2- Muertes inocentes

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Charlotte en multimedia

Son cuatro las cosas que sé de momento.

1. Estoy en una clase de jaula de metal desgastada por el paso del tiempo, hay un colchón con una manta a un lado de la jaula. La herida de bala de mi pierna ya está casi curada.

2. Cada día pasan una estúpida bolsa con comida por una especie de buzón. La comida es horrible y sabe a mierda, tanto que me pregunto si es eso lo que lleva, mierda.

3. Por alguna extraña razón ahora soy morena.

4. Necesito una estúpida ducha.

Me levanto de la cama y camino nerviosa por la celda. No se cuanto tiempo he estado aquí, no se a que día estamos, si es día o noche. Pero eso no me molesta.

Lo que si que me molesta es que últimamente he estado teniendo unas extrañas pesadillas las cuales no puedo recordar por la mañana. Por mucho que no me acuerda esas pesadillas me asustan, ¿Pero que tan horrible pueden ser para no querer ni dormir?

Me odio a mi misma por no poder enfrentar unos estúpidos sueños. Me odio por intentar pensar en positivo mientras todo se va a la mierda, me odio por ser tan cobarde. Me odio por ser tan débil como para pensar que Matt no esta muerto, y que va a venir para sacarme de aquí, y me abrazará como aquel día cuando yo tenia 13 años cuando me decía que todo iba a salir bien, que papa y mama estaban en un sitio mejor y que podían vernos, y no querrían que llorárasemos si no que fuéramos fuertes. Me odio por pensar que aun soy la asustada niña de 13 años que perdió a sus padres y no la adolescente segura de si misma que días antes, o tal vez meses o hasta años iba por las calles rompiendo corazones, segura de si misma y siempre con la cabeza bien alta sonriendo a todo aquel que pasara cerca de ella.

Me siento tan perdida dentro de mi misma que ya no se diferenciar lo que era de lo que soy. A veces me despierto pensando que soy esa chica de 13 años y otras simplemente me despierto llorando. Me estoy volviendo loca mientras la superficie sobre la cual estoy, se va cayendo, con cada lagrima derramada y cada golpe de puño contra la pared. Con cada gota de sangre que resbala por mis nudillos y cae en la manta dejándola de color escarlata.

No quiero pensar en nada, se que si paro un solo momento a pensar me derrumbare del todo así que solo me dedico a estar ocupada en algo por muy idiota que sea. Doblo la manta una vez y otra, hago estiramientos para mantenerme mi cuerpo en forma, una vez hasta decidí ver cuanto tiempo aguantaba aplaudiendo como idiota.

Claro que eso solo ocurre cuando estoy en un día bueno. Después también están los días malos, en los que comienzo a gritar desesperada a cualquiera que pueda estar allí fuera hasta que me quedo sin voz y en los que me abro las heridas de los nudillos golpeando la pared una vez y otra.

Por suerte hoy es uno de los días buenos. Es mas, esta noche he podido dormir sin ninguna pesadilla y ahora me siento con ganas de hacer algo, cualquier cosa.

Me paso una mano por el pelo, ahora moreno, y me pongo a doblar la manta llena de crostas de sangre seca.

Tengo dos conclusiones por lo del pelo, la primera es que me he vuelto loca y la segunda opción es que mis captores no son fanáticos de las rubias y me han teñido el pelo mientras dormía.

De momento creo que la primera opción es la mas factible, por las condiciones en las cuales me encuentro aparte de que no solo he notado cambios en el pelo, si no que también me he dado cuenta de que ahora soy mas delgada y tengo las uñas mas roídas de lo normal y las piernas no son las que yo recuerdo haber tenido o creía tener.

Ni tan solo sé eso.

Cuando acabo de doblar la manta me dirijo hacia la bolsa que han dejado en la celda como la mayoría de días. Cuando la cojo y la abro me encuentro con una sorpresa.

La caceríaWhere stories live. Discover now