Hace unos días, decidí dejarte en el pasado. Olvidarme de ti y re plantearme mi vida, mi existencia y todo lo que con lleva. Porque tu ausencia dolía constantemente y eso solo me mantenía aturdida.
Comencé un proceso en el que fueron varios días pensando y mentalizándome, que ya no era sano sentirte acá en mi pecho; lo único sano que podía haber era dejarte atrás.
Y cuando llego el fin de semana, intente arrancarte de mis venas por completo, pero aun así no pude hacerlo del todo. Todavía te tengo arraigado a mí, con tu presencia, en el silencio, con un llamado, con un documento. Con cualquier índice de tu nombre yo siento que me pierdo.
Pero lucho cada día mas, por salir de esta hoguera, porque sé que debo liberarme y no seguir en una causa que no tiene fin.
Durante 3 años estuviste conmigo en este día tan importante, haciéndote participe desde el primer segundo y haciéndolo increíble.
Has visto lo que pocos observan en mí, la niña necesitada de un amor que no tuvo, de una infancia que no existió, de una exigencia constante, de un castigo al que me sometía siempre.
Vislumbraste que era una familia, que podía serlo y que ya no debía esconderme del mundo si no que mostrarme tal cual era.
Siempre estas fechas son malas, son raras, tristes y vacías. Tú, las complementabas, las hacías diferentes, me dabas paz en la hoguera que yo misma me transformo día a día.
No sabes lo que duele no tenerte aquí en nuestra cama, mirar y ver el vacío que dejaste en ella. Quien me saludara antes que el resto, quien contendrá la ira que siento. Como calmo la tempestad y la furia si eres como un fantasma.
Con quien lloro si solo contigo lo hacía, quien cuidara de mi cuando ya sienta que no pueda y que renuncio a todo.
Y lloro en silencio, porque no entiendo cómo vivir sin ti, como seguir mis planes sin ti. Dime, como mierda hago para arrancarme de raíz toda esta coraza que llevo, destruirla y comenzar nuevamente.
No te quiero más conmigo, no quiero sentir tu olor, no quiero ver una foto tuya y desear tus labios.
He llorado tan poco con tu partida, que ahora veo mis lágrimas me hacen sanar.
Como la mierda que duele, pero me ayudan a sanar.
Ya no sé si te amo, porque te siento en el olvido.
Si se, lo que siempre he sabido, que eres único.
Lo más preciado que tendré y por lo que luche. Por quien descubrí ese instinto irreconocible que te embriaga en un segundo y es para toda la vida; esa llama maldita que no se extingue en minutos y que se vuelve una hoguera de aves efímeras.