... Conmigo?

633 98 100
                                    

—¡Yoongi! —gritó Jungkook al ver entrar a su novio por la puerta principal de su casa.

El pelinegro se abalanzó hacia el rubio y se colgó de su cuello, plantándole un beso en los labios tan pronto lo tuvo cerca. El beso fue bien correspondido, e incluso llevado a otro nivel, porque Yoongi tomó a Jungkook por la cintura y lo levantó del suelo, dando una vuelta sobre sus talones con su novio en brazos. Había evitado dejarse llevar por la preocupación y se enfocó en la emoción que su cuerpo desprendía por todos sus poros; ni siquiera el dolor era un impedimento en ese instante, en el que sólo quería tener a Jungkook en brazos y canalizar toda su felicidad hacia él.

—Kookie —susurró cuando el beso culminó y los pies del pelinegro estuvieron nuevamente en el suelo. Con sus labios aún rozando los ajenos, de manera que podía sentir los leves y casi imperceptibles movimientos que hacían—. Seremos padres.

Los ojos de Jungkook se abrieron en demasía, casi al punto de salirse de sus cuencas por la impresión. El día anterior esa plática había quedado pendiente, es cierto, pero no pensó que ese sería el principal tema de conversación después de que su novio decidiera realizar un paseo por las peores calles de la ciudad sin razón aparente.

—¿De qué estás hablando? —inquirió Jungkook cuando su mente procesó las palabras dichas por el rubio.

—Ven —dijo Yoongi, tomando la mano de su novio y entrelazando sus dedos mientras se dirigía hacia el comedor de su casa—. Te contaré todo.

Varias lágrimas se escaparon de los ojos del pelinegro cuando Yoongi terminó de contar el relato completo, desde el accidente que tuvo el día anterior hasta haber dejado a los niños ahí por su cuenta propia. Sus lágrimas tenían diversas razones, como el simple hecho de pensar en la situación que vivían los tres pequeños niños, pero también había una pequeña felicidad y emoción que crecía dentro de él porque su sueño por fin se haría realidad.

—¿En serio...? ¿En serio seremos padres? —preguntó Jungkook con la voz entrecortada—. No puedo creerlo.

—Sí, Kookie —asintió Yoongi en un susurro, antes de acortar la distancia entre ellos y dejar un superficial beso en la boca del pelinegro—. Tendremos que comprar mucha comida mañana, ellos necesitarán comer más que sólo fruta.

Jungkook asintió con una pequeña risa saliendo de sus labios, antes de rodear a su novio en sus brazos y fundirse en un profundo abrazo que duró por varios minutos, rompiéndose sólo cuando ya el sueño comenzaba a hacer estragos en sus cuerpos y la necesidad de un descanso se hizo presente.

Tan pronto llegaron a la habitación que compartían se dejaron caer en la cama matrimonial, con sus extremidades entrelazadas y sus rostros tan juntos que sus respiraciones se entremezclaban en un suave compás.

—Buenas noches, Jungkook —susurró Yoongi, después de dar un beso en la frente del pelinegro.

—Buenas noches, Yoongi —contestó Jungkook de igual forma.

El pelinegro no se conformó con un simple beso en la frente y, en cambio, tomó los labios de su novio entre los suyos, sin prisa ni fuerza, sólo un lento y reconfortante vaivén que tanto había estado deseando desde la noche anterior. Sin embargo, esta vez no había ningún miedo a ser descubiertos, ni una charla pendiente por completar; esta vez pudieron tomarse todo el tiempo del mundo para saborear los labios ajenos y disfrutar de aquel largo beso de buenas noches antes de sumirse en un profundo sueño.

La mañana siguiente, a primera hora, Yoongi salió de casa con una chaqueta de mezclilla, unos pantalones negros ajustados y una playera sencilla de color blanco, para encaminarse, una vez más, hasta la zona con peor fama de la ciudad, que quedaba a sólo media hora caminando desde su hogar.

Un mejor lugar || YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora