CAPÍTULO IX: ¿TÚ TAMBIÉN?

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—Sí ma, estoy bien —pronunció mientras tenía el celular apoyado entre su hombro y la oreja, revolviendo unos huevos—. Todo está en orden, dale un beso a papá de mi parte, los amo, luego los llamo —le dijo antes de cortar—. ¡Ale el desayuno está listo!

—Estoy aquí —pronunció con calma detrás de ella, haciéndola dar un pequeño salto en su lugar.

—¿Por qué siempre haces eso?

—Estaba escuchándote.

—¿Me estabas escuchando hablar con mi mamá?

—¿Está mal?

Suspiró y fue hasta la mesa, sirviendo en los platos.

—Sí, son conversaciones privadas.

—Lo siento.

—Como sea, vamos a desayunar.

Ambos se sentaron y ella lo observó curiosa.

—¿Ale, cómo luce tu verdadero cuerpo?

La miró incómodo y luego se llevó el vaso con jugo a los labios.

—Supongo que no puedes tampoco decirme eso ¿Verdad?

—No.

—¿Habrá algo que puedas contarme de ti? ¿Alguna cosita?

—No, nada.

—¿Qué tal tu color de ojos? ¿Se ven iguales?

—En serio Abby, no puedo hablar de mi.

—Pero me gustaría conocerte un poco... Cuentame algo, lo que sea —insistió.

—Soy muy diferente a esto, mi cuerpo no es así, mi voz no suena de este modo.

—¿Eres como esos extraterrestres grises?

—No.

—Es un alivio entonces —murmuró tomando un sorbo de jugo.

***

Sonrió divertida observándolo, pensando que era un completo inútil.

—¿Qué se supone que quieres hacer?

—La cama, pero éstas sabanas son muy difíciles de colocar, siempre que la pongo en una punta, se suelta de la otra —gruñó con molestia.

Abigaíl rio bajo y se colocó en el lado izquierdo de la cama, frente a él.

—Te ayudaré, la colocaremos ambos ¿De acuerdo?

—Bien.

Tomaron un extremo cada uno y lo colocaron en colchón.

—¿Lo ves? no es tan difícil si lo hacemos los dos.

—Tienes razón —le dijo tomando el otro extremo de las sábanas.

—Y tú estás aprendiendo esto ¿Por qué tienes intención de luego usarlo en tu planeta?

—No, sólo para ayudarte a ti.

—Oh, gracias —sonrió suavemente.

***

—¿Y por qué ese...?

Miró hacia su costado, y ella estaba dormida sobre su hombro.

—¿Abby? —Susurró, pero ella no abrió los ojos.

Pasó su brazo con cuidado detrás de su espalda y la acostó a su lado, apoyando su cabeza sobre su pecho.
La acastaña se acomodó mejor en la cama, pasando su brazo sobre el abdomen de él.

Sonrió, sin saber porqué, pero le gustaba tenerla tan cerca... Se sentía bien.

La observó, y tuvo tantas ganas de volver a besarla, y que ella le correspondiera, pero sabía que así no sería. Le había prometido que no volvería a hacerlo.

Miró el gran ventanal en la habitación y respiró profundo, sólo le quedaban dos meses, sólo eso y volverían por él.
Acarició suavemente su espalda y apagó la televisión, él también tenía sueño ya.

***

Se despertó alarmado al sentir esa vibración extraña en su pecho, y miró hacia su lado, Abby aún dormía.
La quitó con cuidado y la tapó, abandonando la cama.

Esa vibración cada vez era mas fuerte, incluso podía sentir sus oídos zumbar  ¿Habían vuelto por él?

Caminó rápidamente hacia la sala y al abrir la puerta, no encontró nada allí, no había nave, pero esa sensación en su pecho no se detenía. Continuó caminando, descalzo, sobre el césped, comenzando a temblar, aún no había salido el sol, y hacía mucho frío.

Miró entre medio de los árboles y vio que algo se movía.

Frunció el ceño, pregúntandose que sería aquello. Y antes de poder reaccionar, algo corrió hacia él y lo tiró al suelo al saltar sobre su cuerpo.

Cerró los ojos al golpear su cabeza y sintió unos fríos labios sobre los suyos, los abrió aturdido y vio a una chica de cabello rubio y lacio.

—Asfordit.

—L-Lexa —pronunció sorprendido de verla allí.

...

No Me Olvides/ RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora