Doce (✔️)

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Inolvidable momento

Donovan

―Es un lugar maravilloso, Wen, ―murmuró Donovan mientras observaba la naturaleza que nos acompañaba junto con el mantel a cuadros rojo y blanco, la cesta de paja abierta, el vino, las copas, y un arreglo simple que constaba de un ramo de rosas en el medio, ―Nadie había hecho algo parecido por mí.

Estábamos por completo solos en el parque más lejano de nuestro condominio.

Eran las diez y media de la noche.

A duras penas había logrado convencer a los guardias de que vigilarán que nadie entre por al menos dos horas, me costó bastante dinero pero valía la pena.

Sonreí al ver su rostro iluminado por las velas y sus ojos tan brillantes que parecían estrellas.

―No es nada del otro mundo, Don, ―sentencié sentándome en el césped. Odiándome por no poder hacer más. Por no tener el dinero suficiente como para darle todo lo que imagino y deseo para él. ―Pero en verdad me alegra que te guste.

― ¿Gustar? ¡Lo adoro por completo! ―aseguró dejando a un lado la mochila que había traído al tiempo que apoyaba suavemente todo su cuerpo en mis muslos, mientras colocaba sus brazos alrededor de los míos y repartía suaves besos a lo largo de todo mi cuello.

―Don, yo tengo alg... ―me detuve.

¿Cómo decirle al chico que te gusta que eres más inexperto de lo que cree?

¿Cómo explicarle que ignoraste a toda la humanidad que te rodeaba por mucho tiempo y no has pasado de la base dos?

―Shh, ―me pidió en el segundo que se deshacía de su camiseta.

Inevitablemente abrí mis ojos como platos.

¿Cuál era su prisa?

En verdad que esta no era mi intención al invitarlo formalmente a una cita, pero luego de haberse quitado esa prenda en específico todo mi cuerpo evitó que mi mente hablará.

Me limité a observar y ser testigo de cómo su cuerpo se levantaba del suelo, y continuaba con su juego.

Bailaba sin música.

Era todo un espectáculo.

Y lo mejor era que no había dejado de mirarme o romper nuestro contacto visual ni un solo segundo. Pero en el momento que se desabrochó los jeans estuve a punto de perder la consciencia.

Respiré hondo en el instante que lo vi en su totalidad.

Él no estaba llevando ropa interior, y algo me decía que él ya había planeado todo lo que iba ocurrir mucho antes de que yo siquiera lo imaginara.

― ¿Estás listo? ―cuestionó mientras que aún desnudo se arrodillaba al frente de mí.

―Tal vez, ―respondí intentando no parecer demasiado asustado.

Era virgen, sí.

En todos los lugares posibles a excepción de los labios.

Me sentía estúpido de haber sido tan cobarde.

De haber postergando tanto tiempo, algo por completo inevitable, pero aún así me sentía satisfecho por haber encontrado a alguien que me consideraba lo suficiente para tomarse su tiempo conmigo.

Palabras MágicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora