Día 4.

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En una cita.

—Ya, detente —le susurró molesto.

—Vamos Stuart, es sólo un juego —tomó otra palomita de maíz y la tiro a uno de los de la fila de enfrente.

—Murdoc, detente —le dijo más serio.

—Uy, uno ya no se puede divertir un poco —se cruzó de brazos y siguieron viendo la película.

No pasaron ni diez minutos cuando Murdoc volvió a molestarlo.

—Oye —le dio un par de golpecitos para llamar su atención.

—Mande —respondió fastidiado.

— ¿Sabes por que elegí los asientos de hasta atrás? —lo rodeó con su brazo.

—¿Para que sujetos como tú no nos molestaran mientras vemos la película? —susurro sin quitar la vista de la pantalla.

—No lindo —puso una mano en su pierna para acariciarla.

—No me voy a besuquear contigo en la segunda cita —se alejó un poco.

—Escucha lo que dices, hace una semana estabas gritando mi nombre como loco en la cama...

—Shhht —advirtió un hombre tres o cuatro filas enfrente.

Murdoc rodó los ojos y luego volvió con su novio. Lo acercó un poco más y le dio un beso en la mejilla, luego otro beso en la comisura de los labios, uno en los labios muy rápido y por último uno en los labios largo.

Y de pronto todo estaba totalmente obscuro. Dos minutos después llego una chica que ahí trabajaba.

—Lamentamos mucho la interrupción, pero hubo una falla eléctrica, en un par de minutos estará arreglado.

—Mierda —susurró el menor.

—Mejor para nosotros —susurró el otro metiendo la mano en la camisa del peli-azul.

Pero como respuesta solo obtuvo una patada y una bofetada.

Treinta días 2doc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora