Capítulo #6: Espectador

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Todo era tan sospechoso y al mismo tiempo tan convincente, Suga ya no sabía realmente qué creer. El ataque de tos de Daichi durante el almuerzo pudo ser por lo que todos presumieron: comida mal tragada; pero tenía sus dudas preocupantes.

¿Por qué no solo le pidió agua a alguien más? Había suficientes personas en el comedor, alguna debía de ser un buen samaritano que le regalase un poco para que su ahogamiento no fuese tan prolongado. No, el capitán fue directo a los bebederos —otro sitio a varios metros de su ubicación— a rellenar su vaso. De acuerdo, así tendría a la mano un montón de agua por si necesitaba aún más para pasar lo que no pudo tragar, y por eso no terminaba de decidir qué ocurrió de verdad.

Otro factor que lo hacía dudar era el tiempo. Nadie tardaba tanto en algo así, aunque Daichi tampoco había durado tanto las dos veces que escupió flores frente a él. No lucía como si le hubiese tomado mucho esfuerzo expulsar algo que le impedía respirar, su voz tampoco estaba afectada como la última vez; Suga no tenía pruebas contundentes de que, en realidad, su amigo huyó a toser pétalos. Quizás solo hizo otra cosa después de solucionar el problema. Sin embargo, Daichi se veía tan decepcionado por no comer más, ¿para qué perdió tiempo sabiendo que eso lo haría quedarse con hambre?

Nada encajaba por completo. A Suga le preocupaba que Daichi presentara síntomas del hanahaki en el campamento, pues no sabía si era recomendable ejercitarse justo después de que le saliera una flor. Si esa tos fue por la enfermedad, se sentiría aliviado, de cierto modo; absolutamente nadie sospecharía que no fue culpa de no masticar lo suficiente, ¡ni él estaba seguro!

Quería preguntarle mientras reposaban el almuerzo entre conversaciones animadas con sus compañeros o con los chicos de las otras escuelas; pero, por alguna razón, Asahi no se le apartaba. Hasta identificó el celular del barbudo en las manos de Daichi y, maldición, ¿por qué justamente hoy parecía no temerle y por qué justamente hoy estaba siendo tan bueno con él? También eran amigos, no tenía problema con que compartieran tiempo juntos; solo que había momentos de urgencia en los que cualquiera, hasta una persona aleatoria pidiéndole una dirección, lo frustraría.

Luego no fue solo Asahi. Tanaka y Nishinoya armaron escándalo, a lo que Daichi reaccionó rápidamente con una de sus miradas aterradoras y se callaron al instante. Ukai lo separó un momento del resto y, por la carpeta con gancho que le mostró, supuso que hablaban de las siguientes estrategias a probar. Sabía que no debía desesperarse por algo relacionado al voleibol, pero ni siquiera podrían aplicar algunas de esas estrategias si contaban con que el capitán jugaría y resultara que requiriera reposo por unas horas, que era lo único que quería saber; así que sí, Suga se había impacientado porque lo suyo también tenía que ver con el voleibol y toda esa charla podía ser inútil si estaba en lo correcto.

Parecía que una eternidad había pasado cuando por fin lo dejaron solo. Con el simple propósito de asegurar su reserva, Suga gritó su nombre —le daba igual llamar la atención a estas alturas— y se acercó a él trotando.

—¿Qué pasa? —Daichi respondió cuando ya no era necesario elevar la voz.

—¿Fue una flor? —Solo para evitar interrupciones, fue directo al grano.

—Ah, sí. Una gardenia. Salió fácil, nada de qué preocuparse.

—¿Puedes esforzarte después de expulsar una flor? —Se saltó unas cuantas preguntas, pero aclarar esa duda era más importante que su curiosidad en ese momento.

—El doctor dijo que no afectaría mucho en eso en las primeras fases.

—No sé, creo que lo mejor sería que descanses unas horas. —Suga frunció los labios.

Cuando las flores hablen por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora