U N O

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Sonrió para sí mismo desde su asiento, mientras miraba atentamente al hombre que hablaba por teléfono de espaldas frente a él. Sonrió aún más cuando terminó su llamada y volteó a verlo sin expresión. Meneo sus piernas de arriba hacia abajo desde el gran banco girador de la cocina donde se encontraba.

- Tu padre llegará pronto.- mencionó con voz seria girando para verlo.
- Gracias por traerme a casa, Frankie - respondió recargando su codo en la mesa e inclinando su rostro para apoyarlo en su mano.
- Sólo fue un favor para tu padre-  el pequeño batió sus pestañas como sabía que al hombre le encantaba. No era un secreto para ambos, se gustaban entre ellos, incluso ya se habían enrollado un par de veces, dentro de la oficina del gran empresario, Frank Iero o en distintos lugares de la gran casa del pequeño estudiante de dieciséis años, Gerard  Way, siempre y cuando Donald, el padre de Gerard  y gran compañero de negocios de Frank salía junto a su esposa y su otro hijo.

-Tengo que irme ya, Gee.- dijo el mayor mientras se comía con la mirada al aludido, era demasiado obvio, hacía meses que no cogían, Frank nunca tenía tiempo para pasar con su pequeño niño más de quince minutos, y sólo lograba hacerlo cuando se ofrecía a llevar a Gerard a casa después de que terminara sus clases diarias, mintiendo siempre que decía que hacía un favor al sobreprotector padre de su pequeño. Si algún día se enterara, sin duda le daría un infarto. Además, los hijos de aquella familia estaban; además de sobreprotegidos; más que malcriados, Gerard en especial, no había una única vez que no hubiera obtenido lo que quisiera, ya se había metido con un hombre mayor, que lo consentía aún más que sus padres, ¿qué más podría pedir? Y es que era imposible resistirsele a Frank, un hombre atractivo, exitoso, con profundos ojos color avellana, quien dijera que no era perfecto, estaba total y tristemente equivocada.
Lo miró una última vez y al no poder resistirse, Se acercó a él sólo para bearlo con delicadeza y algo de desesperación, Gerard correspondió gustoso, girando su silla hacia él y tomándole del cuello de su blanca camisa, acercándolo un poco más a él, lo necesitaba, le hacía falta su Daddy.
Continuaron unos segundos más con aquellas acciones, se comían entre ellos, algo característico de cuando se encontraban solos, siempre se besaban por lo que les parecía una eternidad y aunque sabían perfectamente que ambos terminarían una insaciable y gran erección apretada apretada por sus prendas, también sabían perfectamente que Frank pararía el beso excusandose que tenía que irse y trabajar, eso ocurría la mayoría de las veces. Y Gerard odiaba eso con todo su ser, él quería que su Daddy estuviera con él todo el tiempo que fuera posible, que lo tocara, y, que después de un par de orgasmos, lo tratara como el maldito niño malcriado e infantil que era cuando estaba con él. Pero sus intentos de seducirlo siempre resultaban fallidos.
No se iba a permitir que esa ocasión se convirtiera en otra como las demás, esta vez, su Daddy lo cogería duro, tenía que lograrlo, por el bien de "los dos".

-Súbeme- ordenó en un murmullo refiriéndose a la encimera de granito frente a ambos, el empresario obedeció inmediatamente, tomándole por la cintura y alzándolo hasta el lugar solicitado. Una vez arriba, el menor se acomodó en la orilla de la mesa para seguidamente enrollar sus delgados y pálidos brazos en el cuello del contrario y volver a besarlo con igual desesperado y pasión que segundos atrás. Entonces se separaron, Gerard lo vio con algo de molestia, Frank no dijo nada por el momento, se limitó a pasar su mano por la suave mejilla del menor, éste lo miró fijamente a los ojos, mostrando ese brillo de falsa inocencia.
- Debo irme ya, bebé-  dijo con voz arrepentida, el contrario negó con la cabeza y giró su cabeza en dirección a la mano que sostenía su mejilla. Acercó peligrosamente su boca a aquellos largos dedos, Frank lo miraba expectante.
-No puedes irte ahora... Papi- dijo, susurrando aquello último y los metió a su cavidad bucal, succionado y mordiendo de la manera más obscena posible, y aunque su Daddy no dijo nada, podía sentirlo tenso, así que lo acercó un poco más, enrollando sus piernas a los costados de la cintura del mayor y pudo sentirlo, Frank tenía una erección, aquello sólo lo puso más de lo que lo que ya estaba. Era momento de usar algo que le asegurara que Frank se quedaría, que se quedaría y que lo fallaría duro; por lo que sacó lentamente los dedos de su boca, terminando con un fino hilo de saliva entre su lengua y aquellas extremidades, luego de eso lo abrazó y se acercó a su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja con delicadeza.

- no quiero que papi se vaya aún...- susurró, y eso fue suficiente para que Frank perdiera la cabeza, ese apodo, simplemente le prendía, así que lo cargó, sosteniedolo de sus redondos muslos y caminando a la habitación del pálido chico; porque Frank era un jodido posesivo y un total depravado pervertido, lo cual hacía complemento con la atrevida, infantil e igual de enferma personalidad de Gerard. Esa era la razón por la que se había metido con él y al mismo tiempo, la razón por la que seguía cayendo en aquellos encantos.

Fue difícil subir las largas escaleras con Gerard en brazos, pues no había parado de besar y morder su cuello, ese niño malcriado debía recibir un castigo por distraer a su Daddy. No había que preocuparse por el qué alguien los viera, Donna Y Donald y trabajaban y Mikey, el hijo menor de los Way, estudiaba por las tardes, más de un punto a favor, pues así el ojiverde gemiría y gritaría tan fuerte como le diera su gana y tan fuerte como su amante se lo pidiera.

Cayó de espaldas en su extensa cama, con sus muñecas arriba de su cabeza y haciendo un ademán con su boca para que volviera a besarlo, el empresario obedeció, echándose a la cama, sobre él, lo hizo, con lujuria y pasión, como solía hacerlo, claro. Comenzó, desabrochandose la camisa con la mayor rapidez que podía después de haberse separado, pero no pudo terminar su acción completamente, pues el menor ya se encontraba aferrado a su corbata y lo acercaba a su cara sólo para que lo mirara a los ojos por unos segundos.

-quiero que papi me folle duro- le susurró y eliminó la distancia entre ellos en un beso desesperado. Ya no había ningún retorno,  ni la posiblidad de que alguno de los dos se arrepintiera y decidiera parar. No lo harían, ni siquiera aunque quisieran. En cuestión de unos cuantos segundos ya estaban totalmente desnudos y en otros cuantos, Frank ya estaba dentro de él, moviéndose insistentemente dentro de aquellas apretadas paredes que ya conocía bien, sin duda una de sus sensaciones favoritas  probablemente, por supuesto,  después  de besar a Gerard y... estar con Gerard en general, cualquiera era válida para él.

El castaño movía sus caderas, besaba, lamía, succionaba aquella pálida piel con desesperación, dejando marcas de diversos colores en ella; en cambio, el adolescente gemía y gritaba el nombre de su Daddy, rasguñaba fuertemente la espalda de éste y arqueaba la suya. Juntos hacían una sinfonía tan obscena que incluía: los leves y agudos gritillos de Gerardo diciendo "papi" una y otra vez, el choque de sus caderas y el leve crujir de la cama, cualquiera de los dos mentiría si dijera que no la disfrutaba. Únicamente con aquello lograron  llegaron al orgasmo, viniéndose ambos conn unos cuantos segundos de diferencia.

El teléfono de Frank sonó al momento que Gerard se levantaba de la cama para ir a orinar, el hombre tuvo que levantarse a buscar aquel aparato entre sus prendas que se encontraban en el suelo, en cuanto pudo hallarlo,  volvió a la cama, envolviéndose entre las desastrosas sábanas. Contestó, era Donald, le decía algunas cosas sobre negocios y ventas, mas dejó de poner atención cuando escuchó la palanca del baño bajar y al ver a su BabyBoy saliendo con tranquilidad de éste, luego rebuscar en sus cajones algo desconocido para él. Colgó su llamada tras unos segundos.

- Donald y tu madre tardarán otra hora en llegar.- mencionó admirando como Gerard se ponía una sudadera enorme para él. Se veía jodidamente adorable, pero no contestó, sólo se acercó a los pies de la cama, deslizandose debajo de las cobijas y escabullendose hasta llegar a unos centímetros de donde se encontraban las almohadas y donde su Daddy descansaba parte de su torso. No quitó las sábanas de su cara, dejó que su Daddy lo hiciera por él.
- Entonces...hay que jugar otra vez, ¿no, papi?- dijo con voz aguda e infantil al momento en que lo miraba, debajo de las sábanas y mostrando sus pequeños dientes.
- eres insaciable, Babyboy...- contestó el empresario, palpando su regazo, indicandole que sentara sobre él, y es que Gerard era perfecto, con sus ojitos color esmeralda, su voz infantil, su suave cabello y esa sonrisa que hacía que sus ojos se achinaran ligeramente y las comisuras de sus labios se arrugaran mostrando sus pequeños y blancos dientes lo hacían irresistible para su Daddy, ese era el problema, Frank no podía resistirsele, ese era el pequeño problema de papi.

Daddy's lil' problem - One shot Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt