REPORTE NÚMERO 3 Shell Overlord

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¿Cómo diablos me meto en tanto lío?
Ese tonto vampiro no sé que espera de mí, no puedo darle nada de lo que desea o quiera que le dé...
Por otro lado... pudiera aprovecharme de eso, esos chupa sangre son asquerosos. Así que ¿Por qué no humillarle como se debe?

-¡Uno! -gritó Nueve, mi compañero de trabajo.

-Ah, perdona, me distraje.

-Lo sé, llevo llamándote desde hace un par de minutos y quería decirte algo muy muy importante... -comentó algo tímido.

-... No ahora Nueve, tengo trabajo que hacer. -le mentí y cargué un par de cajas para llevarlas atrás.

-Pero es...

No pude escuchar lo que dijo Nueve porque me apresuré a dejar las cosas allá atrás. Las cajas llenas de sangre las acomodé por su grupo sanguíneo y estas a su vez estaban ordenadas por demanda, la más buscada era la O positiva y la B negativa debido a su rareza. Según está estipulado que la B negativa está presente en una de cada 67 personas, aunque actualmente este número se ha reducido y se ha vuelto único en su género a la vez que ha sido buscado por los vampiros más ricos del mundo actual.

Vampiros... esos seres sucios...

-Ah... no debería pensar en eso.

Comenté a mí mismo y suspiré de nuevo. Fui de vuelta a mi sala de trabajo pero fui detenido por uno de los trabajadores.

-Oye Uno, debes ir con el señor Shell, te está llamando. Dice que es urgente y de gran importancia tu presencia en su oficina.

-Pero yo tengo trabajo que hacer, digo son toneladas de trabajo y...

-¿En serio vas a negarte a ver al dueño de este banco? -dijo Shell, que aparecía desde el pasillo que guiaba a su oficina.

-N-no no, voy inmediatamente.

-Bien, apúrate. -ordenó con frialdad y volvió a su oficina.

No tengo opción, ese tonto no me va a dejar en paz... veré que quiere de mí.

Inmediatamente me encaminé a su oficina, puse la mano en la perilla de la puerta y abrí la entrada de forma lenta al interior de la habitación. Cerré detrás mío y lo encontré sentado en ese escritorio, como si tuviera mucho título, cuando no era así, alguien que recibe un banco de su padre no merece respeto porque no ha trabajado lo suficiente como para ser un demandante de este mismo.
Sus ojos verdes me observaban de forma minusciosa, era incómodo pues odiaba que se quedaran mirando mi ser. Él se levantó y se acercó a mí.

-Vas a venir conmigo, lo que harás conmigo costará de tu trabajo y si deseas seguir trabajando aquí harás lo que pida.

No podía tomarme en serio lo que dijo, aunque tuviera una expresión supuestamente seria, no era así. Parecía más un chiquillo con un capricho en manos que un dirigente con poder, me había mostrado su verdadera naturaleza hace tiempo y actuar de esa manera no serviría de nada.

-Y si me niego, ¿qué ocurrirá además de perder mi empleo?

-... -tomó mi mano y me jaló con fuerza.

Me llevó a una especie de habitación secreta, no sabía porqué o para qué pero estaba un poco nervioso por la situación, al entrar pude ver... que lo que me había dicho la noche anterior era cierto.
Tenía una habitación repleta de cosas BDSM*, trajes de cuero, látigos, vibradores, consoladores de diferentes tamaños y grosores, plugs, esposas, vendas, velas incluso, cadenas. De todo había en esta pequeña habitación oculta a la vista de todos, nadie se imaginaría que Shell Overlord fuera un vampiro anormal.
Shell volteó a verme con una sonrisa en su cara, era una sonrisa tímida y emocionada, como la de un niño que cuenta su secreto a un adulto.

-¿Qué te parece Uno? ¿Te gusta lo que ves?

-No entiendo porqué me haz traído aquí, he de decir que estoy impresionado, tienes muchos juguetes para ti. -empecé a inspeccionar la habitación, cerca nuestro había una cama con sábanas rojas, de hecho la habitación era del mismo color.

-Hahaha b-bueno si.

Estaba mirando las tablas que servían para golpear las nalgas de quien fuera el sumiso, hasta que escuché como me llamó de la nada, giré mi cabeza y vi algo que me sorprendió bastante.

Era Shell con un traje de cuero, llevaba una cadena algo larga, usaba guantes y dejaba ver muy bien esa piel tan blanca que poseía, me sorprendí de lo que estaba haciendo, como esa vez en el baño

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Era Shell con un traje de cuero, llevaba una cadena algo larga, usaba guantes y dejaba ver muy bien esa piel tan blanca que poseía, me sorprendí de lo que estaba haciendo, como esa vez en el baño.

-¿Qué diablos? -abrí los ojos de par en par, sin dejar de verle.

-Quiero que me azotes, Uno, por favor. -Shell suplicó mientras sus mejillas mostraban más su sonrojo.

Se acercó a mi gateando, meneaba sus caderas de forma provocativa y al llegar me miró con sus ojos verdes, suplicando.

-Por favor Uno, tómame y azótame.

Yo no supe que decir, realmente estaba muy muy apenado, sin perder tiempo salí de la habitación como si fuera un rayo, no iba a quedarme ahí con él un minuto más. Aunque lo haya dejado sabía que lo soportaría y tal vez me buscaría hasta hartarse, solo quiero ver ¿cuánto más podrá aguantar?
Llegué a casa y me recosté en mi cama, era demasiado lo que me estaba pasando, digo, uno de esos vampiros quería algo conmigo y él es el sumiso y no yo... Madre mía, esfo debería ser una broma pero no lo es, será mejor que tal vez no vaya al trabajo mañana, no quiero seguir siendo acosado por ese rubio tonto.
Miré al techo de la habitación y solté un suspiro algo largo, me acomodé en mi cama y tomé una revista de motocicletas, me gustaría tener una para llegar mejor al trabajo, supongo que tendré que ahorrar mucho para tener una de esas.

-Vaya que soñar se puede y bastante. -reí u poco para mi mismo y dejé caer la revista en mi cara.

Tonto vampiro... ah

Al poco rato de estar con la revista en la cara, me quedé dormido, estaba muy cansado por el trabajo de hoy y todo lo que había pasado estos días había sido difícil y pesado. Decidí descansar tranquilamente... hasta que escuché un ruido que me despertó.

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Hola, aquí la autora, hasta aquí el capítulo de hoy, espero les haya gustado y espero sigan leyendolo, hehe nwn un saludo a todos.

*Bondagesadomasoquismo, ese tipo de objeto como cuerdas para amarrar a la gente y tenerla sumisa.

Los límites de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora