Un mejor lugar || Yoonkook

¿Quieres...

El agudo dolor en su abdomen no lo dejaba moverse con libertad, cada movimiento que ejecutaba le hacía sentir un horrible malestar dispersándose por su cuerpo como su propia sangre. Pronto su vista se nubló y sus intentos por caminar, hasta dar con una persona a quien pedirle ayuda, se volvieron erráticos. Y, sin embargo, ni siquiera todo el dolor de sus músculos desgarrados y sus órganos afectados se comparaba con el dolor sentimental que lo embargó al ser apuñalado.

La expresión de "corazón roto" se quedaba corta para describir lo que Yoongi sintió al tiempo en que aquella cuchilla atravesaba su piel con rencor; no sólo le había roto el corazón, sino que éste parecía haber sido robado de su cavidad torácica y estrujado justo frente a sus ojos, porque, sin duda, lo que sentía dentro de su pecho no era un calor latiente de vida, era un vacío abrumador en cambio, uno que le hacía pensar que, quizás, en ese momento la muerte no era tan mala opción.

Sus ojos no tardaron en aguarse por la sensación que le recorría, el dolor era realmente molesto y dañino, pero él sabía que sus lágrimas tenían otra causa, una muy diferente. Y es que Yoongi no podía dejar de preguntarse cómo es que podía estar ocurriendo eso en el mundo, el simple pensamiento lo hacía querer llorar hasta que su cuerpo se secara y ya no hubiera más razones para sufrir.

«¿Cómo es que a esa edad ya tienen que hacer a ese tipo de cosas para poder vivir?» se repetía Yoongi con pesar, mientras seguía con sus vanos intentos de caminar.

Porque, todo el odio que Yoongi sentía en ese momento, no era hacia la persona que lo apuñaló y se llevó todo su dinero consigo, sino hacia el mundo tan podrido en el que vivía y las coincidencias que éste le hacía experimentar. Yoongi no podía odiar a su asaltante, le era imposible cuando éste era un niño de no más de diez años que sólo lo hizo para poder sobrevivir entre la mierda.

Ropa sucia y rasgada, rostro manchado de suciedad, mirada amenazante pero temerosa al mismo tiempo y cuchillo en mano, aquel niño se enfrentó a Yoongi cuando éste caminaba por una calle desolada y obscura. Su cuerpo temblaba, rogaba por detenerse de la atrocidad que estaba por cometer, pero su cerebro lo mandó a realizarlo y éste acató la orden sin darle tiempo a Yoongi de hablar siquiera.

Aquel niño de cabellos largos y sucios sólo tomó el dinero de Yoongi antes de perderse en uno de los callejones cercanos. No había tomado nada más ni dicho una sola palabra, pero su mirada denotaba lo mucho que aquella acción significaba para él, y no era nada bueno. Bastó una, sólo una cosa más para que el corazón de Yoongi terminara por despedazarse, y fue haber divisado a un niño más pequeño que esperaba por el mayor con lágrimas en los ojos.

Yoongi había deseado tantas veces poder tener un hijo con la persona que amaba, crear una familia y escuchar un pequeño par de labios llamándole "padre", pero eso era simplemente imposible por varias razones. Para él, ver a aquel niño en la calle, necesitando de métodos sucios para sobrevivir, era, en pocas palabras, insufrible. Él deseaba con tantas ganas poder dar amor a un hijo propio, pensaba en lo feliz que sería viendo crecer a un niño en sus brazos; entonces, ¿por qué razón nadie había hecho eso con su reciente agresor?, ¿por qué nadie le dio el amor que merecía y terminó en la calle en cambio?

En un mundo tan cruel como éste las posibilidades eran muchas, tanto que Yoongi prefería pensar que los padres de aquellos niños habían muerto en algún accidente, dejándolos así a su suerte en un mundo donde el dinero lo rige todo; porque Yoongi sabía que, lamentablemente, esa era una de las mejores situaciones que podría haberles sucedido a aquel par de niños.

Entre pensamientos lastimosos y espasmos de dolor, Yoongi sólo había conseguido dar unos cuantos pasos sobre la acera antes de caer de rodillas en el duro suelo. Su cabello blanco cubría gran parte de sus ojos, pero aun así podía ver su espesa sangre cayendo a grandes gotas sobre el pavimento bajo él.