Primer Título

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- Cuando tenía tu edad tampoco estaba seguro si lo que estaba estudiando era lo que me haría feliz cuando creciera, pero mírame, ahora tengo la oficina que me propuse tener en algún momento de mi vida universitaria. Toma esto como un consejo y espero que no me malinterpretes, pero no es buena idea llegar a hacer una pataleta sin fundamento al edificio y mucho menos quitarle el tiempo al director de tu carrera, con la esperanza de que haga algo por ti. Ya te escuché y te entiendo, pero ahora mismo no pienso moverme porque, como verás, tengo cosas mejores que hacer. Si tu problema persiste, búscame la próxima semana y lo discutiremos con calma.

La joven salido del edificio indignada, fue buscando una respuesta rápida y se encontró con su profesor de matemáticas básicas de primer semestre, quien ahora es su director de carrera y el cual no se tomó la molestia de escucharla. Ella no comprendía cómo él, con el ego por el cielo, quién no demuestra ni el mínimo interés por quienes lo rodea, pudo llegar a ocupar un cargo en eldame  que el objetivo principal es el bienestar colectivo, pero así es la vida, un misterio de principio a fin.

-Creo que comenzaste con el pie izquierdo -escuchó-. Si quieres mejorar la imagen que dejaste cuando te fuiste a Argentina, deberías cambiar de estrategia.

-Lo sé Mary, pero me tomó desprevenido, nadie espera que en el primer día de trabajo, venga una estudiante a poner quejas de cosas que no son nuestro problema como facultad.

-Ella vino quejándose del Doctor Oñate, no le prestó atención por lo menos, en fin, organice su oficina rápido porque tiene clases en una hora -ella había cambiado de tono.

Organizó su nueva oficina en tiempo récord, desde que se lo propuso, ya sabía cómo la iba a tener. Se despidió de Mary y las demás personas del piso. Al tener tiempo de sobra, decidió buscar cualquier snack a la cafetería del edificio. Camino al salón de clase se cruzó con la joven que una hora antes estaba histérica en su oficina, sabía que era el momento de cubrir la cagada que había hecho. Él sabe cuáles son sus fortalezas, así que se acercó gentilmente.

-Señorita, me regala su apellido y su semestre, por favor -Dijo con voz firme.

La joven se estremeció un poco, antes de darse cuenta de quién le hablaba, pensó que era la voz más sexy que había escuchado últimamente, así que giró para ver quién le estaba jodiendo la vida, al ver que que era el Doctor no supo qué hacer.

Borja, en ese momento, ya había cumplido su objetivo.

-Necesito esos datos para comenzar el seguimiento al Doctor Oñate, sé que no me comporté como esperabas, pero nunca es tarde para corregir los errores. No te preocupes que yo me encargo, mientras tanto deberías ocuparte de otros asuntos -Dijo mientras le hacía un guiño.

Cada uno se fue por un camino distinto, Borja sentía un cosquilleo, ese cosquilleo que las personas sienten cuando saben que tienen luz verde para tener sexo con alguien, pero al mismo tiempo pensó que estaba rompiendo una de las 10 reglas que fijó para llevar con éxito esta nueva etapa de su vida. Él siempre ha sido experto en descubrir las intenciones de las personas con sólo observarlas un rato, así en su clase de inducción ya sabía con quienes podría tener sexo, quienes lo iban a sobornar o lamer el culo por puntos extras, era un don, su bien mas preciado, tal vez la clave de su éxito.

La tarde pasó volando, sin darse cuenta, él ya estaba entrando a su apartamento y apenas cruzó la puerta sintió cómo toda la mierda que hizo durante el día le diera una patada en la cara, el cansancio lo invadía y aún tenía que definir su cena, en ese momento deseaba ser uno de sus peces y esperar a que su comida le cayera del cielo. Después de limpiar la cocina, bañarse y hablar con su padre, se dispuso a organizar su agenda, siempre tuvo como filosofía que hasta para cagarla hay que tener un plan, para cagarla bien, sin dejar cabos sueltos.

Durante un día lleno de formalidades, en su cama ya sentía que era realmente él, por fin podía descansar de ser llamado por su apellido, siempre prefirió su su nombre, corto y sencillo. Esa noche se hizo eterna para Mario y sentía que era injusto para él, una de las peores cosas que le puede pasar a alguien es estar cansado hasta los huevos y aún así no poder dormir por tantas cosas dando vueltas en la cabeza. No eran sólo cosas del trabajo o la universidad, eran los negocios de su padre, su vida social, las reglas que se propuso no romper, las cuentas de su apto, sus peces, el amor de su vida, sus vecinos, el vigilante insoportable del parqueadero, cada cosa con la que tuvo que lidiar durante el día hacía fila para mortificarlo hasta que el cansancio le ganaba a su mente. Por suerte, no todas las noches de Mario Borja eran así, era sólo una de esas noches.

A veces esperamos que al crecer, podamos sobrellevar nuestros problemas, pero lo cierto es que mientras crecemos o envejecemos, nuestros problemas lo hacen al mismo ritmo. Cuando somos niños, así son nuestros dolores de cabeza y al crecer nos ponemos fechas, momentos, personas, algo que nos quite peso de encima, algo que haga que los problemas disminuyan, cumplir 18 años, graduarnos, tener el primer título, encontrar el amor, morir, lo que sea, cualquier idea es buena, para cada mente habrá una posible solución.

Todo eso lo había pensado Mario antes de caer rendido, pero por suerte, era sólo una de esas noches.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2017 ⏰

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