XXIX

153 23 16
                                    


Narra Eva


— Dime, ¿Cómo era tu vida antes de toda esta mierda?—Contemplé su rostro con seriedad. Hesité realmente en hablar— No me pongas mala cara, ya hemos pasado por mucho. Maldita sea, ¿No decías tú que era el único en quien podías confiar? 

Sonreí levemente ante la palabrería de Sebastian. Parecía ser un profesional— y lo era, estaba más que capacitado—, pero nunca lo había oído hablar con formalidades. 

Algo que en realidad, me hacía sentirme más cómoda con él.

— Una mierda controlada por un demente— Contesté, sin más. Al instante, recibí su preocupante mirada—. Sólo era otra clase de pesadilla. 

El moreno suspiró, y me colocó la mano en mi rodilla.

— Siento oír eso.

— No importa— Dije, reincorporándome un poco—. Ya hace tiempo de eso, logré escapar. Por eso me vine a vivir aquí. 

— No sé si fue la mejor idea elegir este sitio— Bromeó el detective. Rodé los ojos, pegándole un leve puñetazo—. ¿Qué? Sólo digo la verdad.

Suspiré, apoyando mi cabeza en cualquier sitio alto que lograse encontrar. 

Lo hecho, hecho estaba. 

— ¿Tu padre?— Preguntó. 

De reojo, lo observé con pocas ganas. Asentí, de la misma manera. 

Seb hizo una mueca de disgusto. 

No me gustaba recordar aquellos tiempos. Ya lo pasé bastante mal junto a ese cabrón desagradecido como para que ahora volviera a mencionarlo. 

Por suerte, me di cuenta antes de que fuera demasiado tarde.

— ¿Y tú qué, detective?—Interrogué. El mismo me contempló con serenidad, pero con el típico gesto de molestia que parecía llevar siempre— No hablemos sólo de mí. 

— ¿Qué quieres saber de mí? 

— Lo que me quieras contar. 

Como si le costase iniciar la conversación, agarró una bocanada de aire. Al ver tal acto, fui a decirle que no dijera nada si no se sentía preparado, pero aun así lo hizo. 

Y escuché atentamente toda la historia que me contó.

— Tenía una mujer y una hija, antes...— Murmuró. Ahí, fue entonces cuando me preparé para escuchar algo trágico— Ella y yo trabajábamos en lo mismo. Nos daban a veces los casos a ambos, y ya sabes. Entre una cosa y otra, acabamos juntos. 

Afirmé con la cabeza, acercándome a él para que intentara no sentirse solo.

— Nos casamos, y tuvimos una hija preciosa...Hasta que nos la quitaron. 

Tragué en seco.

— ¿Cómo que os la quitaron?— Hablé débilmente. No quería meter la pata, y no sabía si debía decir nada— Seb, si no quieres no...

— Murió en un accidente— Esclareció. Cerré los ojos con fuerza, y coloqué mis manos en su espalda para consolarlo—. A mi esposa se le fue la cabeza creyendo que alguien lo había hecho a propósito...Hasta que ella también falleció. 

Joder. 

No sabía qué decir, algo como esto...Me dejaba las palabras atoradas en la garganta. 

The dark of your soul |The Evil Within|Where stories live. Discover now