REPORTE NÚMERO 6 ¿Arrepentimiento?

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Uno se duchaba con cuidado, dejaba que el jabón y el agua limpiaran su cuerpo de lo que había sucedido, había compartido la cama con ese vampiro, pero lo más importante era que ese vampiro era el dueño del banco donde trabajaba, si alguien se enteraba sobre ello tal vez los asesinarían a los dos. No deseaba terminar su vida de esa manera, por lo menos aún no, mientras se estaba bañando escuchó un ruido afuera, supuso que era Shell que estaba despertando, así que le restó importancia y seguía aseándose, cerró los ojos para continuar con el baño, sin embargo de la nada sintió como alguien le abrazaba desde atrás.

El cuerpo de Uno se estremeció y al girar la cabeza pudo ver al rubio, que le abrazaba con cierta ternura y felicidad, el moreno estaba de cierta forma confundido, más porque aquél chupasangre le abrazaba. Uno le apartó y le miró frunciendo el ceño.

-¿No tuviste suficiente con venir acá a mi hogar y tener sexo? -preguntó arqueando una de sus cejas.

-B-bueno, no pensé que te molestaría que estuviera aquí. -dijo con cierta timidez el joven Overlord.

-Ah, está bien, aunque ya terminé. -dijo enjuagándose y saliendo del baño con una toalla.

-¡No seas así! -dijo Shell asomando su cabeza de la bañera- Vamos a bañarnos juntos, anda. -insistió con sus mejillas a modo de berrinche.

-Ni con esos chillidos me vas a convencer. -replicó Uno y salió del baño para secarse tranquilamente y empezar a vestirse para el trabajo. 

Se alistó y peinó sus cabellos como siempre lo hacía, se colocó los pupilentes y había agradecido que el vampiro no se hubiera percatado de su anterior color de ojos, Shell salió con una toalla que robó del baño de Uno y le observó como un gatito que miraba a un perro grande. Sus ojos verdes brillaban de forma tierna, pronto se acercó al otro y le abrazó de nuevo.

-Mmmm eres tan fuerte. -susurró cerca del oído del moreno, Uno le apartó con cuidado.

-¿Qué quieres de mí? -preguntó Uno sin vacilar, observando a Shell fijamente- ¿Por qué me persigues? 

-A-ah... yo... -el vampiro rubio titubeó pero pronto recuperó su compostura y le observó fijamente- Tú me atraes, sé que mis feromonas no causan algo en ti, lo sé bien, y eso es lo que me gusta de ti, por alguna razón me haces temblar. -respondió siendo directo y se sentó en la cama.

Uno se quedó callado y soltó un suspiro, de hecho para Uno las feromonas de Shell eran suaves y gentiles, no agresivas como los otros vampiros que había conocido, eran tan suaves que le recordaba a una flor, sin embargo no podía permitirse así de fácil satisfacer al contrario, no, sobre todo porque en ese mundo ellos dominaban a los humanos y pensaba Uno que como los vampiros devoraban humanos ellos devoraban cerdos y en ese lugar los humanos eran los cerdos y el ganado de los vampiros.

-Tengo que ir a trabajar, no nos pueden ver juntos, eres un vampiro y yo soy un humano. -dijo Uno sin dar una respuesta a lo que Shell había expresado.

Sin más salió de su hogar y tomó su bicicleta para ir al trabajo, no era un transporte que deseara con tantas ganas, pero era eficiente y era para lo que le alcanzaba para ese entonces. Shell se quedó en la casa de Uno, bajó la mirada con cierta tristeza, no sabía si se sentía mal por el rechazo o porqué se sentía así exactamente. Sin embargo al poner una mano en la cama de su trabajador, sintió algo, era papel pero plastificado, tomó la revista y la empezó a observar, en una de las páginas había observado como estaba marcada en un círculo un vehículo que Shell asumió que era una especie de bicicleta como la que Uno usaba.

En la mente de Shell pasó un pensamiento:

Si le compro a Uno una bicicleta, tal vez quiera estar más cerca de mí.

Sus colmillos se asomaron en una sonrisa que marcaba cierta felicidad y travesura, ese iba a ser su plan maestro, aunque no pensaba dársela así como así, debía ganársela con esfuerzo y sobre todo mientras mantuviese contacto con él, cuando el Overlord se fue al trabajo empezó a encargar tareas que fueran comunicadas a Uno a través del gerente del banco, que era un hombre serio y que se desquitaba si no veía algo justo para él, aparte de las tareas que recibía Uno por parte de Shell también tenía que lidiar con las tareas que ese malvado gerente le dejaba. 

Las semanas transcurrieron con Uno trabajando de un lado a otro, él no era tonto pero creía que era un desquite por parte de Shell que le dejara tantas tareas sin sentido, todas de ir a su oficina a dejarle uno que otro papel, cuando llegaba a la oficina de Shell notaba una sonrisa traviesa disfrazada en una sonrisa amable, el vampiro disfrutaba de su sufrir posiblemente y eso le daba algo de rabia a Uno, sin embargo debía controlarse, por su bien. Todos aquellos trabajillos sólo eran enviados y no terminaban en algún encuentro sexual, también Overlord debía resguardar sus placeres, pues no podía tener sexo tan seguido con el humano, más porque tal vez si Uno tardaba en volver sospecharían de ambos y no deseaba perjudicarlo de ninguna manera.

Uno se sentía algo cansado, era su último día de trabajo para después descansar, sin embargo al ser el último del banco en salir, sintió que alguien le observaba, volteó a todos lados y vio a Shell Overlord frente a él, sonriéndole de esa manera traviesa tan característica de él, no podía creer que aquél hematófago le estaba esperando pero ¿Qué era lo que le hacía feliz?

-¿Pasa algo? -alzó una ceja el moreno que de inmediato fue jalado por el rubio.

-Uno, te tengo una sorpresa después de todo este trabajo que has hecho. -dijo mostrando sus colmillos afilados.

-¿Eh? ¿Qué? -dijo sin entender hasta que Shell le mostró algo impresionante.

-Tará~ -dijo riendo y le mostró aquella motocicleta que había deseado desde hace tiempo.

-¿Qu-qué significa esto? -preguntó Uno sin poder creer que un vampiro le hubiese comprado algo.

-Es para ti, todo ese trabajo al fin ha valido la pena ¿No lo crees? -dijo Shell con su típica sonrisa- Espero te guste y si es posible -colocó una de sus manos en el hombro de Uno- podremos tener más encuentros casuales.

Con aquella propuesta a mitad de la noche y con aquél encuentro, era posible que las cosas cambiarían bastante para ambos.

Los límites de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora