XXXIV. Sacrificio

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XXXIV. Sacrificio

—Eres un puto genio —musitó Aaron Nott mientras espiaba entre las ramas del arbusto.

Lena y Aleks se inclinaban a su lado, observando cómo el auror gateaba por el pasto alejándose de un payaso delgado y larguirucho que lo seguía con siniestras carcajadas y una risa chillona y descomunal.

—Larguémonos antes de que se den cuenta que es un boggart —acotó Cam varios pasos tras ellos. Terminaba de amordazar al segundo auror al árbol y se aseguraba de que la venda en los ojos no se le resbalara.

Tras un último vistazo, Lena se levantó y asintió, de modo que Aleks y Aaron la siguieron hasta llegar al azabache. No pasó mucho tiempo cuando iniciaron el plan adentrándose entre los secretos del bosque prohibido.

Caminaban a una distancia prudente entre ellos para cuidar cualquier flanco. No querían ser atacados por cualquier criatura o persona antes de siquiera poner en marcha la primera fase..

—Esto significa mucho para mí —musitó la pelirroja tras unos minutos en silencio.

—No es como si nos hubiésemos quedado sin hacer nada luego de verte destruida en el baño de prefectos —espetó Cam encogiéndose de hombros.

No iba mucho con él dar compasión ni servir como conforte. De hecho, Aaron estuvo tentado a darle un golpe en la nuca si no fuera por la sonrisa divertida que Lena le daba al Slytherin. Parecía que su ironía le levantaba los ánimos así que lo dejó estar.

—Tú ya me conoces, Lena. —Aleks, sin detener el paso, la tomó de la mano y le dio un apretón suave y luego dos firmes—. Voy a quedarme justo aquí, a tu lado.

La pelirroja asintió conmovida y devolviéndole el gesto, caminó sin soltarlo a través de la oscura vereda. Siguieron el trayecto bajo la penumbra y entre ruidos bestiales que la noche encendía en el bosque. Debían tomar un camino que los llevaría poco más a fuera de los terrenos escolares, de hecho, caminando por unos minutos más no tardarían en llegar a las orillas del pueblo Hogsmeade.

Faltándoles pocos minutos para llegar a su destino, un movimiento entre las sobras los detuvo. Alertas, Aaron acorraló a la pelirroja entre él y Cameron, como si de alguna forma pudiesen ocultarla. Al castaño no le molestó soltar a su amiga, colocándose como segunda barrera.

Todos enfundaban sus varitas, levantan sus muros y susurraban en un latín fluido las mejores de sus defensas. No querían distraerse de la misión pero si pasaban eso por alto podía ocasionar problemas.

—¿Creen que haya sido solo un animal? —musitó Aleks entre dientes, dando pasos tentativos hacia donde creía que surgió el ruido.

Lena quiso protestar, pero antes de que formulara frase alguna, del lado contrario de donde miraban, entre un arbusto con espinas, salió una criatura alta. Sus ojos cristalinos brillaban ante la luz de las varitas, destellando la furia y llorando mientras hacía un idiota intento por dejar de tiritar la quijada. Su piel cual corteza de árbol, desprendía un olor a tierra y hojas secas. La simple fragancia hizo que la pelirroja se aferrara a Aaron.

La criatura dio un paso y luego otro, de modo que la fina luz de la luna apenas los ayudaba a fijarse en esos cuernos, blancos y brillantes que salían de su cabeza, acompañados con una mata abundante que descendía por su barbilla y su pecho hasta perderse en sus piernas.

—Vámonos —susurró la pelirroja mientras afianzaba su varita en un patético intento por contenerse. De hecho, maldijo en su mente cuando notó la desesperación de su voz.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Where stories live. Discover now