vez por todas, ahora todo está patas arriba, no creo que a nadie le guste descubrir de un día para el otro que tiene una hija de siete años con la loca de su ex mujer.

Culpa nuestra © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora