22 (Parte 1)

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Gracias al cielo, era un hermoso día ese primero de Marzo.
La tormenta se había detenido en plena noche y el sol comenzaba a iluminar débilmente las primeras horas de la mañana por sobre las nubes, generando un aire fresco y una iluminación radiante en las afueras.

Lamentablemente, el amanecer no era tan compatible con el adolescente, Yuri Plisetsky. Él odiaba con su mente, cuerpo y alma tener que levantarse, sobre todo cuando era muy temprano. Y bueno, para cualquier adolescente no es todo un festejo tener que despertarse a las seis de la mañana para ir a entrenar.

Pero había un acontecimiento especial que sucedía ese día, el que hacía que levantarse valiera la pena.

Hoy, Yuri dejaba de ser quinceañero.

Los ojos esmeralda del rubio se abrieron de pronto al escuchar la molesta alarma mañanera que le ordenaba alistarse para irse a patinar.
Con algo, más bien casi nada de pereza, por primera vez en el año se levantó con ganas de hacer algo. Se estiró para luego dirigirse al baño a arreglarse el cabello, lavarse la cara, cepillar sus dientes y ducharse.

—Hola, guapo. ¿Cómo estás? —Se dijo, posando para sí mismo en el espejo luego de tomar una ducha, con la toalla enrollada en su cintura. —Me contaron que ya eres todo un chico maduro.

Los pequeños gatitos del ruso se asomaron por la puerta al oírlo hablar. Claro, no entendían qué es lo que estaba haciendo, así que sólo observaron al chico que hablaba con su reflejo. —La verdad es que sí, ¿Sabes? —Se peinó el cabello hacia atrás con sus dedos. —Hoy cumplo dieciséis, lo sé, es un montón. Pero estoy radiando, baby. Solo estoy en mi década y ya soy todo un galán.

Subió una pierna a la encimera del baño para que se reflejara en el espejo. —¿Te gustan mis pantorrillas marcadas? Son dignas de un patinador como yo. ¿Sabías que soy todo un deportista? Gané la medalla de oro el año pasado en mi debut, soy todo un ganador.

—Y todo un galán, ¿Eh?

—¡Mila, santa pasión de Cristo resucitado! —Gritó tan agudo como pudo y se cayó al suelo al resbalarse del susto.

—¿Qué estabas haciendo? —La pelirroja preguntó, tragándose las ganas de estallar de risa frente a él.

—¡Nada, estúpida Caperucita Roja! ¿¡Qué estás haciendo en mi condenado baño!? —Le gritó más fuerte.

—Bueno, me dejaron las llaves. —Levantó al menor con una mano del suelo y luego le sonrió. —Vine para sorprenderte.

—No es buena sorpresa que espíes a alguien que está en el baño.

—No es espiar, es encontrar la puerta abierta. No te preocupes, eres mi pequeño hermanito menor, es normal.

—No soy tu jodido hermano.

—Desarías serlo, tú te lo pierdes.

—En serio. ¿Qué estás haciendo aquí, Mila?

—Vine a decirte que tenemos mucho por hacer hoy. Y a propósito... —Fue hasta la sala donde había una bolsa amarilla pequeña con algo dentro. La tomó y se devolvió al cuarto de baño, donde el rubio esperaba con una mueca.  —Feliz cumpleaños, Yuri. Ya eres todo un señorito.

—Gracias, Mila. —Le dijo y luego pensó lo que escuchó. —¿Cómo demonios me llamaste?

—Yuri, todo un caballero galante.

El ahora dieciseisañero rodó los ojos en forma de molestia. —¿Dónde están Yakov y Lilia?

—Salieron. No lo sé, pero ahora tengo las llaves y soy la chica a cargo. —Movió dichos objetos frente a la cara del de ojos esmeralda, restregándole su responsabilidad.

Memorias De Nuestro Pasado. ➸Victuri/ CanceladaWhere stories live. Discover now